Relato: Vala Hyacynthe

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Fuente de la imagen: Pexels

Cuando la princesa Vala Hyacynthe de Nibiru escuchó que había llegado un hombre proveniente de Cythere, no dudó que tendría que actuar con mesura si quería evitar que la reconocieran y provocar una guerra al que fue su hogar durante 15 años.

A sus 22 años, la hija menor adoptiva de los reyes Tarek y Ielania había vivido grandes aventuras; hace un par de años ella y su hermano mayor Nickael habían regresado a Nibiru proveniente de Alpasse, un planeta que se encontraba a media distancia, el cual había sido devastado por una guerra civil conocida como la Guerra de Los Dos Príncipes, en donde se enfrentaron un tal Aregon El Berrinchudo y Toledan El Astuto, este último marido de su prima Güzelay La Joven, hija de los reyes de Neptuno.

Ahora parecía que el Destino, o quizás las coincidencias estaban empeñadas en recordarle un pasado que, si bien no olvidó, le producía una mezcla de tristeza y disgusto con solo recordarlo.

Todavía recordaba con cariño a aquellas mujeres que, contra todo pronóstico y con el uso de su inteligencia, la habían rescatado de lo que pudo haber sido un momento traumático para ella. Con ellas pasó casi un cuarto de luna, o medio año, escondiéndose en los planetas cercanos, con el constante temor de que los guardias del Fersí, su padre biológico, o los rebeldes que se oponían a su gobierno dieran con ellas y enfrentaran un destino peor que la muerte.

Fue gracias a ellas que encontró a una familia que le prodigó en ansiado afecto familiar que sus padres biológicos le negaron desde que nació, y es a ellas a quienes debía la vida tranquila que tenía ahora.

En todo eso pensaba mientras se dirigía hacia la sala del trono, ubicado en el ala norte del Palacio de la Cuarta Luna, en donde se encontraban sus padres. Apenas entró a la pieza, observó de reojo al embajador, un sujeto de cuerpo rollizo y atavíos coloridos con una especie de turbante gigante en la cabeza.

Se ve gracioso, pensó la muchacha mientras su padre la presentaba, seguido de un leve asentimiento de cabeza de su parte.

El embajador la miró con detenimiento. Hyacynthe le sostuvo la mirada con determinación mientras que Nickael, quien estaba a su lado, añadió: "Perdone, señor embajador, pero creo que no le han dicho que es de mala educación mirar fijamente a la gente sin motivo alguno".

"Oh... Mil perdones. Es solo que el hermoso rostro de la princesa me recuerda mucho a alguien".

"¿A quién?", inquirió la reina Ielania.

El embajador, repentinamente incómodo, respondió: "Bueno, su majestad, no quiero incurrir en ninguna ofensa a la princesa, que es mucho más bella que las diez lunas de Cythere".

"¿Por qué habría de ofenderme?", inquirió Hyacynthe.

Tras mucho rato de titubeo, el embajador respondió: "En Cythere hubo una concubina muy bella. Benedea, así se llamaba. Ella era una de las favoritas del Fersí. Tuvo con él una hija, quien estaba destinada a casarse con un funcionario de bajo rango, ayudante del Ministro de Justicia, un hombre 40 años mayor que ella; tenía 7 años la niña cuando fue presentada ante su prometido en una fiesta celebrada en honor al actual Prétor".

"¡¿Siete años?! ¡Pero eso es una atrocidad!", exclamó la reina Ielania, indignada.

"Bueno, majestad, en Cythere se tenía por costumbre dentro de la corte casar a las hijas una vez cumplidos los 7 años. Obviamente el matrimonio no se consuma hasta que ellas cumplieran los 15".

"Aún así, es una atrocidad. Aún teniendo 15 años son apenas unas niñas que se están asomando a la vida".

"¿Qué sucedió con la niña?", inquirió el rey Tarek.

"Desapareció misteriosamente junto con sus esclavas luego de que mataran al ayudante del Ministro de Justicia con un golpe en la cabeza, justo en el momento previo a la Gran Matanza".

"¿Gran Matanza?", interrumpió Hyacynthe, intrigada.

"Sí. El Fersí y toda la corte murieron asesinados esa misma noche por los hombres del Prétor y gente del pueblo. Los niños que estaban en el harén fueron entregados a aquellas viudas que perdieron a sus hijos durante las rebeliones de los meses previos como compensación; aquellas concubinas que ayudaron a la causa conservaron a sus hijos".

"Supongo que Benedea se encontraba entre las supervivientes".

"No. Ella murió junto con el resto de la corte. Fue una mujer muy odiada por mucha gente, incluyendo a las damas de su hija, quienes fueron las únicas que se preocuparon por ella. Por esa razón muchos dicen que fue una suerte que se hayan llevado a la niña a un lugar donde quizás pueda vivir feliz, lejos de todo el tumulto político que se estaba desarrollando en las afueras del palacio".

Hyacynthe estaba silenciosa. H'rea le había dicho algo así cuando le preguntó por qué su madre no iba a ir a verla hace unos años, durante una visita que solía realizar a la Calle de Los Pimientos, en donde la mujer tenía una de las tiendas de especias más concurridas de la ciudad. No le extrañaba que Benedea se hubiese comportado igual si hubiese nacido varón o al menos habría fingido un poco de cariño; un varón le habría prodigado poder e influencia en la corte, así como una generosa pensión como madre de un príncipe.

"Por lo que usted comenta, la tal Benedea debió ser una persona muy despiadada", comentó con franqueza.

"No era despiadada, pero sí demasiado ambiciosa y obsesiva con su propia belleza, al extremo de engalanarse con las joyas más caras de Cythere o de ordenar el asesinato de sus rivales".

"Una mujer muy insegura, entonces".

"Así que Karliuk era el principal cabecilla del movimiento. Si Ghani lo hubiese sabido, se habría quedado. Quizás habría matado a Benedea personalmente", comentó H'rea Padernekios mientras acomodaba las especias en el estante.

"¿Ghani la odiaba? No lo aparentaba", dijo Hyacynthe mientras le pasaba las cajas.

"Bueno, en su defensa debo decir que su odio iba más allá de la negligencia maternal. Su ama anterior, Malha, había sido ascendida como favorita del Fersí. Era mucho más bonita que Benedea, y muy generosa con todos los que se le acercaban; muchas de las concubinas la querían como a una hermana y el pueblo la apreciaba mucho dado que ella misma donaba dinero para la construcción de escuelas y viviendas. Tenía dos hijos varones, uno de ellos un potencial heredero inmediato. Benedea le temía, dado que su influencia sobre el Fersí era mucho más fuerte que el de ella misma. Intentó deshacerse de ella primero acusándola falsamente de traición por hacer pasar a sus hijos como los del Fersí; Malha se defendió y probó que las acusaciones no eran reales, provocando que Benedea fuese ignorada por el Fersí. Fue entonces que recurrió al envenenamiento; Malha y sus hijos murieron por supuesta intoxicación. No obstante, eso no la ayudó a recuperar el favor del Fersí".

"¿Eso fue antes o después de que naciera?"

"Un par de meses antes de tu nacimiento".

"Oh... Supongo entonces que si hubiese nacido varón, habría recuperado su favor".

"¡Al contrario! La habría condenado a muerte".

Hyacynthe le miró, confusa ante aquella afirmación. H'rea entonces le indicó que se sentara en la mesa, en lo que ella preparaba un té de Kortana, una de las bebidas más famosas de Nibiru. Una vez que le sirviera su porción de la bebida, H'rea se sentó y explicó:

"La muerte de Malha fue un duro golpe para la Madre Regente y para el Fersí, quienes le tuvieron mucho afecto. Como ambos sabían que Benedea era la principal causante de su muerte, la Madre Regente decidió castigarla de una forma particularmente cruel: si el bebé era un niño, éste sería criado en la corte por una de las rivales de Benedea y a ella se le ejecutaría, de modo que sería olvidada para siempre en la memoria de Cythere. Si el bebé era una niña, conservaría sus riquezas mas nunca volvería a aparecer en la corte; la niña sería abandonada en las dunas del desierto. Las antiguas esclavas y las concubinas que fueron amigas de Malha en vida no estuvieron de acuerdo; exigieron la pena de muerte para Benedea y que la criatura fuese entregada a alguna familia fuera de la corte, dado que el bebé no tenía por qué pagar por el crimen de su madre. El Fersí decidió entonces que se te permitiera vivir en la corte, pero que Benedea se hiciera cargo de ti como esclava; como podrás imaginar, hizo todo lo contrario".

"¿Y qué hicieron al respecto?"

"Las concubinas y las antiguas esclavas exigieron a la Madre Regente que la obligaran a cumplir la orden del Fersí o que la ejecutaran por traición; pero como supo Ghani después, la Madre Regente no podía hacer nada. Benedea se había aliado con el hijo favorito del Fersí, Aderrabmer, quien medió entre ellos para que volviera a tener el favor imperial. Supongo que eso enfureció tanto a todos que no dudaron en apoyar a Karliuk en su rebelión contra el Fersí y la corte".

Hyacynthe reflexionó mientras bebía un sorbo del té.

Recordó las palabras de su tía Güzelay en una ocasión, durante el Carnaval de Los Fantasmas de la Noche Eterna. La política no siempre será una cosa de buenas intenciones; siempre habrá intereses de por medio, e incluso sacrificios que favorezcan a una persona. En su caso, su madre biológica optó por sacrificarla a ella, su propia hija, en pos de sus intereses, quizás sabiendo que pagaría un precio muy alto.

"Espero que lo haya disfrutado estos siete años", concluyó con indiferencia mientras bebía otro sorbo del té.

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