Jamás habría imaginado que una hermana me diría: "Soy tu fan N° 1" y ello pasa porque cuando decidí dedicar el resto de mi vida a escribir, mis empresarios hermanos se preocuparon mucho por lo que iba a ser de mí, dado que las personas que se dedican a este noble oficio, en los países del tercer mundo, digamos, no les va nada bien en cuanto a ingresos monetarios para sustentar la vida.
Ella me telefoneó y luego de decir la frase zalamera, me hizo una solicitud que me ha sido difícil de meditar y convertirla en un artículo para Contenido Original de @cervantes, puesto que el norte editorial de esta casa es tratar temas globales que preocupan y ocupan a la humanidad, pero desde una óptica fresca, juvenil y digerible; orientada a crear la conciencia colectiva sobre aquello que hace al ser humano lo que es.
Mal podría entonces ignorar su pedimento: "me gustaría que escribieras algo sobre la palabra hiriente" (!), lo cuál me sorprendió porque los humanos usamos la palabra para comunicarnos, no para herir. Además, no soy psicólogo profesional y que mi esposa lo sea, no quiere decir que tenga yo un título y esté facultado para opinar. Millones de personas hablan y se comunican diariamente alrededor del mundo y necesitan las palabras para expresar lo que quieren decir, por ello llegué a la conclusión que si era un tema global y en las próximas líneas intentaremos dilucidar el pedimento hecho.
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Abrebocas
El ser humano es visceral por naturaleza, hasta la persona más impasible ha confesado alguna vez en vida, haber perdido los estribos. Queda entonces establecida ya, la primera arista del tema: "La emocionalidad". Ella es y ha sido la culpable de muchos embrollos y puede o no ser controlada.Esa emocionalidad tiene varios "vehículos" para ser expresada, uno de ellos es "la palabra dicha" expresión que muchos reconocen por aquel famoso precepto, mediante el cuál se dice que: "una vez arrojada no puede ser recogida". Digamos que para los más versados en la comunicación, es la herramienta clave para que esta se produzca.
El tercer elemento es "la conciencia", la parte del proceso más importante, pero paradójicamente la más minimizada, cuando no, anulada. Vivir en conciencia es la tarea más difícil y demandante del ser humano y como nuestro cerebro tiende al ahorro de energía, es más fácil "no pensar" que hacerlo.
Y como todo acción humana genera una consecuencia, la última arista sería: "la reacción", sin la cuál sería imposible dibujar el cuadro completo del asunto que nos ocupa. Esta tiene muchos matices y créanme cuando les digo que después de "la conciencia", es el elemento clave en el proceso.
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Naturaleza humana
Así pues, logramos identificar los elementos que actúan en cualquier proceso comunicativo emocional que podría derivar en lo que mi hermana llamó "la palabra hiriente":- La emocionalidad
- La palabra dicha
- La conciencia
- La reacción
Por supuesto, siempre existirán factores externos que influyan en el proceso y presione a una falla en alguna parte del ciclo (enfermedades, condiciones pre-existentes, creencias, etc.), pero lo importante a dejar sentado, es que nos estamos refiriendo a aquellos conflictos cotidianos donde exageramos las reacciones y desatamos pasiones que no están estrechamente proporcionadas, con el origen del conflicto o la trivialidad del asunto sujeto de valoración.
Ciclo emotivo comunicacional por: @fermionico
Las claves
Los dos primeros elementos: "La emocionalidad y la palabra dicha" no tenemos control sobre ellos; en efecto, habiendo catalogado el primero como "visceral" y el segundo consecuencia de aquel, está claro que jamás se puede atajar algo ya en marcha, puesto que el ciclo fallaría. Recuerden que hablamos de un acto ya hecho, ya ejecutado y es "la palabra dicha". Jamás nos podremos detener a pensar lo que "habría pasado si...", porque ya pasó, la palabra está allí en el aire.Como no tenemos control sobre ello, podemos entonces deducir que sí lo tenemos sobre los dos últimos elementos del ciclo "La conciencia y la reacción" y es acá que queremos llamar la atención porque el meollo de las "palabras hirientes" tiene que ser visto desde la óptica de la solución "hacia dentro del ser", jamás hacia afuera. De no ser así, seremos vulnerables ante tantos "haters" que andan por la vida, soltando la verborrea abundante y necesaria para conseguir que el mundo gire sobre ellos y no sobre toda la humanidad.
"La conciencia" es cultivada a través del tiempo y la disciplina autoimpuesta, siempre será tan difícil obtenerla como cuando pasamos 4 horas diarias de gimnasio y trabajamos el cuerpo. En este caso se trabaja la mente en un estadio superior, al intentar tener visión sobre cada sentimiento que se activa dentro de nosotros y contrarrestar la visceralidad originaria mediante la "parsimonia espiritual". De ello depende las preguntas que son obligatorias hacerse para buscar la explicación no beligerante (siempre habrá una y si no lo cree, pregunte al padre que perdona al asesino de su hijo/a)
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Meollo
"La reacción" es tan importante que, precisamente, no tener "la conciencia" previamente trabajada, da lugar a dos resultados: la repetición del ciclo en una desviación hacia la auto-destrucción o la reafirmación de la salud mental necesaria para afrontar aquello que si importa. ¿Y porqué hablamos de auto-destrucción? Porque, contrariamente a lo que se piensa, aquello que nos perturba y devolvemos sin concientizar, crea las condiciones preciadas para una enfermedad mental o física. Aunque parezca una temeridad tal afirmación, existe abundante literatura sobre los efectos de las reacciones exacerbadas en nuestro cuerpo.El receptor es quien da fuerza a las palabras, nunca el emisor; cualquier experto en comunicación le dirá lo mismo y, prueba de ello será la cantidad de comentarios sobre lo que piensa el lector respecto al tema que nos ocupa y que tiene la libertad de plasmar al final de este escrito.
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Si partimos de la premisa anterior es fácil concluir que cada individuo tiene un enorme desafío por delante: trabajar en su propia psique de tal modo que pueda identificar lo que realmente le afecta. Cuando nos importa más lo que dicen las personas de nosotros, estamos entregando el poder del que hemos sido investidos como consecuencia del libre albedrío.
La libertad significa también evitar entregar el control de lo que usted siente a aquella persona que desea hacerle daño. Requiere trabajo y disciplina adquirir esta capacidad; mientras, seremos víctimas si escogemos ese camino o seremos personas en total armonía interior como consecuencia de cultivar la conciencia.
Así que, hermana, te digo: "la palabra hiriente" solo existe si tú quieres que así sea...
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¡Hola! Una vez leído el texto he recordado un dicho: "dos no pelean si uno no quiere". Creo que es también la intención del texto. Como cuando no aceptamos un regalo desagradable que intente darnos alguien, igual aceptar la palabra con mala intención equivale a un error.
Aprender a hacerlo requiere también restarle valor a la persona que esgrime la palabra hiriente, es dañina si permitimos que nos perjudique, suponer que quien la usó no tenía el propósito de lastimar es complicado, porque nadie habla sin intención.
He observado que algunas personas cuando hablan se acostumbran a usar expresiones fuertes de manera rutinaria, hay otras más susceptibles que se afectan cuando les hablan de esa manera. En ese caso es más fácil evitar que la palabra hiera si se asume como algo cultural.
En momentos cuando las personas son cada vez, por distintas razones, más violentas a la hora de hablar, no podemos andar a la defensiva permanentemente o con susceptibilidades, en estos casos, bien vale la recomendación de trabajar la propia psique y aprender a sortear las palabras "hirientes". Saludos.
Las palabras son poderosas. Tienen la facultad de poder acercar o alejar a las personas. Es verdad que cada quién es libre de poder asumirlas del modo que mejor le parezca, algo que me parece muy sensato. No darle al otro la capacidad de producir daño a través de su palabra es una postura muy inteligente. Excelente texto. Felicitaciones.
Hay una frase que dice, es mejor caer en las drogas que en la palabra. Te condenan, encadenan, te encierran, somos esclavo de lo que decimos. Ese ciclo es importante, me gusta la parte de la conciencia, a través de ello reconoces que está mal y tomas acción para cambiar, mejorar tus palabras, pensarlas bien antes de hablar.
Por otra parte el final, cuando te refieres a estudiar nuestra pisque, muy cierto, saber que realmente nos afecta, porque siempre diría que es inevitable que alguien salga afectado con nuestras palabras, ya sea por susceptibilidad, o nuestra culpa completamente. No podemos detener ni ocultar la verdad, "la verdad duele", si podríamos decirlas con suavidad, parsimonia y diplomacia. Entonces habría que equilibrar, comparar, y separar las cosas.
No limitar nuestra libertad de expresión, pero saberla filtrar de modo que mayormente sea positivo, sin querer lastimar a nadie, una crítica constructiva.
Cuando se trata de emocionalidad, es algo como automático de nosotros, que no podemos frenar ni cambiar, pero si saber dirigir, ya es la experiencia y una adecuada orientación para no caer esclavo de nuestros impulsos.
excelente cervantes ... gracias por escribir y apoyar contenido original
La palabras tienen poder definitivamente yo también publique algo parecido, saludos
El crecimiento llega cuando te das cuenta que no tienes que experimentar la vida como te lo habían dicho. Lo leí por ahí.
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