Ay, Dios mío, qué cuestión
Lo que tu musa decía
Le puso una mano fría
Aquella chica en cuestión
Además tibio pezón
en su espalda se aferró
Pero nadie lo esperó
En tu cuento original
que esa chica virginal
de aquella se enamoró.
Ay, Dios mío, qué cuestión
Lo que tu musa decía
Le puso una mano fría
Aquella chica en cuestión
Además tibio pezón
en su espalda se aferró
Pero nadie lo esperó
En tu cuento original
que esa chica virginal
de aquella se enamoró.
¡Brutal!
Gracias por leer, y que mi relato haya inspirado tan simpáticos versos es genial.
Tremendo detallazo, @acostacazorla.