El niño y el juego / @eudisdiaz*
Tema profundo e irreductible este que hoy nos ocupa y que hemos convenido en llamar el niño y el juego. Por separado, cada uno es de una amplitud y complejidad abrumadoras. Juntos, obviamente vienen a serlo en grado extremo.
Para tratarlo, hablaré desde la perspectiva de madre y promotora de la lectura y no como especialista en ninguno de los aspectos que aquí, sin embargo, desarrollaré.
La disposición anímica que muestra el niño ante la posibilidad de jugar es relacionada frecuentemente con su salud. Más que nada con su salud física. Es de conocimiento general que un niño que juega está sano y que, por el contrario, en un infante, el desgano a participar de cualquier actividad recreativa es señal de enfermedad.
Desde sus primeros meses de vida, el niño muestra una inclinación natural por el juego. Ya sea de manera espontánea o como respuesta a la invitación de otros, el niño casi siempre es atraído por las actividades lúdicas. Los padres y hermanos son los principales compañeros de juego que tiene un bebé y, por ende, el hogar es su primer gran campo de entretenimiento.
Jugar con los niños contribuye a crear fuertes lazos afectivos y desarrolla la confianza, la camaradería y la complicidad entre padres e hijos. Así mismo, jugando se pueden promover valores importantísimos como el respeto y la lealtad.
Juegos y socialización
Bien sea que el niño juegue a solas o acompañado de otros niños, esta es su principal actividad, es decir, es la tarea a la que le dedica más horas de su tiempo. Jugar es su ocupación primordial. Con el juego aprende formas de conducta y memoriza respuestas que luego empleará en otros contextos de la vida. Jugando aprende canciones, cuentos, retahílas, trabalenguas y, por ende, enriquece su vocabulario. Además, a través del juego establece y/o estrecha lazos de amistad.
El juego es, por lo tanto, la forma de socialización por excelencia. Con el juego el niño aprende a interactuar con sus semejantes, a acordar formas de comportamiento, a aceptar las diferencias, a celebrar con humildad sus triunfos y a reconocer con dignidad sus derrotas.
Casi todos los juegos obligan al establecimiento de reglas a las cuales los participantes deben ceñirse so pena de ser penalizados si las ignoran. Son como un mundo pequeño en el que los niños no solo crean realidades sino que las respetan como parte de un universo que no debe violentarse para que funcione adecuadamente.
Así, por ejemplo, un niño que llega tarde a un juego como el tocaíto o el escondite, suele proponer: “Juego y quedo” como una auto-sanción por incorporarse cuando ya se han echado las suertes de los participantes. Lo más hermoso es que siempre es bien recibido por sus pares.
Juegos individuales vs. Juegos colectivos
Muchos niños disfrutan jugar en grupos, no obstante, aquellos que prefieren divertirse a solas (siempre y cuando no se toquen los extremos) no deben ser vistos como “niños con problemas”. Esa preferencia por la compañía o la soledad, a la hora de realizar una actividad lúdica en específico, puede ser considerada como un rasgo de la personalidad del infante o, a lo sumo, como una decisión tomada en virtud de experiencias previas en el campo de juego. Además, muchos juegos son perfectamente ejecutables de manera individual aunque en ocasiones puedan ser realizados en parejas o grupos.
Un niño, en solitario, puede disfrutar el patear una pelota y correr tras ella; sin embargo, también puede tener -o buscar- la posibilidad de jugar con otros infantes con ese mismo objeto.
No obstante, hay juegos que solo son realizables en grupos o equipos y, por tanto, estos podrían ser los parámetros que serviría para determinar si el niño tiene una tendencia a aislarse o, por el contrario, y como suele suceder, se aparta solo en determinados momentos y cuando está ante una actividad de conjunto, se entrega al disfrute de ella sin mayor inconveniente.
Juegos y aprendizaje del léxico
Una de las formas más sencillas y rápidas de memorización y empleo adecuado de nuevas palabras es la presencia de estas como vocablos claves en los juegos. Más aún si de ello depende la realización de alguna actividad particular, el logro de una meta o el triunfo en una competencia.
La mayoría de los juegos obliga al empleo de un léxico preciso y, muchas veces, exclusivo para cada actividad. Como un ejemplo más que evidente podría señalar que ningún niño llamaría gol a la anotación que se hace en el béisbol. Y en esta disciplina en particular, hay distintas formas de identificar y distinguir las jugadas, pues, un hit, un fly o un rolling no constituyen la misma consecuencia a la acción de batear.
De igual manera existen juegos como Stop, en el cual el logro del reto planteado depende del conocimiento de muchas palabras (principalmente sustantivos) y esto obliga a los niños a consultar a los adultos de su entorno o a sus hermanos mayores, a revisar con frecuencia diccionarios y textos enciclopédicos con el propósito de documentarse y prepararse así para la competencia. Luego, la destreza en la escritura y, obviamente, la memoria harán el resto.
¿Juegos o competencias?
Aplaudir a cierto ritmo, bailar, representar algunos roles, así como imitar las voces de los animales, esconderse de otros que luego van a ir en su busca, repetir las palabras que el otro pronuncia, son actividades lúdicas que el niño realiza desde muy temprana edad aun cuando su dominio motriz, por ausencia de desarrollo biológico, no sea óptimo, pero que luego, en la medida en que va desarrollándose físicamente y pueda repetirlos, irá adquiriendo y ostentando mayor destreza en su realización.
Cuando el niño recrea la cotidianidad y, por ejemplo, simula estar en el hogar y es ama de casa o es un papá que repara el carro o asume un rol de maestra, médico o vendedor de frutas, simplemente está jugando a la representación de papeles de oficios y profesiones de los que tiene alguna noción.
Sin embargo, no podemos olvidar que, en muchos contextos, jugar es sinónimo de competir y cuando la naturaleza del juego obliga a los jugadores a demostrar mayor dominio, destreza o habilidad que sus semejantes, el niño se encuentra ante una competencia y, motivado por el espíritu competitivo, echa mano de todas sus habilidades para ganar.
Cuando el niño está en una competencia deportiva, obviamente se prepara para medir fuerzas con sus contrarios y, en ese sentido, distingue el juego no competitivo de estos en los que aspira ganar. Aquellos son solamente una experiencia de convivencia, un compartir que obliga a la concordia y a las relaciones armónicas. Los juegos deportivos, en cambio, llevan implícita la rivalidad. Sin embargo, el niño reconoce perfectamente que este antagonismo estará circunscrito exclusivamente al terreno de juego y que, una vez concluido este, ya no habrá bandos en confrontación sino solo amigos, primos, vecinos, compañeros de clases.
Juegos tradicionales vs. Juegos contemporáneos
Vistos desde la perspectiva tecnológica, los juegos también ofrecen otra posibilidad de clasificación. Aquellos que involucran el uso de equipos eléctricos y electrónicos (de uso tan popularizado en los últimos años) serían los que nos inclinaríamos a llamar contemporáneos mientras que los que no obligan al uso de estos, son de corte tradicional.
Curiosamente, la mayoría de los juegos contemporáneos pueden ser realizados de manera individual o, a lo sumo, con un compañero de juegos virtual: el propio computador.
Estos juegos, a pesar de que exigen poca actividad física, (casi todos se practican en un asiento y ante la pantalla de un computador) ejercitan el intelecto pues ponen a prueba la capacidad de anticipación y de planificar estrategias de ataque de parte del jugador.
Los juegos tradicionales, por su parte, suelen ejecutarse al aire libre e involucran (aunque no siempre) el uso de algunos objetos como cuerdas, balones, pelotas, bates, aros, y un larguísimo etcétera que los niños emplearán para llevar a cabo las actividades lúdicas.
Si el juego es el mejor mecanismo para estrechar lazos de amor y amistad incluso entre quienes circunstancialmente son nuestros contrarios, es evidente que debemos propiciar la realización de actividades lúdicas, de esparcimiento y recreación en el hogar y en la escuela siempre que tengamos la oportunidad, pues, el aprovechamiento físico y emocional que otorga es inmensurable y los beneficios para la salud mental de nuestros niños (y para todo el núcleo familiar) son indescriptibles.
Gracias por su atenta y amable lectura
Espero sus comentarios
@eudisdiaz (Eudis A. Díaz)*. Licenciada en Educación mención Castellano y Literatura. Ha impartido (desde el año 2004) las asignaturas Comprensión y Expresión Lingüística, Introducción a la Gramática, Estética de la Literatura Infantil y Seminarios de Investigación en el área de Lingüística en la Universidad de Oriente (Venezuela). Es ensayista de la columna Udistas y estudiante de dibujo artístico. Confecciona prendas de vestir de variada índole desde hace veinte años y, en sus ratos libres, escribe relatos y poemas, atiende su huerto casero poblado de plantas de cambur, tomates, ajíes y yucas. Cuida de cuatro gatos de distinto pelaje que se llevan muy mal entre ellos.
Excelente artículo, @eudisdiaz. Muy completo y mejor escrito. De gran utilidad para pades y maestros. De hecho, ofrece muchas posibilidades para investigaciones futuras, especialmente en lo concerniente a los procesos de autoregulación o autodisciplina que los niños suelen implementar en los juegos grupales y, en el caso venezolano, las variaciones o cambios que se han dado en las prácticas lúdicas de los chamos producto de la crisis actual.
Hola, @hlezama! Mi intención era hacer ver lo serio que es el juego para la salud física y mental de los chamos. Un niño debe jugar; es su principal labor. En realidad, la única.
Saludos,@eudisdiaz, he comentado en otro post de la revista la importancia de que padres y maestros ademas de promover y crear espacios para los juegos de los niños se involucren en ellos y compartan.Tu post pone el acento sobre la importancia del juego para el desarrollo afectivo de las personas
Gracias por tu lectura y comentario, @ramonochoag! Los padres y maestros deberíamos velar porque nuestros niños jueguen y, jugando, establezcan sanas relaciones entre sus pares.
Excelente articulo, donde nos dejas pasear contigo por los diversos juegos y la importancia de cada uno en el desarrollo de nuestros niños. Gracias por compartir tu trabajo @eudisdiaz, me gustó mucho.
Gracias a ti por tus comentarios, @evagavilan. Un abrazo.
Excelente post, @eudisdiaz. Un tema bastante útil para llevar al aula de clases. Gracias por compartirlo.
Gracias a ti por tu amable lectura, @lauram!
Me gustó mucho tu artículo, @eudisdiaz. Ameno, sencillo, claro, bien estructurado y muy instructivo, además de gratamente ilustrado. Te felicito por este post. Cariños.
Gracias, @josemalavem. Un abrazo.
Mi hermana querida. Que post más bonito y educativo. Muy acorde para esos tiempos. Gracias por compartirlo.
Excelente trabajo, mi querida @eudisdiaz, quedé con el deseo de seguir leyendo, lo cual es muy bueno. El texto está muy bien escrito. Te felicito. Un abrazo.
Muy interesante tu trabajo, amiga @eudisdiaz. Seria extraordinario que nuestras maestras de educación inicial lo pudieran leer, así podrían prestarle más atención a los juegos que hacen con los niños, tendrían más conciencia de todo el potencial educativo que está implícito en el juego. Gracias por esta publicación. Un abrazo.
Así es, @dailyxkcd! Gracias por pasar por aquí y reír conmigo.