Poco después de escribir esta publicación se confirmó lo de la implosión, igual de triste y lamentable, pero al menos sin la agonía.
Yo le temo al mar por lo mismo, por lo desconocido y misterioso, por la falta de aire, lo oscuro, que se yo. Me aterra imaginar lo que allí pueda existir; sin embargo, siento admiración por quienes viven la aventura.