Guillermo Cabrera Infante: “Cine o sardina”

in CELF Magazine13 hours ago (edited)


Hemos leído (o al menos se tiene referencia) del narrador cubano Guillermo Cabrera Infante aquella famosa novela de cautivador título: Tres tristes tigres (1967), una de las más reveladoras de su lúdica, mundana y erudita visión y creación, y obra clave de la narrativa latinoamericana del siglo XX. Sobre él y esta novela publiqué por aquí un artículo en 2022, que, de estar interesados, pueden leerlo en este enlace. Autoexiliado de su país natal, se residenció en 1964 en Inglaterra, donde falleció. Recibió en 1997 el Premio Cervantes. Hoy, a 20 años de su muerte (22 de febrero de 2005), vuelvo para recordarlo en otra de sus principales facetas.


Imagen de Guillermo Cabrera Infante - Fuente


Además de novelista, cuentista, ensayista, periodista, guionista cinematográfico y traductor, Cabrera Infante fue un relevante crítico de cine. De esa escritura, de la que fuera un devoto practicante en revistas y periódicos, resultaron tres libros que recopilan sus textos como amante crítico del cine: Un oficio del siglo XX (1963), Arcadia todas las noches (1978) y Cine o sardina (1997). En el 2021 la editorial española DeBolsillo los reunió en tres volúmenes bajo el título Escritos de cine.

Cabrera Infante, quien fue un empedernido jugador con el lenguaje, la ironía y el humor, refiriéndose al título de su libro Cine o sardina, expresó: “En mi pueblo, cuando éramos niños, mi madre nos preguntaba a mi hermano y a mí si preferíamos ir al cine o a comer con una frase festiva: ¿cine o sardina? Nunca escogimos la sardina. La vida se puede concebir sin sardinas, nunca sin el cine.”

De ese libro (por cierto, dedicado a la memoria de uno de los más importantes críticos y guionistas españoles, José Luis Guarner) decidí reproducir uno de los textos más breves, el primero, que copio a continuación (dejo enlace al libro en Referencias).


Fuente


El hombre que nació con una pantalla de plata en la boca

Sí, una pantalla pero no en la boca: en sus dos ojos. Debo saber lo que digo porque fui yo quien nació con una pantalla de plata en los ojos. La pantalla era la del cine y lo que primero vi fue como humo en los ojos, ya que era una imagen gris y nublada como el humo pero pasaba no en la platea sino en la pantalla. Como sabemos, la visión del cine está en los ojos del que mira. Las películas no son más que un trompe l'oeil (“trampa del ojo”, nota mía) con éxito y desde la llegada del sonido un trompe l'oreille (“trampa del oído”, nota mía) aún con más éxito.
Pero hay que admitir que hay algo de excesivo en el cine. Debe de ser la pantalla, que ya no es como era en la era heroica una sábana blanca sino, según Katz, la enciclopedia del cine, «el material reflector sobre la que se proyecta la película». En vez de reflector debería decir reflexivo porque para mí el cine es una lección de moral a 24 cuadros por segundo, que es lo que hace la ilusión de movimiento. Debida, como se sabe, a un defecto del ojo: la persistencia de la imagen en la retina.
Como en la magia de salón, donde la mano es más rápida que el ojo, para el cine el ojo es más lento que la imagen. La pantalla además tiene una desproporcionada proporción: 1:33:1. Nunca desde que la manzana le cayó a Newton en la cabeza una ecuación ha dado tanto que hablar y este formidable aspecto nos convierte a todos (las estrellas, los actores y lo que les rodea) en versiones de Gulliver y nosotros, hormigas o cigarras, liliputienses en la playa viendo a los gigantes dormir, despertarse y, en estos tiempos, fornicar con actitudes (y aptitudes) de trapecistas con la cama por red.


Con este primer texto inicia su nuevo homenaje al cine nuestro querido escritor. Con su infaltable sentido lúdico y lúcido, nos presenta su primera visión —en el sentido literal— del cine como arte y espectáculo, jugando —como no podía faltar— con sus referentes culturales y literarios (el arte renacentista, Newton, Jonathan Swift). En este destaca la importancia que le da a la imagen cinematográfica en la gran pantalla, ante la cual somos como enanos arrobados por su magia visual y auditiva.


Referencias:


https://es.wikipedia.org/wiki/Guillermo_Cabrera_Infante https://www.in-cubadora.com/wp-content/uploads/2020/10/cine-o-sardina-by-guillermo-cabrera-infante.pdf https://ellaberintodelverdugo.blogspot.com/2015/09/cine-o-sardina-guillermo-cabrera.html


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Gracias por su lectura.




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G. Caín, como también gustaba filmar sus artículos, es sin duda es uno de los padres de la narrativa cubana de todos los tiempos y quién sabe si hispanoamericana.
De una erudición y grandeza tenía la facultad de que todo lo que tocara con el brillo de su palabra lo convertía en arte. Sus propias novelas son muy cinematográficas. Como nadie Guillermo Cabrera Infante supo fotografiar a la Habana y sus madrugadas de música, alcohol y hambre, en sus novelas.
Le agradezco infinitamente haya dedicado una parte de su tiempo a hablar de este cubanazo!
Afectos.