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Cuando regresé de Colombia, llegué a casa de la madre de mis hijos. Ella me recibió con un gesto de colaboración, ya que necesitaba una intervención quirúrgica que no podía costear fuera de Venezuela. En ese momento, contaba con una póliza de seguro que solo estaba activa en el país.
Pasé directamente con el médico, quien me indicó que debía ser hospitalizado de emergencia. Al día siguiente, ya estaba realizándome los análisis necesarios antes de entrar al quirófano. Sin embargo, 24 horas después de la cirugía, volví a ser intervenido. Aquellos médicos… parecían más carniceros que profesionales, lanzándose a cortar sin miramientos.
Pasé cinco días en una conocida clínica de Maracay, cinco días que se convirtieron en una pesadilla. Mi hemoglobina no subía de cinco, y tanto los médicos como la clínica estaban en alerta. Una mala praxis me tuvo al borde de la muerte, con la "señora de la guadaña" sentada junto a mi cama. Quise llevarlos a fiscalía, pero mi esposa, Isabel, no lo permitió. Los médicos involucrados eran amigos y colegas de sus hermanos.
A pesar de su negativa a proceder contra la clínica y los médicos, Isabel estuvo a mi lado durante esos cinco días. Pidió permiso en su trabajo y se dedicó por completo a cuidarme. Fue incansable: madrugaba, gestionaba mis medicamentos, controlaba mi dolor, supervisaba mi alimentación y hasta me ayudó con las tareas más íntimas. Hoy sigo agradecido por su entrega total.
Esa actitud de Isabel siempre la acompañó. Algo similar hizo cuando le extirparon medio estómago a la esposa de su padre. No la dejó sola ni un instante. En aquel entonces, yo no podía imaginarme en un escenario así. La idea de limpiar a otra persona o asumir un rol tan íntimo de cuidado me parecía inalcanzable. Hasta que llegó el día.
En septiembre de 2019, recibí una llamada que me sacudió hasta los cimientos. Mi hermano Enrique había sufrido una caída y no podía moverse. Vivía en Turmero, una ciudad cercana a Maracay, y lo tenían en un dispensario local. Debido a la gravedad del accidente, lo trasladaron en ambulancia al Hospital Central de Maracay. Yo, sin carro en ese momento, llamé a un amigo que, casualmente, estaba en Turmero. Esperé angustiado durante horas. Enrique fue trasladado a casa a las 11:00 p.m., doce horas después del accidente. A partir de esa noche, nuestras vidas cambiaron para siempre.
Yo apenas salía de una situación económica precaria y carecía de fuerzas, pero no había opción: debía ocuparme de él. Contacté amigos para conseguir ayuda, ya que había que llevarlo al médico, comprar medicinas, alimentarlo. Conseguir medicinas era una odisea; las farmacias estaban desabastecidas, y recorrer la ciudad en busca de algo tan básico como rollos de yeso o calmantes se convirtió en un calvario.
Para ayudarlo a ir al baño o bañarlo, tenía que cargarlo. Esto provocó que desarrollara una hernia umbilical que aún me acompaña. Me convertí en todo lo que Enrique necesitaba: barbero, enfermero, psicólogo, bufón, amigo y, sobre todo, hermano. Muchos se alejaron, pero otros llegaron como ángeles enviados. Cada vez que lo llevaba al médico, dependía de la ayuda de desconocidos para cargarlo. ¡Qué peso tenía ese muchacho! Algunos me ayudaron con taxis, otros con ambulancias. Eran personas buenas en momentos difíciles.
La pandemia llegó para complicar aún más la situación. En ocasiones, para buscar alimentos o medicinas, tenía que dejarlo solo, aunque rara vez encontraba a alguien que pudiera cuidarlo. Enrique se deterioraba poco a poco. La enfermedad consumía sus huesos. Un día, mientras lo ayudaba a sentarse en la cama para comer, apoyó el brazo en el colchón, y este se partió. ¡Dios, qué escena tan devastadora! Él puso una cara de absoluto terror, y yo tuve que mantenerme firme para calmarlo. Por dentro, estaba destrozado.
El final no sería bueno. Él lo intuía, y yo lo sabía porque la doctora me lo había dicho. Evitábamos hablar del tema: él por miedo, yo porque no sabía cómo abordarlo. Su último día de vida fue la pesadilla más horrenda que he vivido. Nunca olvidaré ese momento. No hay un solo día en que no recuerde lo que pasamos juntos y no caiga en llanto.
Nunca imaginé enfrentarme a una situación así. Muchos me felicitaron por mi dedicación, pero no había alternativa: era mi familia, no podía abandonarlo. Descubrí que por un ser querido se hace lo que sea necesario. Fueron días de angustia, insomnio, cansancio extremo, miedo constante y muchas lágrimas.
Recuerdo que días antes de su fallecimiento, sufrí una caída y me golpeé el brazo derecho. El dolor era intenso, pero mi prioridad era Enrique. Cuando todo terminó, el dolor regresó con furia. Me colocaron una férula en el brazo. Qué curioso: durante ese tiempo, el dolor había desaparecido, al igual que mi hipertensión. Solo después entendí que mi cuerpo había estado en modo supervivencia.
Después de su partida, sentí un gran alivio. Me habían quitado un peso enorme. Pero no me perdono por sentirlo.
En junio de este 2025 se cumplen cinco años de la muerte de Enrique, y todavía vivo atormentado por la culpa. Hoy, 29 de marzo, hace ocho días hablé con una amiga sobre esto. Es médica y me recomendó urgentemente que busque terapia. Me dijo que debí haber acudido después de todo lo que viví con Enrique, que no puedo seguir consumiéndome en una emoción tan destructiva.
Un año después de la muerte de Enrique, falleció Luis, mi otro hermano. Cuando me avisaron, reaccioné de manera completamente opuesta: me negué a aceptarlo. Le pedí al menor de nosotros que se encargara. Tampoco me perdono por eso.
Definitivamente, necesito ayuda. Debo ir a terapia, aprender a cuidarme y sanar estas heridas que siguen tan frescas como el primer día.
Todos los Derechos Reservados. © Copyright 2021-2025 Germán Andrade G.
Contenido original, escrito para:
¡Vaya con el autocuidado! No terminamos de aprender… -Regálanos una "Gran Sugerencia" para Consentirnos- Dinámica-Iniciativa de Séptimo Día por @emiliorios.
Le hago extensiva una invitación a mi linda amiga en HIVE @vezo.
Todas las imágenes fueron editadas usando CANVA Pro.
Es mi responsabilidad compartir con ustedes que, como hispanohablante, he tenido que recurrir al traductor Deepl para poder llevar mi contenido original en español al idioma inglés. También, hago constar que he utilizado la herramienta de revisión gramatical Grammarly.
Caracas, 29 de marzo del 2025
English
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I arrived at my children’s mother’s house when I returned from Colombia. She welcomed me with a gesture of collaboration, as I needed a surgical procedure that I couldn’t afford outside of Venezuela. At that time, my insurance policy was only active in the country.
I went directly to the doctor, who told me I needed to be hospitalized immediately. The next day, I was already undergoing the necessary tests before entering the operating room. However, 24 hours after the surgery, I was operated on again. Those doctors… they seemed more like butchers than professionals, cutting without hesitation.
I spent five days in a well-known clinic in Maracay—five days that turned into a nightmare. My hemoglobin wouldn’t rise above five, and both the doctors and the clinic were on high alert. Medical malpractice brought me to the brink of death, with the "grim reaper" sitting by my bedside. I wanted to take them to court, but my wife, Isabel, wouldn’t allow it. The doctors involved were friends and colleagues of her brothers.
Despite her refusal to pursue legal action against the clinic and the doctors, Isabel stayed by my side during those five days. She took leave from work and dedicated herself completely to taking care of me. She was tireless: waking up early, managing my medications, monitoring my pain, overseeing my meals, and even helping me with the most intimate tasks. To this day, I remain deeply grateful for her unwavering devotion.
This attitude of Isabel’s always defined her. She did something similar when her father’s wife had half her stomach removed. She didn’t leave her side for a single moment. Back then, I couldn’t imagine myself in a situation like that. The idea of cleaning someone or taking on such an intimate caregiving role seemed unreachable to me. Until the day came.
In September 2019, I received a call that shook me to my core. My brother Enrique had fallen and couldn’t move. He lived in Turmero, a city near Maracay, and was being treated at a local clinic. Due to the severity of the accident, he was transferred by ambulance to the Central Hospital of Maracay. Without a car at the time, I called a friend who, coincidentally, was in Turmero. I waited anxiously for hours. Enrique was brought home at 11:00 p.m., twelve hours after the accident. From that night on, our lives changed forever.
I was barely emerging from a precarious financial situation and lacked strength, but there was no choice—I had to take care of him. I reached out to friends for help because I had to take him to the doctor, buy medicine, feed him, and more. Getting medicine was an odyssey; pharmacies were empty, and searching the city for something as basic as rolls of plaster or painkillers became a nightmare.
To help him use the bathroom or bathe, I had to carry him. This caused me to develop an umbilical hernia that I still have today. I became everything Enrique needed: barber, nurse, psychologist, jester, friend, and above all, his brother. Many people distanced themselves, but others arrived like angels sent in difficult times. Every time I took him to the doctor, I depended on strangers to help me carry him. What a heavy guy he was! Some helped with taxis, others with ambulances. They were good people in tough moments.
The pandemic arrived, making the situation even more complicated. Sometimes, to look for food or medicine, I had to leave him alone, though I rarely found anyone who could watch over him. Enrique was deteriorating little by little. The illness was consuming his bones. One day, while helping him sit up in bed to eat, he rested his arm on the mattress, and it broke. God, what a devastating scene! He looked terrified, and I had to stay strong to calm him down. Inside, I was shattered.
We both knew the end wouldn’t be good. He sensed it, and I knew it because the doctor had told me. We avoided the topic: he out of fear, and I because I didn’t know how to approach it. His last day alive was the most horrific nightmare I’ve ever experienced. I will never forget that moment. Not a single day goes by without me remembering what we went through together and breaking into tears.
I never imagined facing a situation like this. Many praised my dedication, but there was no other option—it was my family; I couldn’t abandon him. I discovered that you do whatever is necessary for a loved one. It was days of anguish, sleepless nights, extreme exhaustion, constant fear, and countless tears.
I remember that a few days before his passing, I fell and injured my right arm. The pain was intense, but my priority was Enrique. When it was all over, the pain returned with a vengeance. They put a splint on my arm. Curiously, during those months, the pain had disappeared, as had my hypertension. Only later did I understand that my body had been in survival mode.
After his passing, I felt immense relief. A huge weight had been lifted. But I can’t forgive myself for feeling that way.
In June 2025, it will be five years since Enrique’s death, and I’m still tormented by guilt. Today, March 29, I spoke with a friend about it eight days ago. She’s a doctor and urgently advised me to seek therapy. She said I should have gone after everything I went through with Enrique, that I couldn’t keep consuming myself with such destructive emotions.
A year after Enrique’s death, Luis, my other brother, passed away. When they informed me, I reacted completely differently: I refused to accept it. I asked the youngest of us to handle it. I can’t forgive myself for that, either.
I need help. I must go to therapy, learn to take care of myself, and heal these wounds that remain as raw as they were on the first day.
All rights reserved. © Copyright 2021-2025 Germán Andrade G.
The original content was written for:
So much for self-care! We're not done learning... -Give us a “Great Suggestion” to Pamper Ourselves- Seventh Day Dynamics-Initiative by @emiliorios.
I extend an invitation to my beautiful friend in HIVE @vezo.
All images were edited using CANVA Pro.
Caracas, March 29, 2025
It is my responsibility to share with you that, as a Spanish speaker, I have had to resort to the translator Deepl to translate my original Spanish content into English. I also state that I have used the grammar-checking tool Grammarly.
Te había leído, me faltaba responderte. Wao, no sabes lo identificada que me sentí, me ocurrió una situación similar con mi abuela materna. Ella estaba muy enferma y deteriorada y también sentí culpa cuando nos dejó por esa sensación de alivio. Obviamente, el alivio no es porque ya no esté esa persona, sino porque ya no está sufriendo y, si a esas vamos, vivir enfermo, sin poder valerte por ti mismo, medicado, etc., no es vida en lo absoluto ni para el enfermo ni para los que lo cuidan y más aún si se une la situación país con la falta de dinero 😞. Al final de sus días, ella ya quería descansar y nos lo hizo saber a su manera, se fue tranquila en casa, tenía 96 años. Descansó ella y descansamos nosotras. De igual manera, recibimos apoyo de las personas menos pensadas... y a los que les correspondía parte de la responsabilidad, se hicieron los locos 😂, y teniendo mejores posibilidades económicas... ese resentimiento lo tengo activo, es el único que me ha costado soltar porque todavía me da rabia lo que pasé y esa gente bien gracias, felices de la vida, aquí no ha pasado nada 😇😅. No te sientas culpable, hiciste lo que pudiste y fuiste un gran hermano, espero que retomes la terapia pronto y puedas sentirte mejor, soltar no es nada fácil. Saludos, @germanandradeg 🤗.
Hola mi querida Vanessa (@vezo),
Qué bueno saber de ti. Después de escribir ese texto, sentí un gran alivio. Lo sorprendente fue que el tema surgió por todos lados y me he dado cuenta de la cantidad de personas que han vivido la misma situación. La gente que se hace la loca y nada en un océano de irresponsabilidades siempre termina pagando las consecuencias; el universo se encarga de eso. Así que suéltalo, ya verás que lo que te digo es cierto.
La terapia ya está programada.
Como siempre, tu visita me regala alegría. Gracias por ello. Mi gran deseo es que estés bien junto a los tuyos.
Cariños desde este lado de la ciudad.
$PIZZA slices delivered:
(10/10) @cautiva-30 tipped @germanandradeg
Moon is coming
Querido señor, cada palabra suya me hace estar presente siendo testigo del dolor, la angustia y el miedo vivido. Los que cuidamos a seres amados en estados delicados de salud conocemos estos sentires.
Gracias por hacernos parte de tu historia de vida.
Gracias, gracias, gracias por tus bellas palabras, por tu visita que siempre es bienvenida.
Carriños desde este lado del planeta.Hola Josy (@aguamiel), mi buena compañera de aventuras en mis inicios en HIVE.
Debo confesar y sin vergüenza alguna, que aquí lloré:
"...Después de su partida, sentí un gran alivio. Me habían quitado un peso enorme. Pero no me perdono por sentirlo."
Lo hubiese podido decir yo, sin permitir sentirme culpable.
Estando mi papá enfermo y con 90 años, las crisis dolorosas eran seguidas y duraban noches completas; a todos nos afectaba, a mi hermano, su esposa, a mi mamá y a mí; y yo menos que los otros pues solo me quedaba en su casa para ayudarles unos tres o cuatro días, no más, pues vivo en otra ciudad y no podía dejar de trabajar.
Él sabía y sabe cuánto lo amamos y lo consentimos hasta el último momento, pero, cuando murió, el 17 de octubre que pasó, todos sentimos alivio...
Una realidad que no es ocultable.
Me parece tan normal que un estresor tan grande como el padecimiento de un ser que amamos, al desaparecer, nos active emociones de tranquilidad, pero así es...
Ni por un momento he dejado que los de mi casa sientan culpa porque "se haya acabado el tormento", como podría verse de mala fe y desde fuera, porque esa reacción es fisiológica.
Ni por un segundo le he permitido a la culpa que ocupe puestos que solo debe ocupar el amor inmenso y el sacrificio que hacemos por los que amamos.
Es hora de poner a la culpa en su lugar y reconocer esa humanidad biológica tan completa y compleja que tenemos para sobrevivir en un mundo material.
No dejo de pensar en cuánto nos quejamos, en cuánto decimos que no podemos con algo, no dejo de pensar en eso después de leerte.
Gracias por esta confianza; no sabes cuánto estimo estas reflexiones que hoy nos dejas...
Un abrazo enorme, @germanandradeg
Gracias por tus hermosas palabras (@emiliorios), amigo mío, y gracias por permitirme participar. Un fuerte abrazo virtual.
Esto es algo que nunca la IA podrá redactar...
Me viene hoy como anillo al dedo.
Y ese es el tema que trato hoy en la comunidad.
También estás invitado a comentar.Gracias a tí siempre, y desde el corazón, por estar, @germanandradeg
Hola amigo mío. Leí este escrito y era como si estuviera entrando a tu alma, cada palabra fue muy sentida y fue como si quisieras sacar de ti todo esto que te atormenta. Solo te puedo decir que quienes han pasado por el infierno reconocen en otros esa experiencia...nada como tener que estar con alguien amado por un proceso que no es sencillo, donde el cuidador se degasta al igual que el enfermo. Tal vez los demás no lo ven tanto como en el enfermo, pero si vieran el interior de ese cuidador, verían todas sus inseguridades, todos sus miedos, su cansancio físico y emocional. Tal vez se horrorizarían, pero te digo querido amigo, eres simplemente un ser humano, que dio mucho y que siente que ya no puede dar mas...tal vez los demás no lo entiendan, pero solo tu y Dios sabrán todos esos porqués. Indudablemente, debes buscar ayuda, pero siempre teniendo en cuenta de que eres humano y no eres perfecto y búscala, para aliviar tu corazón no el de los demás, porque hay cosas que solo uno debe atender. Un abrazo y que Dios te bendiga, tu amiga @brujita18 😘
Tu comentario lo he leído más de diez veces y cada vez acertaba más a mi corazón ❤️.
Una vez publicada la participación, llegó un comentario de Emilio que me hizo sentir liberado 😌. ¡Qué bien me ha hecho ese comentario, qué bueno que me tropecé con la iniciativa! 🙌
Sí, todavía hay que ir al terapeuta, pero iré con menos carga y con más amor 💖. Tu comentario también ha aportado mucho. A veces sentimos que estamos solos o que padecemos en solitario y hay muchos que comprenden ese sentir y de alguna forma es como un abrazo de consuelo 🤗. Así he sentido tu comentario.
Gracias, mi linda amiga 🌹.
Esta vez no nos hemos reído, pero te juro que sigo tocado, alguna cosa loca se me ocurrirá pronto 😜.
Te quiero, amiga, bendiciones para ti y todos los tuyos 🙏.Hola Marcia (@brujita18) 😊, mi amiga de cara bonita 🌟. Cuando comencé a escribir la participación para la iniciativa del buen amigo @emiliorios solo quería expresar que sabía lo que era olvidarse de nuestro cuidado cuando algún ser amado se enfermaba o presentaba alguna situación dolorosa 😢. Pero en la medida que iba escribiendo, sentí que me montaba en la máquina del tiempo ⏳ y me trasladaba a esos días de pesadilla y dolor junto con mi hermano. No era algo extraordinario, siempre caigo en esos recuerdos que me duelen 💔. Pero esta vez, con esta iniciativa, sentí un alivio; otra vez se me quitó un peso que me agobiaba 😌.
Hola mi querido amigo! Soy del pensar que cuando uno hace un comentario luego de leer un post, tu comentario debe indicar de que realmente lo leíste y si el escritor sabe transmitir su sentir y de paso hace que te identifíques con él ahí no hay tu tía!! Todo fluye y mucho más si existe un sentimiento de amistad y cariño, como es nuestro caso🤗
Con tu relato me hiciste visitar también viejos recuerdos. Es por eso que te digo que quien ha visitado al infierno y ya ha vuelto, sabe identificar a otro en su misma situación. Por otro lado me alegra de que te hayas servido de terapia, porque eso que hiciste fue eso, drenar esa vieja herida. No soy especialista pero a mí entender vas por muy buen camino. Un abrazo desde Caracas hasta tu rinconcito, 🫂 cuídate mucho y ten presente que todo va a estar bien🤗
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Creo que a muchos nos ha pasado de hacer lo que sea necesario por un ser querido, y que al partir de este plano por supuesto que lo extrañamos, nos toca también pensar de que está descansando en paz y no está sufriendo, pienso que de tu parte mi querido amigo @germanandradeg, esa dedicación y cuidados a tu hermano fue muy valiosa.
Gracias, mi linda amiga, por tu amable visita y comentario.
¡Cariños!
!LADY
!PIZZA
¡Gracias!