Participar en la iniciativa "Papá, cuéntame tu historia" de @mosa71 fue todo un desafío emocional para mí. Al leer las conmovedoras historias de otras participantes sobre sus padres, me encontré confrontando la realidad de mi propia relación paterna, una que dista mucho de ser convencional.
Mi papá, un hombre de la generación silenciosa, podría ser fácilmente mi abuelo. Yo, en cambio, soy una Millennial con casi cuarenta años de diferencia generacional entre nosotros. Esta brecha no solo es de edad, sino también de experiencias y formas de expresar afecto. Él es un hombre extremadamente trabajador, comenzando su vida laboral a los 10 años y dedicándose más tarde a la minería junto a mi abuelo. Es un hombre de principios arraigados y, aunque no sea expresivo emocionalmente, tiene su propio código de valores.
Desde pequeña, he sido consciente de nuestra relación distante. Mi padre nunca fue cariñoso; es más, su temperamento y su actitud reservada hicieron difícil para mí entender sus emociones. Es un hombre con sus defectos, como su machismo arraigado, pero también con virtudes, como su empatía por los animales. A pesar de su inicial resistencia, terminó siendo él quien adoptó a una gatita y ahora su casa está llena de mascotas, incluyendo caracoles de jardín.
Nuestra familia pasó por una separación dolorosa cuando mi madre, considerablemente más joven que él, decidió seguir su propio camino. Esto nos llevó a vivir como una familia disfuncional, con encuentros esporádicos que a veces complican más que mejoran las cosas. Sin embargo, mi padre siempre ha estado presente en los momentos difíciles, aunque su forma de mostrarlo sea a través de su característico genio y reservada preocupación.
A pesar de nuestras enormes diferencias y de los desafíos emocionales que hemos enfrentado, reconozco que mi padre tiene un buen corazón. Aunque su incapacidad para expresar sus sentimientos positivos a menudo eclipsa sus intenciones, sé que su presencia y apoyo han sido fundamentales en mi vida. Quizás nunca tuvimos la familia perfecta que él deseaba en sus sueños, pero en los momentos cruciales, su presencia ha sido reconfortante, aunque sea con esa cara de ogro que tanto lo define.
Recuerdo particularmente una anécdota de cuando éramos niñas, mi hermana y yo. Vivíamos en una casa modesta y mi padre siempre estaba trabajando, así que sus momentos en casa eran raros y preciosos. Un día una gata callejera nos dejó a dos de sus hijos, a pesar de su resistencia inicial, terminó adoptando a uno de ellos. Con el tiempo, no solo aceptó a ese gata, sino que su cariño por los animales creció tanto que la casa se llenó de mascotas por culpa nuestra. Esta transformación siempre me ha parecido fascinante, pues demuestra que, a pesar de su fachada dura, hay una ternura escondida.
Mi padre también es un hombre de principios firmes. Recuerdo sus lecciones sobre la importancia del trabajo duro y la honestidad. Aunque a veces estas lecciones vinieron de manera brusca, ahora aprecio esos valores que me inculcó. Su experiencia en la minería le dio una perspectiva única sobre la vida, una que valoraba la perseverancia y la dedicación. A menudo hablaba de su juventud, de cómo trabajaba junto a mi abuelo en las minas, enfrentando peligros y dificultades. Estas historias, aunque duras, siempre llevaban consigo una lección de resiliencia y valentía.
Reflexionando sobre nuestra relación, me doy cuenta de que, aunque nunca fue perfecta, hay muchos momentos que valoro. Los tiempos difíciles nos han enseñado a ser más fuertes y a apreciar las pequeñas alegrías. Mi padre, con todas sus imperfecciones, ha sido una figura constante en mi vida. Su forma de mostrar amor y preocupación puede no ser la convencional, pero está allí, en sus acciones y en su presencia durante los momentos cruciales.
La iniciativa "Papá, cuéntame tu historia" me ha permitido ver más allá de las dificultades y apreciar los aspectos positivos de mi relación con mi padre. A través de esta reflexión, he aprendido a valorar su presencia y su influencia en mi vida. Aunque nuestra relación no sea la típica historia de amor y ternura, está llena de lecciones valiosas y momentos significativos que han moldeado quien soy hoy. En última instancia, esta experiencia me ha enseñado que las relaciones familiares pueden ser complicadas y desafiantes, pero también son una fuente inagotable de crecimiento y aprendizaje.
Participating in the initiative "Dad, Tell Me Your Story" by @mosa71 was a significant emotional challenge for me. Reading the touching stories from other participants about their fathers, I found myself confronting the reality of my own paternal relationship, one that is far from conventional.
My dad, a man from the Silent Generation, could easily be my grandfather. In contrast, I am a Millennial with almost forty years of generational difference between us. This gap is not just in age but also in experiences and ways of expressing affection. He is an extremely hardworking man, starting his working life at the age of 10 and later dedicating himself to mining alongside my grandfather. He is a man of deep-rooted principles and, although not emotionally expressive, he has his own code of values.
From a young age, I have been aware of our distant relationship. My father was never affectionate; moreover, his temperament and reserved attitude made it difficult for me to understand his emotions. He is a man with his flaws, such as his ingrained machismo, but also with virtues, like his empathy for animals. Despite his initial resistance, he ended up adopting a kitten, and now his house is full of pets, including garden snails.
Our family went through a painful separation when my mother, considerably younger than him, decided to follow her own path. This led us to live as a dysfunctional family, with sporadic meetings that sometimes complicate things more than they improve them. However, my father has always been present during difficult times, even if his way of showing it is through his characteristic temper and reserved concern.
Despite our vast differences and the emotional challenges we have faced, I recognize that my father has a good heart. Although his inability to express positive feelings often eclipses his intentions, I know that his presence and support have been fundamental in my life. Perhaps we never had the perfect family he dreamed of, but in crucial moments, his presence has been comforting, even with that ogre-like face that defines him so much.
I particularly remember an anecdote from when my sister and I were little girls. We lived in a modest house, and my father was always working, so his moments at home were rare and precious. One day, a stray cat left two of her kittens with us, and despite his initial resistance, he ended up adopting one of them. Over time, not only did he accept that cat, but his affection for animals grew so much that the house became filled with pets, thanks to us. This transformation has always fascinated me because it shows that, despite his tough exterior, there is hidden tenderness.
My father is also a man of firm principles. I remember his lessons on the importance of hard work and honesty. Although these lessons sometimes came across harshly, I now appreciate the values he instilled in me. His experience in mining gave him a unique perspective on life, one that valued perseverance and dedication. He often talked about his youth, about how he worked alongside my grandfather in the mines, facing dangers and difficulties. These stories, although harsh, always carried a lesson of resilience and bravery.
Reflecting on our relationship, I realize that although it was never perfect, there are many moments that I cherish. The difficult times have taught us to be stronger and to appreciate the small joys. My father, with all his imperfections, has been a constant figure in my life. His way of showing love and concern may not be conventional, but it is there, in his actions and presence during crucial moments.
The initiative "Dad, Tell Me Your Story" has allowed me to see beyond the difficulties and appreciate the positive aspects of my relationship with my father. Through this reflection, I have learned to value his presence and influence in my life. Although our relationship is not the typical story of love and tenderness, it is filled with valuable lessons and significant moments that have shaped who I am today. Ultimately, this experience has taught me that family relationships can be complicated and challenging, but they are also an inexhaustible source of growth and learning.
@tipu curate 2
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"En última instancia, esta experiencia me ha enseñado que las relaciones familiares pueden ser complicadas y desafiantes, pero también son una fuente inagotable de crecimiento y aprendizaje." totalmente de acuerdo mi bella @jcchelme.
Me siento un poco identificada con algunas similitudes que contaste, ambos comenzaron a trabajar a muy temprana edad. El mío a los 5 años.
Como tengo una imaginación poderosa, estoy creando en mi mente la imagen a ambos niños que nos miran ahora a nosotras, con su dulzura e inocencia de la propia edad. Y nos visualizo a nosotras sonriendo les bonito... cosas mías....
Recibe mi abrazo y gratitud por sumarle vida a esta iniciativa al contarnos las historias de tu padre.
Hola Juany. Es bueno crecer y ver que los padres hicieron lo que pudieron con lo que tenían al alcance. Seguramente tus dos padres te amaron y te aman, solo que te lo demostraron como les salió. Me alegro que te hayas dado cuenta de sus cosas buenas.
Te mando un saludo, que tengas buen día! 😃