He aprendido que los días solos no son tan solos, aprendes a escucharte, a quererte, a no esperar más de alguien más, que tus necesidades se vuelven pocas, y que los días amanezcan sin estrés.
Una nube gris puede ser el anticipo de una mañana brillante, unas gotas de agua pueden ser eso que apague el fuego de un mal día y un consejo el alivio de un mal día.
Que no hay necesidad de tener a nadie que sea tóxico en tu vida, que no es necesario bloquearlo de alguna red social, vale más cuando lo bloqueas de tu vida, de tu tiempo, hasta de tus pensamientos, y empiezas a tener paz, a tener cariño incluso hacia otras personas.
Que hay errores que no podrás olvidar, pero que habrá personas que te harán sanar sin recordarte quien eras, aunque llevará tiempo saber quiénes de verdad son.
Somos vulnerables de alguna manera, no todo el tiempo podemos gritar, no todo el tiempo podemos callar o reír o estar tristes, pero podemos tratar de evitar lo que nos hace estar de una forma que de verdad no nos favorece.
Habrá mucho que escribir en 24 horas, mucho tiempo libre no será tan mal entonces, y que valdrá la pena ser antes de ser quienes somos.
Escribamos una nueva historia cada día, decidíamos que queremos enseñar y aprender, hay mucho que encontrar, pero mucho más que soltar, debemos cerrar nuestro corazón y abrir nuestra mente.
Seré un niño sin gracias, seré un preso sin condena, seré un día sin sol, seré una estrella sin cielo y una noche sin luna.
Aun así seré quien quiera yo, así ría o así corra.
Tocar las nubes no es de humanos normales, los que nos ha tocado llorar a solas, sin nadie que nos consuele de verdad, esos somos pocos, los que tocamos las nubes con la punta de los dedos.