Hispaliterario 6 / Instinto en el Ártico || [esp-eng]


VERSIÓN EN ESPAÑOL


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PIQSELS


Durante cientos de años la naturaleza ha dotado a los osos polares de instintos que le han permitido sobrevivir como especie. Muchos de esos instintos en ocasiones son incomprensibles para el ser humano que ha evolucionado y se ha adaptado al mundo natural de una manera muy diferente. Esta es la historia de un oso polar en su hábitat natural. Quizás pudo ser imaginaria o quizás pudo suceder.


El Ártico

Aún recuerdo aquel día que salí de la guarida en la que estuve recibiendo el calor de mi madre durante todo el invierno. Cuando la nieve empezó a derretirse fue despejando aquella entrada, mi madre estiró su pata y terminó de quitar el resto de la escarcha de las paredes y se levantó. Asomó su cabeza al exterior y salió de aquella cueva en donde se encontraba. Tras ella, mis pequeños pasos la siguieron y pude contemplar por primera vez aquella planicie de hielo que reflejaba el sol como un espejo.

Mi madre estaba hambrienta, lo pude notar al escuchar el crujido que hacia su estómago cuando me le acercaba. Nos dirigimos hacia el centro de aquel piso de hielo y pude ver cómo ella lo golpeaba con sus patas con tanta fuerza que lo hizo crujir hasta quebrarlo. Introdujo la mitad de su cuerpo hacia abajo y por un instante pensé que eso formaba parte de un juego, e intenté hacer lo mismo, pero mis pequeñas patas no le hacían el mínimo rasguño a aquella colosal alfombra blanca.

Allí, fue cuando mi madre me enseñó la primera lección de vida, me dijo: si sabes dónde buscar encontrarás comida, confiar en tu olfato es lo primero que tienes que hacer y si tiras la vista hacia el horizonte no verás más que hielo, pero debajo hay todo un enjambre de vida y de mucha comida.

Aunque en esa oportunidad mi madre no pudo obtener lo que sea que estaba buscando, si lo hizo al finalizar aquella tarde. Pude ver cómo se zambullía debajo de aquel hielo desapareciendo de mi vista. Al rato noté que traía en su hocico la cena y aunque fue poco lo que degusté, seguí prefiriendo esa cosa que brotaba del pecho de mi madre.

Los días que siguieron los pasé intentando romper el hielo con mis patas y conociendo el paisaje que sería nuestra estancia por una larga temporada, aunque si les soy sincero no había mucho que contemplar más que hielo hacia donde quisiera que mirase.

Una tarde recuerdo haber pasado mi primer gran susto, nos dirigíamos hacia un montón de piedras que estaban junto al borde del hielo y pude sentir como el piso debajo de mí empezó a quebrarse, dejando a mi madre al otro lado de la grieta. Como pude salté hacia donde ella estaba pero no logré alcanzarla y caí al agua; mis patas instintivamente empezaron a moverse y empecé a nadar. Mi madre que había quedado encima de un trozo de hielo que flotaba, quedó mirándome sin hacer nada, mientras podía ver como se alejaba de mí. Logré nuevamente sumergirme y cuando subí a tomar una bocanada de aire no divisé a mi madre. Aun estando en el agua no sabía a donde dirigirme y mientras más nadaba, más lejos quedaba de aquella costa de hielo; cuando de repente pude sentir como me levantaban desde abajo y me direccionaban hacia dicha costa. Era obviamente mi madre.

animals-1962487_1920.jpgPixabay by Blende12

En eso volvió a soltarme y me dijo que la siguiera. No recuerdo por cuánto tiempo estuve nadando junto a ella, lo que si pude notar es que pasábamos cerca de la orilla de aquel hielo y nuevamente nos adentrábamos más hacia lo profundo del mar, alejándonos del borde de la costa, hasta que por fin decidió que aquel entrenamiento había terminado. A partir de ese momento y hasta el día de hoy, el nadar está dentro de mí, forma parte de mi esencia y es como respirar el aire a cada momento.

La comida estaba escaseando, pero eso hacía en mí, el mínimo impacto ya que me la pasaba adherido a su pecho. No sé cuánto tiempo paso mi madre sin volver a degustar algo parecido a la comida que trajo en su hocico aquella tarde, pero si pude notar que para ese tiempo mis patas no rompían el hielo y ahora sí; quizás me tardo un poco más que mi madre en esa tarea pero igual cumplo con ese fin. Ya aquello que salía del pecho de mi madre no me llenaba lo suficiente por eso mi insistencia a estar pegado siempre a su pecho, y por primera vez desee con todas mis fuerzas aquella comida roja. El frío había empezado a desaparecer al igual que lo hacia el hielo en muchas de las zonas por la que transitábamos. Veía como mi madre rompía el hielo y se zambullía y no agarraba más que agua. En esa ocasión me preguntó si estaba listo para nadar; a lo que le dije que siempre estaba listo para eso.

Salimos del hielo cuando el sol estaba en mitad del cielo, y nadamos. Nadamos por mucho tiempo, nadamos hasta que la luna salió y volvió a ocultarse. Nadamos hasta que mis patas estaban adoloridas, hasta que por fin pude percibir aquel olor desconocido. Lo primero que pude ver fue que aquella nieve era de color marrón y no estaba fría y había una cantidad considerable de aves que muy poco se veían en casa. Pude recordar aquellas palabras de mi madre cuando llegamos a ese lugar diciendo: todo lo que aquí se mueve lo puedes comer. Debes venir para acá cuando la nieve de la casa se derrita pero debes guardar reservas de grasa para el viaje, si no lo haces morirás en el camino. En ese momento no entendí lo que mi madre quiso decirme. Más adelante pude comprender lo profundo de esas palabras. Comimos poco, pero mucho más de lo que hubiéramos comido si nos hubiésemos quedado en el hielo.

Mi madre un día me dijo que los veranos cada vez se hacían más largos, cosa que anteriormente no ocurría. Algo estaba cambiando nuestro hábitat y cada año que pasemos vivos, debemos resistir más el calor si queremos salir con vida de estos lugares. Cuando el viento trajo el aire frio emprendimos el largo viaje de vuelta a casa. Comimos lo más que pudimos y nuestras reservas de grasas estaban llenas, al menos las mías. Podía notar que la energía de mi madre estaba apaciguándose o quizás era yo que estaba creciendo y mis energías eran superiores. De hecho, en el viaje de regreso llegué primero que ella a la costa de hielo.

En dos ocasiones fui con mi madre al lugar donde se encontraba la nieve marrón y fueron muchas las enseñanzas que aprendí de ella en todas esas aventuras. Pero lo que ocurrió una mañana en aquel hielo desértico quedó marcado en lo más profundo de mi ser. Recuerdo que mi madre empezó a caminar mucho más de prisa de lo que estaba acostumbrada a caminar, yo por mi parte estaba detrás de ella intentando alcanzarla. Corrí hasta colocarme a la par, y ella volteó su mirada e hizo el rugido más fuerte que le he escuchado a un oso. Sus ojos estaban cargados de ira y me dijo que me apartara de su lado. Pensé que esa sería otras de las prácticas de supervivencia que me estaba enseñando mi madre, así que no le hice caso. Volvió a rugirme, esta vez con más fuerza y se paró delante de mí en dos patas, intentando desafiarme; al ver que no le correspondí, cayó sobre sus cuatro patas y emprendió una carrera alejándose de mi lado. Intenté nuevamente seguirla pero cuando se dio cuenta, volvió a pararse en dos patas y vino hacia mí y me embistió. No supe cómo reaccionar. Me dijo nuevamente que no la siguiera que ya el ciclo había terminado y que el invierno estaba por acercarse. Que la dejara sola. Salió corriendo y se alejó de mí.

No esta demás decir que estuve observándola a lo lejos por varios días, sin poder acercarme hacia donde estaba, hasta que finalmente perdí su rastro. Me encontraba solo en aquella planicie blanca. El viento arreciaba cada vez con más fuerza y eso era indicio de lo que se avecinaba. El invierno.

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Pixabay by Mtanenbaum

No detallaré lo que me pasó en esta etapa de mi vida, solo basta decir que puse en práctica todas aquellas enseñanzas de mi madre que me sirvieron para estar donde estoy hoy en día. Entendí que hay que aprovechar cada alimento que se consiga mientras dure el invierno, así sea del cadáver de uno de nuestra misma especie. Hay que acumular grasa suficiente y saber identificar cuando éstas están por agotarse y calcular si es suficiente la energía para emprender el viaje hacia la tierra o nieve marrón como acostumbro a decirle. Fueron muchas las veces en las que deseaba un poco de grasa que me diera la energía suficiente para seguir adelante. Fue en uno de esos instantes en que entendí la reacción de mi madre. Un trozo de carne no sería suficiente si queríamos permanecer con vida los dos en ese momento. De esta manera funciona nuestra naturaleza.

Muchas inviernos pasaron y muchos viajes en nado realicé, muchas peleas con osos evité y muchas no, y eso forjaron mi carácter. Un inicio de primavera cuando los vientos fríos ya no arreciaban con tanta fuerza pude detectar un olor, venía muy cerca de las colinas. Todos mis sentidos se pusieron alerta cuando divisé por encima de la cresta de dicha colina un enorme oso con una presa en su hocico. Sabía que si me acercaba a él significaría una lucha y si eso pasaba sin arrebatarle la carne, quizás moriría en el próximo largo viaje. Pero también mi cuerpo era mucho más grande y fuerte que el de él y si hacía que la lucha fuera corta quizás valdría la pena.

Así que me decidí por la segunda opción y me abalancé hacia ese oso, pero aquel olor a carne de la presa se mezcló con el olor de mi infancia y me detuve enseguida. Miré a los ojos aquel oso y pude identificar a mi madre. Si, era ella, como olvidar ese olor característico, como olvidar sus ojos. Muy lentamente me le acerqué lo más que pude pero aún estaba lejos, y vi detrás de ella dos pequeños oseznos que le seguían el paso. No pude acercarme más de lo que quise pero, si pude darme cuenta que ella supo quién era. Lo siguiente que hizo fue dejar un trozo de carne en medio de la nieve y el resto se la llevó en una veloz carrera junto a sus pequeños en dirección contraria a donde me encontraba. Yo por mi parte me dirigí hacia aquella comida que me había dejado, la sujete en mi hocico, me levante en mis dos patas y luego caí y corrí alejándome de ella lo más que pude.

Fue la última vez que percibí su aroma y vi sus ojos, quizás mi madre aun esté por estos lugares o quizás no. Lo más seguro es que aquellos oseznos en un futuro próximo sientan la misma sensación que yo sentí cuando me alejé de ella. Eso significa que están listos para defenderse en este mundo y sobrevivir. Quizás no haya sido el primero de sus hijos, pero lo que sí sé, es que mi madre es la naturaleza hecha osa y yo soy fruto de ella en este rincón frío del mundo, que se hace llamar, el ártico.

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ENGLISH VERSION


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PIQSELS


For hundreds of years nature has endowed polar bears with instincts that have allowed them to survive as a species. Many of these instincts are sometimes incomprehensible to humans who have evolved and adapted to the natural world in a very different way. This is the story of a polar bear in its natural habitat. Perhaps it could have been imaginary or perhaps it could have happened.


The Arctic

I still remember that day I came out of the den where I had been receiving my mother's warmth all winter long. When the snow began to melt and cleared the entrance, my mother stretched out her paw and finished removing the rest of the frost from the walls and got up. She stuck her head out and came out of the cave where she was. Behind her, my small steps followed her and I could see for the first time that plain of ice that reflected the sun like a mirror.

My mother was hungry, I could tell by the crunching sound her stomach made when I approached her. We moved towards the center of that ice floor and I could see her paws hitting it so hard that it crunched and cracked. She pushed half of her body down and for a moment I thought it was part of a game, and I tried to do the same, but my little paws didn't make the slightest scratch on that colossal white carpet.

That was when my mother taught me my first life lesson, she told me: if you know where to look you will find food, trusting your sense of smell is the first thing you have to do and if you look towards the horizon you will see nothing but ice, but underneath there is a whole swarm of life and lots of food.

Although on that occasion my mother was unable to get whatever it was she was looking for, she did by the end of that afternoon. I could see her dive under the ice and disappear from my sight. After a while I noticed that she had dinner in her mouth and although it was not much I tasted, I still preferred that thing that came out of my mother's chest.

The days that followed were spent trying to break the ice with my paws and getting to know the landscape that would be our stay for a long time, although if I am honest there was not much to contemplate but ice wherever I wanted to look.

One afternoon I remember having my first big scare, we were heading towards a pile of rocks that were next to the edge of the ice and I could feel the ground beneath me begin to crack, leaving my mother on the other side of the crack. As best I could I jumped towards where she was but I couldn't reach her and fell into the water; my legs instinctively started to move and I began to swim. My mother, who was on top of a floating piece of ice, stared at me without doing anything, while I could see her moving away from me. I managed to submerge again and when I came up for a breath of air I did not see my mother. Even being in the water I did not know where to go and the more I swam, the farther I was from that ice coast; when suddenly I could feel how they lifted me from below and directed me towards that coast. It was obviously my mother.

animals-1962487_1920.jpgPixabay by Blende12

Then she let go of me again and told me to follow her. I don't remember how long I swam with her, what I could notice is that we passed near the edge of that ice and again we went deeper into the sea, away from the edge of the coast, until she finally decided that the training was over. From that moment to this day, swimming is inside me, it is part of my essence and it is like breathing the air every moment.

Food was getting scarce, but that made the least impact on me, as I spent all my time clinging to her chest. I don't know how long my mother went without tasting again something similar to the food she brought in her mouth that afternoon, but I could notice that by that time my paws did not break the ice and now they do; maybe I take a little longer than my mother in that task but I still fulfill that purpose. What was coming out of my mother's breast was not filling me up enough, that's why I insisted on always being attached to her breast, and for the first time I wanted that red food with all my strength. The cold had begun to disappear just as the ice was disappearing in many of the areas we were passing through. I watched as my mother broke through the ice and dove in and grabbed nothing but water. On that occasion she asked me if I was ready to swim; to which I told her I was always ready for it.

We came out of the ice when the sun was in the middle of the sky, and we swam. We swam for a long time, we swam until the moon came out and went down again. We swam until my legs were sore, until at last I could smell that unfamiliar odor. The first thing I could see was that the snow was brown and not cold and there was a considerable amount of birds that were rarely seen at home. I could remember my mother's words when we arrived at that place saying: everything that moves here you can eat. You must come here when the snow in the house melts but you must save fat reserves for the trip, if you don't, you will die on the way. At that moment I did not understand what my mother wanted to tell me. Later I was able to understand the depth of those words. We ate little, but much more than we would have eaten if we had stayed on the ice.

My mother one day told me that the summers were getting longer and longer, something that had not happened before. Something was changing our habitat and every year we live, we must resist the heat more if we want to get out of these places alive. When the wind brought the cold air we started the long journey home. We ate as much as we could and our fat reserves were full, at least mine. I could tell that my mother's energy was subsiding or maybe it was me growing up and my energies were higher. In fact, on the return trip I arrived at the ice coast first.

Twice I went with my mother to the place where the brown snow was and there were many lessons I learned from her in all those adventures. But what happened one morning on that deserted ice remained etched deep within me. I remember that my mother started walking much faster than she was used to, and I was behind her, trying to catch up. I ran to catch up with her, and she turned her gaze and made the loudest roar I have ever heard from a bear. Her eyes were charged with anger and she told me to get away from her. I figured that would be another one of the survival drills my mother was teaching me, so I ignored her. She roared at me again, this time with more force and stood in front of me on two legs, trying to challenge me; when she saw that I didn't reciprocate, she fell on all four legs and started to run away from my side. I tried again to follow her but when she realized it, she stood up again on two legs and came towards me and rammed me. I didn't know how to react. She told me again not to follow her, that the cycle was over and winter was coming. To leave her alone. She ran off and walked away from me.

Needless to say, I watched her from afar for several days, unable to get close to where she was, until I finally lost track of her. I was alone on that white plain. The wind was getting stronger and stronger and that was a sign of what was coming. Winter.

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I will not detail what happened to me in this stage of my life, suffice it to say that I put into practice all those teachings of my mother that helped me to be where I am today. I understood that you have to take advantage of every food you get while winter lasts, even if it is from the corpse of one of your own species. You have to accumulate enough fat and know how to identify when they are about to run out and calculate if there is enough energy to undertake the journey to the land or brown snow as I usually call it. There were many times when I wished for a little fat to give me enough energy to keep going. It was in one of those instants that I understood my mother's reaction. A piece of meat would not be enough if we both wanted to stay alive at that moment. This is the way our nature works.

Many winters passed and many swimming trips I made, many fights with bears I avoided and many I did not, and that forged my character. One early spring when the cold winds were not so strong, I could detect a smell, it was coming very close to the hills. All my senses became alert when I spotted over the crest of the hill a huge bear with a prey in its snout. I knew that if I approached him it would mean a fight and if that happened without snatching the meat, perhaps I would die on the next long journey. But then again my body was much bigger and stronger than his and if I made the fight short maybe it would be worth it.

So I decided on the second option and rushed towards that bear, but that smell of the prey's meat mixed with the smell of my childhood and I stopped at once. I looked into the bear's eyes and I could identify my mother. Yes, it was her, how could I forget that characteristic smell, how could I forget her eyes. Very slowly I approached her as close as I could but she was still far away, and I saw behind her two little bear cubs following in her footsteps. I couldn't get any closer than I wanted to, but I could tell she knew who I was. The next thing she did was to leave a piece of meat in the middle of the snow and the rest she took it in a fast run with her little ones in the opposite direction to where I was. I for my part went towards the food she had left me, held it in my muzzle, got up on my two legs and then fell and ran as far away from her as I could.

It was the last time I perceived her scent and saw her eyes, maybe my mother is still around these parts or maybe not. It is most likely that those cubs in the near future will feel the same sensation I felt when I left her. That means they are ready to defend themselves in this world and survive. I may not have been the first of her children, but what I do know is that my mother is nature made bear and I am the fruit of her in this cold corner of the world, which is called the arctic.

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Este escrito es mi entrada al concurso hispaliterario 6 promovido por los compañeros de las comunidades @hispapro, @es-literatos @celf.magazine y @writingclub el cual nos alientan a escribir un tema libre.

Me despido de ustedes, esperando que este escrito haya sido de su agrado y extendiendo el llamado a participar a los amigos @elizabethgrey y @teknon a que se unan a esta maravillosa aventura literaria. Por acá les estaré dejando el link de invitación.

This story is my entry to the hispaliterario 6 contest promoted by @hispapro, @es-literatos @celf.magazine and @writingclub communities which encourage us to write a free theme.

I say goodbye to you, hoping that this writing has been to your liking and extending the call to participate to friends @elizabethgrey and @teknon to join this wonderful literary adventure. I will be leaving the invitation link here.



¡Gracias por leer, hasta la próxima amigos!
Thanks for reading, see you next time friends!



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Durante cientos de años la naturaleza ha dotado a los osos polares de instintos que le han permitido sobrevivir como especie. Muchos de esos instintos en ocasiones son incomprensibles para el ser humano que ha evolucionado y se ha adaptado al mundo natural de una manera muy diferente.

El hombre ha sido, es y será el depredador más déspota sobre la tierra. No se ha adaptado a todos los ambientes naturales sobre la tierra; aquellos en los cuales no se ha podido adaptar, los ha querido modificar a su antojo, para su propio beneficio.

El oso polar, tal como lo describes, está adaptado a ese inhóspito mundo animal... Aprende de las generaciones anteriores (transmitido por su madre), pero ya se encuentra registrado en su sistema genético.

Hace muchos años, cuando el hombre deambulaba desnudo, su cuerpo era peludo; con el uso de ropa ha ido perdiendo esa característica, por mencionar un ejemplo. Los animales deben adaptarse al medio, de lo contrario mueren. Recordé con su escrito a Richard Bach (1970) y su Juan Salvador Gaviota.

Sin duda el humano tiene como instinto depredar los ecosistemas de la naturaleza, como lo mencionas y los animales tienen como instinto sobrevivir y adaptarse a dichos ambientes. Gracias por comentar. Me pondré manos a la obra en leer a Richard Bach.


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Muchas gracias, por tan interesante lectura. Que me invita a reflexionar.

En primer lugar en la supervivencia, donde podemos observar lo importante que es el instinto salvaje de supervivencia y vemos como la osa tiene que alejar a su cría, no sin antes enseñarle a sobrevivir al implacable ártico❄❄❄❄.

Por otro lado, tenemos el lado humanizado, donde apreciamos el posible de sentir de un oso, que debo admitir nunca me lo había imaginado.🐻‍❄️

Y por último, la semejanza que debemos tener con nuestros hijos, debemos enseñarles desde pequeños a sobrevivir o al menos la manera que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida, por que después de todo no sabemos que les tocará vivir.🌬

Excelente escrito, mis felicitaciones 👏

Un abrazo, te deseo mucho éxito en el concurso 🤗

Hola @albanyescribe gracias por tus buenos deseos, me alegra que te haya gustado este escrito. La naturaleza ataca a cada especie animal de acuerdo a sus capacidades lo que permites a estos adaptarse para sobrevivir. Es una cruda realidad si lo vemos desde el punto de vista humano pero quizás es es algo mas natural e instintivo si lo vemos desde el punto de vista animal. Saludos 👍

Saludos @universodaniel

Relato de gran fuerza narrativa que nos pone en la piel de un animal con sentimientos muy humanos. Acción cruda de una realidad que azota nuestros parajes naturales.

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Saludos @celf.magazine tal cual, es una aventura literaria dentro de la piel de un oso, en la que nos sumerge en un mundo salvaje y nos permite ver la cruda realidad de la naturaleza.

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¿Cómo puede ser el pensamiento de un oso, lo han imaginado alguna vez? Bueno, en esta historia lo descubriremos mediante una narrativa impecable cargada de emociones y enseñanzas que pueden dejarnos entre líneas, aprendizajes para la educación de nuestros hijos conociendo además, el valor del instinto. Gran relato amigo Daniel, fue un verdadero placer leerte ayer en la madrugada antes de escribir mi historia de hoy. Gracias por escoger a Writing Club para compartirlo.

Hola mi estimado @susurrodmisterio, gracias por tu buen comentario, esto me motiva a seguir escribiendo y compartir mis escritos con todos ustedes. Y si, es una historia llena de aventuras en donde la naturaleza juega un papel muy importante en la vida de un oso. Saludos. Un abrazo hermano.

Acabo de leerlo y me ha emocionado mucho, sobre todo cuando la madre osa le ruge con rabia a su cachorro para que se aleje de ella. Esto realmente enseña una lección. Ella sabía que le había enseñado lo suficiente y que si seguía a su lado, él no aprendería ni se adaptaría a ninguna de las enseñanzas, así que tuvo que dejarlo para que sobreviviera por su cuenta. Esta es la vida de casi todos los animales, veo a mi gallina hacer esto con sus polluelos crecidos y a veces siento que si esto pudiera en cierto modo aplicarse a los humanos, a mucha gente le irá bien hoy en día pero muchos de nosotros hemos aprendido a depender de nuestros padres para todo.

Así es la naturaleza salvaje @teknon. Ese comportamiento de la osa si lo trasladamos a la naturaleza humana quizás sea desgarrador, pero en ellos funciona así y es por eso que han sobrevivido como especie y quién sabe que otras cosas más difíciles tienen que pasar. (Habría que preguntarselo a nuestro amigo el oso, para que no los cuente en otro post jajaja). Gracias por tu comentario. Saludos

¡Jeje! Entiendo perfectamente tu punto de vista. Los animales son realmente asombrosos, sinceramente. Saludos a ti también.☺️

Siempre es agradable leerte. Muchos éxitos.

Gracias @everivaspazos que bueno que mis líneas sean de tu agrado. Saludos para ti.

Me encantó!! Que hermosa y creativa forma de sensibilizar sobre este tema. Los animales del ártico viven en verdad condiciones muy duras, pero son de los ejemplos mas admirables se resistencia y perseverancia en la naturaleza. Me encantó el relato!! 😊

Hola mi estimada @titasensei gracias por tu comentario, así es, los osos polares tienen que adaptarse a una de las condiciones más hostiles de la naturaleza y así con su manera de vivir y su instinto es que han podido perdurar en el tiempo. Saludos para ti.

Disfruté la lectura de principio a fin. Como si estuviera viendo un documental sobre osos polares; pero narrado por el oso; y cargado de sentimientos.
Buen trabajo @universodaniel. Saludos.

Gracias @juniorgomez por tu comentario que me motiva a seguir compartiendo mis escritos con todos ustedes. Saludos.

Intenso relato donde la relación amorosa madre-hijo se pone en evidencia como mensaje edificante.

Gracias por comentar @hispaliterario así es, el vínculo madre e hijo es innato en todas las especies, cada una de ellas a su manera pero así es la naturaleza. Saludos.