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Llévense el odio
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La vigilia había terminado. Solo podíamos contemplar la caída de todo lo nuestro. Demasiado paisaje perdido, dolido en el cuerpo, arrasado desde la raíz hasta el cielo. Mujeres y hombres nos asomamos por entre lo que quedaba de nuestras chozas y quedamos perplejos: afuera había crecido un crudo y oscuro silencio.
=ox0xo=
Con el pecho saturado de rabia, los vimos pasar indiferentes, en línea recta, por encima de los escombros. Todavía la sangre estaba fresca y manchaba sus botas de cuero. Sabían que habían demolido nuestros afectos, bajo sus pies se escuchaban los sonidos del cemento destruido y de muchos huesos.=ox0xo=
Imperturbables ante la aldea profanada, caminaron frente a nosotros que teníamos los rostros congelados por la mezcla de humillación y llanto. No voltearon a vernos como si lo que dejaran atrás fuera insignificante, tierra deleznable, olor a desierto. Nos habían quitado todo, desnudos de tierra, cultura, ancestros, nos quedamos quietos.=ox0xo=
Pero cuando ya habían avanzado un buen trecho, volteó uno de ellos y una burlona sonrisa nos encendió todo el cuerpo. Era una sonrisa de burla, sin pena ni lamento. Entonces nos dimos cuenta que nos habían sembrado el odio muy adentro, y que nos habían dejado lo malo y nos habían quitado lo bueno. Llévense el odio, quisimos decir, pero ya el odio no era de ellos sino nuestro
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Con el pecho saturado de rabia, los vimos pasar indiferentes, en línea recta, por encima de los escombros. Todavía la sangre estaba fresca y manchaba sus botas de cuero. Sabían que habían demolido nuestros afectos, bajo sus pies se escuchaban los sonidos del cemento destruido y de muchos huesos.
Imperturbables ante la aldea profanada, caminaron frente a nosotros que teníamos los rostros congelados por la mezcla de humillación y llanto. No voltearon a vernos como si lo que dejaran atrás fuera insignificante, tierra deleznable, olor a desierto. Nos habían quitado todo, desnudos de tierra, cultura, ancestros, nos quedamos quietos.
Pero cuando ya habían avanzado un buen trecho, volteó uno de ellos y una burlona sonrisa nos encendió todo el cuerpo. Era una sonrisa de burla, sin pena ni lamento. Entonces nos dimos cuenta que nos habían sembrado el odio muy adentro, y que nos habían dejado lo malo y nos habían quitado lo bueno. Llévense el odio, quisimos decir, pero ya el odio no era de ellos sino nuestro
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