Tiene una mujer en los ojos
Entrada la noche, cada día Don Emilio se para frente a los espejos; encorvado, trata de mostrarse erguido, sacando las espuelas ya marchitas, picoteadas por un tiempo que corroe y oxida. Allí, frente al espejo, su cuerpo se entibia al recordar el cuerpo hecho palmera de la mujer que se mueve con la brisa. Mujer en edad de aromas, que hace estremecer las piedras, que hace de las bocas cisternas, de su cuerpo una celda.
Todas las mañanas, tempranito, Don Emilio se sienta frente a la casa esperando para alegrar sus ojos, que se saben en un presidio, desde una trinchera, testigos muertos de una hermosa leyenda. Desde la silla, Don Emilio saluda a la hermosa morena que camina indiferente a los suspiros que levanta, indolente a los ojos de Don Emilio que se van detrás de ella. Y así todas las mañanas y todas las tardes, los ojos de Don Emilio acarician la posibilidad de verla, extasiados, como condenados a ver desde lejos lo que desean.
Un día don Emilio murió y todo el pueblo fue a la casa a expresar sus condolencias. El cuerpo del hombre en su cama, con la sangre fugada en las venas, es visto por miles de rostros conocidos. Un desfile pasa por el lecho de muerte viendo la crepuscular figura fallecida. Todo el mundo exclama y con pena señala los ojos de don Emilio que parecen ventanas abiertas. Los que lograron acercarse al rostro y ver de cerquita la traslúcida piel, extrañados comentaron después, que en aquellos ojos abiertos tenía una cosa tatuada: la figura de una mujer.
Mentiría si dijera que no entiendo a Don Emilio y pensar que después de todo, ese hombre se ha ganado el Paraíso, porque ya purgó en vida el pecadillo de la lujuria, ya que bastante castigo es tener el cielo tan cerca y a la vez tan lejos. Y el deseo, al fin y al cabo, es tan natural como la vida misma. Un abrazo
El deseo fue lo que hizo que nos expulsaran de un paraíso y nos llevara a otro!! Aquí hay una canción famosa que dice:
Salud por el deseo que crece, aunque sea tarde. Un abrazo
La conozco, ja, ja. Me viene que ni pintado: Caballo viejo
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Tu relato elogia el deseo que nutre la sensibilidad de esos hombres eternos enamorados de la belleza femenina. Recordé aquel filme de François Truffaut, El hombre que amaba las mujeres. Saludos.
Querida @nancybriti, sospecho que todos los hombres moriremos con una mujer tatuada en los ojos.
Un abrazo.
Una leve sospecha que es creíble, mi buen y estimado amigo, @rjguerra! Te abrazo fuerte ;)
Muchísimas gracias, amigos. Infinitamente emocionada por su apoyo! Saludos