¡Hola! @enraizar
Ciertamente, parece que ya paso una eternidad desde aquellos malintencionados encierros. Recuerdo que me vacune solo por no tener inconvenientes si se presentaba la posibilidad de viajar. Finalmente, llego cuando ya no pedían el certificado.
Dos años sembrando el miedo. En algún cajón de mi casa en Cumaná debe de estar la mascarilla de tela que portaba en el bolsillo y me ponía para tomar el autobús o entrar en los comercios.
Un regalo del consejo comunal que me duro toda la plandemia y más.
Un gran relato para refrescar la memoria.
Muchas gracias mi estimado @felixmarranz. Al menos, hoy creo que lo viviría de otra forma, si tanta carga emocional. Me recuerdo meses muy enfadado. En julio de 2021 tuve que viajar para ver a una amiga que estaba mal, me vacuné, y llegué tarde.
Un abrazo muy grande.
Creo que fue una ventaja vivir en una zona semirrural de una ciudad pequeña. Imagino el infierno de las grandes ciudades. Por ejemplo; mi hijo ya vivía en Buenos Aires y me contaba que cuando paso por cierto malestar y pidió cita médica, lo atendieron vía telefónica y mensajes.
Unos vecinos a los que les dio fiebre en aquellos días, se hospitalizaron en un estado de pavor increíble, se despidieron encargándonos el cuidado del perro, como si no fueran a volver. Por fortuna a los 4 días estaban de vuelta, pero un conocido cercano no tuvo la misma suerte.
Otro abrazo, y prohibido olvidar.