Hoy caí en cuenta de que en 10 meses cumplo 60 años. SE-SEN-TA. Lo deletreo a ver si me asusta menos, pero igual me suena a advertencia de carretera: REDUZCA LA VELOCIDAD.
Soy la sobrina mayor, aunque me antecede por un mes de diferencia mi primo Luis. Me considero la primogénita de la segunda camada, una de las que la que vio a los tíos beber whisky y bailar pasodobles mientras desde la mesa, me preguntaba ¿en qué momento exacto la gente se hace grande? Será cuando empiezan a decir "¡Dejate de vainas!yo soy joven todavía!".
Pero ahora me miro al espejo y veo las mismas arrugas de Mamá y Papá. Siento la soltura de tía Nina cuando se lanza a la pista sin importarle el qué dirán, y los mismos ojos de tía Malvina cuando empieza a contar anécdotas de sus salidas con la mano sobre el abdomen, pidiéndole al colón un poquito de paciencia.
Si me esfuerzo un poco, por ahí encuentro en mí hasta el antiparabolismo de tío Napoleón después del tercer whisky y la vanidad de tía Pacha, que jura no envejecer porque el retrato de Dorian Gray lo tiene bien escondido.
Y entonces me doy cuenta: seremos jóvenes mientras haya viejos.
Mientras alguien nos mire y vea en nosotros la versión futura de su propia risa, mientras sigamos cambiando de look como tío Alejandro y su variedad de sombreritos, o caminando por la vida con el vigor de tía Marta, como ella se camina la Bermudez en Cumaná.
Así que feliz día de la juventud para los que seguimos practicando, a pesar de los huesos, las arrugas y los nietos. Porque si algo nos enseñaron los tíos, es que la vida es larga, pero la juventud es terca, como los Vargas.
Si te gustó, deja tu comentario: ¿Quién es el tío o la tía más joven de espíritu en tu familia? ¡Quiero leer sus historias! 💃🥃✨
Saludos amiga, que bonita reflexión y aqui llegue o que casi alcanzo los 50 a complementar tu escrito apoyar esta parte de tu texto.
Mientras tengamos espíritu joven seguimos siendo jóvenes, te envió un fuerte abrazo bendiciones sigamos siendo jóvenes sin importar lo que indiquen los números.
Tienes toda la razón. El número de años no tiene nada que ver con lo que sentimos por dentro. Yo siempre digo que mientras haya un corazón que lata con ganas de vivir bonito, eso es lo que importa. Uno puede tener 20, 50 o 80, pero si se mantiene el espíritu, si seguimos cambiando, reinventándonos, aprendiendo… ¿quién nos para?
Es cierto que el cuerpo se va cansando, pero la energía sigue intacta. Y eso lo llevamos en los ojos, en la forma en que nos reímos, en cómo miramos la vida. Gracias por complementar lo que escribí, se siente muy bonito ver que nos entendemos en este viaje. Un abrazo gigante, que la vida nos siga sonriendo, ¡y a disfrutar de todo lo que viene!