El norte de España siempre ha sido soberanamente espectacular y en muchos de los lugares de una costa extraordinaria, que se extiende desde el País Vasco hasta lo más profundo de Galicia, leyendas y tradiciones todavía continúan vigentes, en algunos casos con una fuerza todavía espectacular. Son paisajes de ensueño, no sólo los paisajes de la costa, sino también los paisajes de interior, con las imponentes cadenas de montañas y esos bosques sombríos, autóctonos, aunque en algunos casos malheridos por la introducción, para la industria, de árboles como el eucalipto. Cierto que las aguas del Cantábrico y del Atlántico son frías, lo que no impide, sin embargo, que las playas estén llenas en verano y en ellas se practiquen deportes como el surf. De hecho, en la costa del Golfo de Vizcaya, en un hermoso pueblo marinero que se llama Mundaka, vienen conocidos surfistas de Estados Unidos y de Australia, pues al parecer, lo que denominan su ola izquierda, es de lo más especial. El otoño, al que siempre he considerado para mi gusto, como la más extraordinaria de las estaciones (quizás sea porque soy Libra y nací en otoño) dota a los lugares de un carisma muy particular, cuyos colores transforman los paisajes, dotándolos de un cromatismo espectacular. Esa casita a la que te refieres, estimada amiga, no es tal, sino una antigua, antiquisima ermita que no sólo tiene la devoción de las gentes marineras de alrededor, sino que también fue uno de los escenarios que se utilizaron en la famosa serie Juego de Tronos: la ermita de San Juan de Gaztelugatxe. Un lugar extraordinario, que por la afluencia de turistas, motivados por el morbo de ser uno de los escenarios de tan famosa serie, ve ahora y con mucho sentido común y razón, el acceso limitado. Junto a ella, hay un refugio, con chimenea, donde la gente, al menos antiguamente, podía pernoctar y prepararse sus alimentos. Pero lo extraordinario, es la aventura de llegar hasta ella, por un paisaje increíble y la subida de los 241 escalones (2+4+1=7, número mágico) y el toque de campana, al llegar a la cima para atraer buena suerte y bendiciones. Como te decía al principio, hay tradiciones que nunca mueren. Muchas gracias por tu comentario y un fuerte abrazo.
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