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False Advertising
It was just that, it was just false advertising, and no more was needed to know that his life was hanging by a thread. Since he took that job, every day he gambled with his life, every step statistically bringing him closer to ruin. It was a misleading ad that promised revolutionary protective gear, but in the end, it turned out to be nothing more than empty marketing fluff. His suit barely filtered the toxic particles, and the slightest mistake would doom him to a slow and painful death, agonizing in a bed.
At that moment, and after that false advertising, he could only think about how he had accepted the job. Cleaning the surface of destroyed planets is the least wanted and least requested job: too many risks for minimum wage. But what choice did he have? He owed too much at the space casino, and this was the most common way to settle the debt.
For a moment, he stopped, looking out the window of the space capsule, and thought about the possibilities that must have existed in the past for such a large planet, full of oceans. Oceans that are now either too dry or too dirty. He remembered the stories from when he was a child, of a planet full of life and green color.
—What is this planet called? —he asked the foreman.
—Come on, move that suit! Earth won’t clean itself.
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Falsa publicidad
Solo fue eso, solo fue una falsa publicidad y no se necesitó más para saber que su vida pendía de un hilo. Desde que tomó ese trabajo, cada día se jugaba su vida, cada paso lo ponía estadísticamente más cercano a la ruina. Fue un anuncio engañoso que prometía un equipo de protección revolucionario, pero al final resultó ser tan solo una máscara de marketing vacía. Su traje apenas filtraba las partículas tóxicas, y el mínimo error lo condenaría a una muerte lenta y dolorosa, agonizando en una cama.
En estos momentos y después de esa falsa publicidad, solo pudo pensar en cómo aceptó el trabajo. Limpiar la superficie de planetas destruidos es el trabajo menos querido y menos solicitado: demasiados riesgos para un salario mínimo. Pero, ¿qué salida tenía? Debía demasiado en el casino espacial, y esta era la forma más común de saldar la deuda.
Por un momento, se detuvo mirando por la ventanilla de la cápsula espacial y pensó en las posibilidades que debieron de existir en el pasado para un planeta tan grande y lleno de océanos. Océanos que hoy se encuentran o muy secos o muy sucios. Recordó las historias de cuando era niño, sobre un planeta lleno de vida y de color verde.
—¿Cómo se llama este planeta? —le preguntó al capataz.
—¡Vamos, mueve ese traje! La Tierra no se limpiará sola.
