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The Sacrifice
Elysium rose solemn and magical amidst the dunes and arid lands of the planet. A city that evoked ancient times before the war, where towers fused with an industrial aesthetic and the beauty of forgotten temples. The marble walls and crystal windows were complemented by creaking gears and tangled cables that sparkled in neon lights. The people of Elysium were the sole survivors of a bygone era, on a planet that was once fertile and beautiful but was destroyed by the greed and wars of the past.
The inhabitants of Elysium, however, had managed to triumph through the centuries, learning to make peace their policy and love their religion. Thanks to the development of conscious science and magic, Elysium had risen like a phoenix from the ashes of the planet, reaching a point of rapid and vertiginous progress.
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One night, under the twinkling stars and electric streetlights illuminating the skies, a gigantic dragon with wings that shimmered like precious gemstones, appeared soaring over Elysium. Its wings glowed with tones of emeralds and rubies, and its hypnotic radiance illuminated the colossal creature, while its golden eyes burned like the suns of the planet. The inhabitants of Elysium recognized it from stories told to children, legends passed down through generations. It was said to bring fortune and prosperity, along with unknown wisdom.
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The dragon descended peacefully into the central square, and the citizens gathered around. Its magnificent and serene presence instilled a mixture of fear and hope. With a deep and melodious voice, the dragon introduced itself:
— My name is Eldorath — the dragon said —. People of Elysium, I have come to offer you a life of eternal peace and prosperity. However, everything comes at a price. You must sacrifice your connection to the planet's vital energy. This energy binds your lives to the planet, and it has suffered greatly. If you wish to be completely happy, without worries for the future, you must sever this bond.
Days passed, and the inhabitants and leaders of Elysium struggled to find an answer. The vital energy connected them to the planet and its suffering, but it had also allowed them to build their city and strive for a better world. Should they accept Eldorath's deal? Many feared that healing the planet completely would take generations, perhaps centuries or millennia.
The day of the final decision arrived, and everyone gathered in the square again. One of the young scientists stepped forward and said:
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— Eldorath, we have made a decision. We do not accept the sacrifice. We cannot renounce feeling our planet. It is our love for it that has allowed us to survive and learn from the mistakes of the past. We value your offer, but we must maintain the connection to the life force out of love for our planet, to share in its pain and its future joy and happiness.
The dragon, instead of becoming angry, bowed its head in respect and approval.
— You are brave and wise — Eldorath said in its melodious voice. Then it spread its wings gracefully and took off into the sky. From above, it released hundreds of millions of glowing leaves over the city. Each leaf contained knowledge, advice, and new and forgotten spells—a blessing that the inhabitants joyfully gathered and compiled into several volumes called The Gifts of Eldorath.
That day marked an even more prosperous beginning for the people, with renewed wisdom, the planet healed faster, and new inventions and energy sources made life easier for the citizens and happier for the planet. They discovered that the true blessing is knowledge, and it is not found in rejecting or accepting a sacrifice, but in loving what you believe in, uniting people's desire for the planet's good, imagination, and reality, old and new.
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El Sacrificio
Elysium se levantaba solemne y mágica a través de las dunas y áridas tierras del planeta. Una ciudad que evocaba los antiguos tiempos antes de la guerra, donde las torres se fusionaban con una estética industrial y la belleza de templos olvidados. Las paredes de mármol y los ventanales de cristal se complementaban con engranajes chirriantes y cables enmarañados que destellaban en luces neón. El pueblo de Elysium era el único sobreviviente de un tiempo pasado, en un planeta que una vez fue fértil y hermoso, pero que la codicia y las guerras destruyeron.
Los habitantes de Elysium, sin embargo, habían sabido salir triunfantes a través de los siglos, aprendiendo a hacer de la paz su política y del amor su religión. Gracias al desarrollo de la ciencia y la magia consciente, Elysium había resurgido como un ave fénix de las cenizas del planeta, alcanzando un punto de rápido y vertiginoso avance.
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Una noche, bajo el brillo de titilantes estrellas y las farolas eléctricas que iluminaban los cielos, un gigantesco dragón de alas resplandecientes apareció surcando el cielo de Elysium. Sus alas irradiaban tonos de gemas preciosas, como si estuvieran hechas de esmeraldas y rubíes. Su fulgor hipnótico iluminaba la colosal criatura, y sus ojos dorados brillaban como los soles del planeta. Los habitantes de Elysium lo reconocieron de las historias que se contaban a los niños, leyendas pasadas de generación en generación. Se decía que venía a traer fortuna y prosperidad, junto con una sabiduría desconocida.
El dragón descendió apaciblemente en la plaza central, y los ciudadanos se reunieron a su alrededor. Su presencia magnificente y serena infundía una mezcla de temor y esperanza. Con una voz profunda y melodiosa, el dragón se presentó:
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— Mi nombre es Eldorath —dijo el dragón—. Gente de Elysium, he venido a ofrecerles una vida de paz y prosperidad eterna. Sin embargo, todo tiene un precio. Deberéis sacrificar vuestra conexión a la energía vital del planeta. Esta energía une sus vidas con el planeta, y este ha sufrido mucho. Si desean ser completamente felices, sin preocupaciones por el futuro, deben romper ese vínculo.
Los días pasaron y los habitantes y líderes de Elysium no lograban encontrar una respuesta. La energía vital los conectaba al planeta y su sufrimiento, pero también les había permitido construir su ciudad y luchar por un mundo mejor. ¿Deberían aceptar el trato de Eldorath? Muchos temían que sanar al planeta completamente tomaría generaciones, quizás siglos o milenios.
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El día señalado para la respuesta final llegó, y todos volvieron a reunirse en la plaza. Uno de los jóvenes científicos de la ciudad se adelantó y dijo:
— Eldorath, hemos tomado una decisión. No aceptamos el sacrificio. No podemos renunciar a sentir nuestro planeta. Es nuestro amor hacia él lo que nos ha permitido sobrevivir y aprender de los errores del pasado. Valoramos vuestra oferta, pero debemos mantener la conexión con la corriente vital por el amor que nos une a nuestro planeta, para compartir su dolor y su futura alegría y felicidad.
El dragón, en lugar de enfurecerse, inclinó su cabeza en señal de respeto y aprobación.
— Valientes sois, a la par de sabios —dijo Eldorath con su melodiosa voz. Luego alzó sus alas con elegancia y despegó en vuelo hacia el firmamento. Desde allí, dejó caer sobre la ciudad cientos de millones de hojas resplandecientes. Cada hoja contenía conocimientos, consejos y hechizos nuevos y olvidados, una bendición que los habitantes recogieron con alegría y recopilaron en varios tomos, llamados Los Dones de Eldorath.
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Ese día marcó un comienzo aún más próspero para el pueblo, con sabiduría renovada, el planeta sanaba más rápido, y los inventos y energías nuevas hacían la vida de los ciudadanos más fácil y al planeta más feliz. Descubrieron que la verdadera bendición es el conocimiento, y no se encuentra en rechazar o aceptar un sacrificio, sino en amar aquello en lo que creen, uniendo el deseo de las personas al bienestar del planeta, imaginación y realidad, lo antiguo y lo nuevo.
Muy bien amigo, interesante historia llena de magia y convicción de pertenencia. Ojalá, la humanidad sintiera así ese amor por el planeta, todo sería diferente, viviríamos en un mundo más compenetrado con la naturaleza.
Amigo, espero sinceramente, que algún día el egoísmo de nuestro planeta y de nuestra especie sea solo una historia más, que todo lo malo que pasa en el mundo actualmente quede como la experiencia del pasado y aprendamos de nuestros errores. Sé que quizá por nuestra propia naturaleza puede ser una utopía, pero al menos acercarnos a ese sueño. Gracias por leer mis palabras y por hacerme saber que alguien prestó atención a mis letras, le deseo lo mejor, llegue mis saludos cordiales.