Batalla dígital (relato)

Se acomodó y escudriñó el mar de datos que lo inundaba. Un océano digital infinito se extendía ante él. Ajustó el monito y preparó su arma: el teclado. Encajó las gafas y sonrió pensando en su objetivo, un servidor inexpugnable. Bucanero digital en un vasto y peligroso territorio, la red.

Llevaba días sumergido en esa batalla. Las líneas de código se sucedían en su pantalla como olas rompiendo contra un acantilado, y cada intento era repelido por un sistema de seguridad más sofisticado. Pero no se rendiría. La tentación era grande, el botín suculento.

Sus dedos danzaban sobre las teclas, explorando cada rincón del sistema, buscando la vulnerabilidad. Luchaba contra el tiempo, contra un adversario invisible. A veces se sentía insignificante ante la inmensidad del ciberespacio. Un grano de arena en una playa infinita. Pero recordaba la adrenalina, la emoción de la caza, el poder de dominar un sistema.

Había establecido un vínculo profundo con su adversario. Respetaba su inteligencia, su capacidad de adaptación. Eran dos mentes en una batalla titánica, pero encontró la debilidad. Una pequeña falla. Con un golpe de teclado, introdujo su código. La pantalla se llenó de mensajes de error, y luego, un mensaje de confirmación. Había ganado.

Sin embargo, sintió un vacío. Había conquistado el sistema, pero ¿qué había ganado realmente? Unos datos, una victoria en una guerra interminable. La verdadera batalla era contra sí mismo, contra la adicción a la adrenalina.

Contempló su trofeo en la pantalla. No sintió orgullo, sino tristeza. Se había convertido en lo que odiaba: un pirata digital.

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