Imagen
Perdió un ojo. Como la muñeca con la que jugué de niña.
Solo que la muñeca no lloró y mi tía sí.
A cada rato se acomodaba un mechón de cabello sobre el ahora infértil lado de mirar.
Al hermano de mi mamá le inutilizó el brazo una máquina imprentera.
A mi otra tía le cortaron un pie por la diabetes y caminaba graciosamente dando saltitos.
Yo tengo miedo, mucho miedo de que por alguna razón, hereditaria o no, yo pierda mi mano de escribir.