Ay, mi gente, si les contara el viaje que he emprendido últimamente... Resulta que, con estos apagones que nos tienen a monte aquí en Venezuela, uno se pone a hacer cosas que nunca haría con luz. Y en una de esas noches oscuras, me dio por revisar el baúl de los recuerdos, ese que guarda fotos de mis épocas de estudiante, cuando la vida parecía más fácil y yo, más delgada.
¡Y qué sorpresa me llevé! Me topé con unas fotos donde parecía una modelo de pasarela, flaquísima, con una cinturita que daba envidia. Me quedé bizca viendo las imágenes, pensando: "¡Epa, pero qué chiquita estaba!". Y claro, ahora, con casi 20 kilos de más, la comparación es inevitable.
Pero lo más loco de todo es que, incluso en esa época, ¡me sentía gorda! ¿Cómo es la vaina, no? Nos exigimos tanto a nosotras mismas, nos comparamos con estándares irreales, nos dejamos llevar por lo que la sociedad nos dice que es "perfecto". Y así, nos olvidamos de querernos, de aceptarnos, de celebrar nuestra propia belleza.
Me puse a reflexionar sobre cómo nos dejamos influenciar por el qué dirán, sobre cómo nos convertimos en nuestras peores críticas. Y ahí me vino el bajón, la inseguridad, el "chale, ¿por qué no puedo aceptarme?". Me sentí como si estuviera atrapada en un laberinto de dudas, sin salida.
Pero bueno, menos mal que tengo a mi novio, que es un sol. Le conté cómo me sentía, cómo me atormentaba la imagen de mi cuerpo, cómo me comparaba con mi yo del pasado. Y él, con su paciencia infinita, me escuchó, me abrazó y me dijo las palabras que necesitaba oír. No se dejen engañar, que lo elegi con la profesión de psicologo, para que pudiera entender a esta loca.
Me dijo que para él yo era la mujer más bella del mundo, con mis curvas y mis rollitos, que me amaba tal cual era. Me dijo que lo importante era que yo me sintiera bien conmigo misma, que me cuidara, que me amara. Me dijo que no importaba lo que dijera el espejo, que lo que realmente importaba era lo que yo sentía por mí misma.
Y ahí me cayó el veinte. No se trata de volver a ser la flaca de las fotos, se trata de estar saludable, de sentirme con energía, de quererme. Se trata de encontrar un equilibrio entre el cuerpo y la mente, de cultivar hábitos saludables que me hagan sentir bien por dentro y por fuera.
Y mi novio, que es un motivador nato (psicologo al fin), me animó a empezar una vida fitness, no solo para bajar de peso, sino para sentirme mejor conmigo misma, para tener más energía, para cuidar mi salud. Me dijo que el ejercicio no solo cambia el cuerpo, también cambia la mente, te da seguridad, te hace sentir más fuerte.
Así que, aquí estoy, poniéndole ganas al ejercicio, comiendo más sano, y aprendiendo a quererme un poquito más cada día. Porque al final, la belleza está en la diversidad, en la autenticidad, en la confianza. Y yo, con mis kilos de más y mis kilos de menos, ¡soy hermosa! Y tú también lo eres. Asi que de ahora en adelante a repetirnos cada dia lo mismo, somos perfectos dentro de nuestra imperfeccion.
Por los momentos me despido, nos vemos en la siguiente publicacion. Acá les dejo solo las fotos viejas, para que recordemos a la Maria del pasado, esa soñadora incanzable, que a pesar de todo, se deberia sentir muy orgullosa de la Maria en la que se convirtio en el presente...
Saludos, buen post. Como en todo es importante mantener un equilibrio entre no darle una relevancia desmesurada a los estándares de belleza, como ocurre con las personas que padecen trastornos como la anorexia y la bulimia, que caen en absolutos extremos, pero tampoco creo adecuado romantizar la obesidad, enmascarándola de tras de la idea de que la bella se encuentra en la diversidad y que todos somos hermosos de una forma u otra, ya que la autoaceptación y el amor propio, no debe estar para nada reñido con la disciplina y el cuidado físico, me parece nuestro cuerpo deberíamos considerarlo un templo al que debemos mantener en un buen estado. Por eso, le deseo la mejor de las suertes en el inicio de su rutina, espero que pueda alcanzar sus objetivos y que el periodo de adaptación sea lo menos molesto posible, ya que eso siempre es duro. Yo también estoy intentando mejorar mis hábitos cotidianos, ya que el sedentarismo de mi día a día. Hasta la próxima, nos leemos en el camino.