En ese preciso momento llegó mi hermano. El día anterior habíamos quedado de vernos para almorzar. Cómo siempre llegó bromeando mientras yo me despedía de Laura o algo así, pero en el momento que la vió, se enamoró de ella.
-Nos acompañaría a amorzar- le dijo con su característica sonrisa
No sé si le caería bien desde el principio, pero aceptó sin titubear.
-Que interesante que tengan un árbol de papayas en un restaurante- comentó Laura.
-No son comestibles- insistió mi hermano.
Esta fue sin duda una de las pláticas más tontas que había oído hasta ese momento, par de enamorados, oí y muchas más..
Historia corta y fotografía