El lago Caronte
Agraciado y desgraciado el amor hallado, que la suerte sonría o llore al que lo ha encontrado. Lo mismo pasó al paso de un amor, que por no perder quiso a la muerte desafiar su poder.
Recopilando recuerdos, amores y festejos, la pasión no tenía fin en los brazos de los amantes eternos, ella era su libertad, él era su fortaleza, ambos mezclados se volvían sueños de sublimidad.
¡El lago Caronte!, ¡El lago Caronte!
Así se llamó aquel lugar
¡El lago Caronte, ¡El lago Caronte!
Donde la muerte empieza y no hay marcha atrás.
Una promesa se hizo que ofendió a los dioses, que su amor viviría después de la muerte y lo eones, pero el amor puede ser una pesadilla con bendiciones, y para los dioses, el amor puede ser una ofensa de las peores.
La tragedia los abrazó y él su amor perdió, todo se le arrebató cuando la muerte apareció, él era un muerto en vida pues la muerte todo se lo quitó, ni el llanto más profundo ni el dolor perpetuo, llenaban el vacío que ella le dejó.
¡El lago Caronte!, ¡El lago Caronte!
Así se llamó aquel lugar
¡El lago Caronte, ¡El lago Caronte!
Donde la muerte empieza y no hay marcha atrás.
¡Esto no se quedará así! Ella volverá a mi, el prometió con su corazón enardecido decidido por un ardid, buscó y buscó, la forma de traer su amor de vuelta a vivir, desde brebajes hasta pactos y todo eso fue un fracaso.
Ya cabizbajo y resignado este hombre yacía derrotado, solo en una lapida fría, dormía el hombre recostado, le había pedido perdón a su amor por haberle fallado y no de corazón, su fe aun la mantenía que volvería a ver su amor algún día.
¡El lago Caronte!, ¡El lago Caronte!
Así se llamó aquel lugar
¡El lago Caronte, ¡El lago Caronte!
Donde la muerte empieza y no hay marcha atrás.
Una anciana pasaba por las cercanías, escuchando lamentaciones y letanías, era el hombre despotricando maldiciones a los dioses por su osadía, la anciana se acercó y con curiosidad preguntó: ¿Por qué maldices a los dioses? Y el le contestó: Ellos se la llevaron y todo por amor.
La anciana confundida volvió a preguntar, ya que la explicación no tenía sentido ni razón, él airado y dolido confesaba que los dioses les envidiaban, por tener un amor tan grande que a ellos los rebasaba.
¡El lago Caronte!, ¡El lago Caronte!
Así se llamó aquel lugar
¡El lago Caronte, ¡El lago Caronte!
Donde la muerte empieza y no hay marcha atrás.
¿Quieres volver a verla? Preguntó la anciana, ¡Que pregunta tan necia! reprochó él de mala gana, la anciana sonrió, mostrando sus encías con dentadura deformada, por la sonrisa de la anciana, el hombre de incertidumbre se llenaba.
Habla con Caronte, propuso la anciana, el hombre irritado casi la abofeteaba, había sido un insulto semejante barrabasada, pero se detuvo cuando en las manos de la anciana un frasco le mostraba.
¡El lago Caronte!, ¡El lago Caronte!
Así se llamó aquel lugar
¡El lago Caronte, ¡El lago Caronte!
Donde la muerte empieza y no hay marcha atrás.
Habla con Caronte, repitió la anciana, dale esta moneda y que te llene este frasco con agua, el hombre confundido su ceño frunció y allí mismo la anciana aclaró: No es cualquier agua, es el agua de sus ríos donde cruza su barcaza, barcaza donde lleva los muertos que pagan para ir a su última morada.
¿Por qué sus aguas? Preguntó el hombre consternado, porque la llama de su esperanza se había de nuevo iluminado, en sus aguas habitan almas que de su barcaza se han resbalado, almas antiguas, almas del pasado, almas que se niegan morir cuando vivir ya han dejado.
¡El lago Caronte!, ¡El lago Caronte!
Así se llamó aquel lugar
¡El lago Caronte, ¡El lago Caronte!
Donde la muerte empieza y no hay marcha atrás.
El hombre el frasco a tomado y al fin del mundo a caminado, buscando y preguntando, donde podría encontrar a Caronte encallado, nadie sabía que decir, mucho menos responder porque pensaban que él había perdido lo que le quedaba de su razón de ser.
A Caronte encontró en las puertas del infierno, bajo un marco anunciando que allí toda esperanza se ha perdido, en las costas del río, donde reposaba su barcaza, miles de almas imploraban, ser llevadas hasta su última morada.
¡El lago Caronte!, ¡El lago Caronte!
Así se llamó aquel lugar
¡El lago Caronte, ¡El lago Caronte!
Donde la muerte empieza y no hay marcha atrás.
Lamentaciones y alharacas, todas las almas gritaban, pero eso lo ignoraba, solo negociar con Caronte era lo único que le importaba, Caronte, al ver aquel hombre con curiosidad le ha preguntado: Tu, mortal, aun vives, ¿Por qué en mis costas resides?, él, desesperado y compungido contestó sin cavilo: Vengo a hablar contigo.
Caronte confundido esperó, el hombre de su bolsillo la moneda sacó, a él no le importó descubrir que el mismo Caronte era la muerte misma ya que en su desespero le hacía cometer las peores osadías.
¡El lago Caronte!, ¡El lago Caronte!
Así se llamó aquel lugar
¡El lago Caronte, ¡El lago Caronte!
Donde la muerte empieza y no hay marcha atrás.
Vengo por un poco de tus aguas, el hombre solicitó. No sabes lo que pides, Caronte se negó. No te lo estoy pidiendo, te la estoy comprando. Por esa moneda muchos a los campos de Eliseo han viajado. Por estar con mi amor todo lo he abandonado. Caronte silencio ha guardado, meditan las palabras y en lo que ha solicitado.
Caronte, el frasco del hombre ha tomado y con él, el agua de su río lo ha llenado. Vierte esto en un lago y allí sumerge el amor que tanto has anhelado, pero procura que en sus aguas, nadie vivo sea bañado y que ella, de sus aguas, no sea abandonado. El hombre con delirante ambición el frasco se ha llevado.
¡El lago Caronte!, ¡El lago Caronte!
Así se llamó aquel lugar
¡El lago Caronte, ¡El lago Caronte!
Donde la muerte empieza y no hay marcha atrás.
Un lago no muy lejos de su casa, el frasco a vaciado y el cuerpo esquelético y depravado por los gusanos en el lago la ha bañado. ¡Milagro!, el hombre ha gritado porque su amada ha regresado.
Días de júbilo pasaron, el hombre, con su amor se ha reencontrado, todas las noches iba al lago a derramar su amor por ella y cumplir con lo acordado. Pero cada día, ella su luz de alegría se iba marchitando, tristeza era la única sombra por la que se había reemplazado.
¡El lago Caronte!, ¡El lago Caronte!
Así se llamó aquel lugar
¡El lago Caronte, ¡El lago Caronte!
Donde la muerte empieza y no hay marcha atrás.
Sácame de aquí. Ella había solicitado. Pero el con triste resignación se ha negado. Y si no puedo salir, ¿Por qué no vienes a mi lado? Él se vio horrorizado, pero antes de su replica ella ya había explicado. Tu pronto envejecerás y yo aun joven estaré en el lago, si vienes a mi lado, seremos eternos y siempre a mi lado.
El hombre seducido por sus palabras, no dudó en meterse en el agua helada y aterrado darse cuenta en el fondo miles de cuerpos bailaban y mientras ella poco a poco al fondo lo arrastraba el hombre suplicaba, ella con rostro pútrido en rabia dijo debiste dejarme en los campos de Eliseo donde te esperaba.
¡El lago Caronte!, ¡El lago Caronte!
Así se llamó aquel lugar
¡El lago Caronte, ¡El lago Caronte!
Donde la muerte empieza y no hay marcha atrás.