Volviendo de una tarde de muchas diligencias, en la plaza Tomás Espora de Temperley, provincia de Buenos Aires, nos encontramos con un espectáculo de calle bastante organizado.
Cuando pasamos de ida por el lugar, había un grupo de jóvenes bailarines haciendo una coreografía un tanto errada en sus pasos, pero que se veía que estaban disfrutando sobre manera, riendo y corrigiéndose entre ellos.
Pasado un rato vino un colectivo y todos lo abordaron para irse, quizás era un último ensayo antes de una presentación. En ese momento no lo vi así, pero quizás el universo me estaba mandando señales sobre lo que se vendría después.
Ya un tanto agotados, mi hijo y yo volvíamos a la estación del tren ubicada frente a esta plaza, cuando un grupo de payasos llamó mi atención. No soy fan de estos personajes, pero pensé que al niño le gustaría ver un poco del show, aunque la sorprendida fui yo cuando su actitud fue de darse la vuelta y estar enojado los 20 minutos que estuvimos ahí.
- Mamá, no me interesa ver payasos. Nos podemos ir? fueron sus palabras.
Me sentí un poco culpable pues mi aversión a los payasos al parecer la heredaron mis dos hijos, pero también la infancia de este ha sido particularmente muy adulta, pues creció entre personas con intereses muy distintos a los de él, cosa que trato de compensar desde hace un año, sacando a mi niña interior cada vez que puedo, no para ser su amiga, sino para que no se sienta tan aislado en casa.
En el show habían 4 payasos, y una presentadora que se vestía igual. Entre bromas y no tanto, nos hablaba sobre cómo adoptar ese modus de vida la había ayudado a mejorar en muchos aspectos de su vida.
Un momento mágico sucedió en medio de su discurso, cuando un niño se levanta y ella hace como si lo fuera a abrazar, pero él sigue de largo y ella pareciera entristecer y ante un posible llanto, otro niño del público se levantó para abrazarla. Todos aplaudimos por ese gesto tan noble de su parte.
Mientras yo buscaba integrar a mi hijo, veo que estaba muy distraído con un malabarista que practicaba a mis espaldas, así que no se aburrió del todo.
Ya luego cuando vinieron los 4 payasos que estaban detrás de la cortina para cerrar el show, la paciencia de mi hijo pasó el borde y me dijo tajantemente: vámonos! y con eso terminó nuestra experiencia en la toma de la plaza por parte de los payasos.
Returning from an afternoon of many errands, in Plaza Tomás Espora in Temperley, Buenos Aires province, we came across a quite organized street show.
When we passed by the place earlier, there was a group of young dancers performing a somewhat flawed choreography in their steps, but it was evident that they were enjoying themselves greatly, laughing and correcting each other.
After a while, a bus arrived and everyone boarded it to leave, perhaps it was a final rehearsal before a presentation. At that moment, I did not see it that way, but maybe the universe was sending me signals about what was to come next.
Already somewhat tired, my son and I were heading back to the train station located in front of this plaza, when a group of clowns caught my attention. I am not a fan of these characters, but I thought the child would like to see a bit of the show, although I was the one surprised when his attitude was to turn around and be angry for the 20 minutes we were there.
- Mom, I'm not interested in seeing clowns. Can we leave? were his words.
I felt somewhat guilty because apparently my aversion to clowns was inherited by my two children, but also his childhood has been particularly very adult, as he grew up among people with interests very different from his own, something that I have been trying to compensate for a year now, bringing out my inner child whenever I can, not to be his friend, but so that he does not feel so isolated at home.
In the show there were 4 clowns, and a presenter who dressed the same. Amid jokes and not so much, she spoke to us about how adopting that way of life had helped her improve in many aspects of her life.
A magical moment happened in the middle of her speech, when a child stood up and she pretended to hug him, but he kept walking and she seemed to be saddened, and on the verge of tears, another child from the audience stood up to hug her. We all applauded for that noble gesture on his part.
While I tried to involve my son, I saw that he was very distracted by a juggler practicing behind me, so he did not get bored completely.
Later, when the 4 clowns came out from behind the curtain to close the show, my son's patience reached its limit and he told me unequivocally: let's go! and with that, our experience in the plaza taken over by the clowns ended.
Foto/Photo by: @mamaemigrante
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
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Muy interesante amiga! Bonito tu hijo, debe ser todo un tema que sus intereses sean tan diferentes, y al mismo tiempo tiene que ser algo muy bello.
Una ternura el pequeño que se fue a abrazar a la payasa!
Oye amiga, casualmente no soy fan de los payasos. Cuando era niña, no me gustaban y ahora menos. Y a mis hijos nada de eso. Es decir, uno de ellos les tiene hasta fobia, pues. De acuerdo con tu niño. Nada que ver con payasos. Saludos, amiga.😍
A mi me gusta el arte callejero, me hiciste acordar de mis domingos por la tarde con una de mis hermanas, siempre hacíamos lo mismo, pollo y plaza las heroínas, siempre había gente presentando sus actos y me gustaba bastante. Ya no se ve tanto. Que lindo Fabri, yo fui así.
Wow que triste cuando nuestros hijos crecen, antes del tiempo que deben estar aún siendo niño, me paso algo así, mis hijas crecieron muy rápido para mi, y un día desperté y yo ya tenía 40 años, no tuve tiempo ni para mirar atrás, era trabajar y trabajar para mantener dos niñas y a mi mamita que me ayudo mucho con mis hijas. Gracias por contar tus experiencias, ah y a mi tampoco me gustan los payasos.
Tu niño se parece a mi cuando tenia su edad !! 🤣.
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Sentí el vamonos de Fabri jajaja! Pero qué bueno que se entretuvo con el malabarista un poco
Hola, @mamaemigrante!
No te culpes por los temores o gustos de tus hijos, en mi entender no se hereda; además los payasos son sujetos que por tener dimensiones grotescas asustan. Todavia persisten payasos convencionales que dan miedo.
Por otra parte, no todas las salidas son buenas, pero ya sabes cuál es el interés de tu hijo e igual extraes lo positivo de esto.
Abrazos!
A los míos no les gustan los convencionales, pero si les gustan los demoníacos.
Y lo de heredar obvio que no, fue solo un comentario.