Amor y Perdición en el Abismo Eterno
La nave Germania surcaba el vacío infinito, la misión era trasladar suministros y personal desde la Estación Internacional Lunar hacia otra estación en Europa, la luna Saturnina. Todo parecía estar con lo planeado, pero en la profundidad del vehículo, había algo latente.
Gabriela, la segunda comandante, respetada y fría en apariencia, guardaba un secreto que comenzaba a brotar. Su rostro, normalmente tan sereno como las estrellas, se agitaba en momentos de soledad. Oculto en las entrañas de la nave, estaba Leonardo, un polizón cuya simple presencia en la nave era una sentencia. Él había subido a bordo impulsado, atraído por la hermosura de la oficial.
El encuentro entre ambos había sido casual e inevitable, como el destino que arrastra a dos cuerpos a colisionar en medio de una galaxia. Los encuentros se hicieron más intensos, más arriesgados. Gabriela le llevaba raciones y, en esos intercambios de miradas, había nacido una atracción sexual, tan ardiente como peligrosa.
El comandante Beltrán, ajeno a la presencia de Leonardo, comenzó a notar cambios en Gabriela. Ella se veía ausente, distraída, con silencios prolongados. Esto le hizo sospechar. Beltrán, líder de la misión, era un hombre de pocas palabras, pero de mucho carácter. Él tenía una debilidad: Gabriela. Al principio era admiración, pero lentamente se transformó en una obsesión que lo carcomía.
El espacio sideral agiganta los miedos más ocultos, y para Beltrán, ese miedo era perder el control. Fue en su afán por mantener a la tripulación bajo su mano firme que comenzó a cometer errores, que lo llevaron a llevar un curso errático de la Germania. Las alarmas en la cabina se encendían y apagaban, la tripulación le advertía, pero él las desestimaba. Estaba sumergido en una distracción que era Gabriela.
Las horas en la nave eran eternas, hasta el fastidio. Durante uno de esos momentos, Beltrán revisó las cámaras de seguridad, buscando un indicio de lo que perturbaba a su oficial. Lo que vio en esas grabaciones hizo que su sangre hirviera. En un compartimento aislado, Leonardo estaba con Gabriela. Sexo, sexo y más sexo. Su corazón se aceleró, no por el descubrimiento de un polizón a bordo, sino por lo que significaba. Celoso y furioso, comenzó a actuar con precipitación.
En su desesperación por retomar el control, Beltrán ordenó apagar los sistemas automáticos de navegación, decidido confrontar a Gabriela y llevarla de vuelta a su órbita. Pero en su ceguera emocional, no se percató de su gran error al no corregir la trayectoria de la nave. La Germania comenzó a desviarse mucho más dirigiéndose hacia un sector del espacio no mapeado, una región que todos los navegadores evitaban más por superstición que por precaución científica.
Los días pasaron en una espiral de confusión. La tripulación comenzó a notar la falta de rumbo, las estrellas ya no coincidían con lo antes visto, y un temor persistente se fue apoderando de todos a bordo. Gabriela, entre la angustia de ser descubierta y su creciente amor por Leonardo, sentía que todo se desmoronaba.
En un día fatídico, los radares de la nave captaron algo. Un punto en el horizonte, más allá de las nebulosas. Lo que parecía una distorsión en el espacio pronto reveló su verdadera naturaleza. Una criatura colosal, imposible de describir con palabras humanas, flotaba silenciosamente en el vasto espacio. Su tamaño era tal que parecía una extensión del universo mismo, era de proporciones cósmicas. El tiempo en la nave se congeló mientras la figura avanzaba hacia ellos.
Beltrán, arropado por el terror y la culpa, ordeno revertir el rumbo, pero ya era tarde. La criatura abrió su inmensa boca, como un agujero negro, y la nave fue engullida por una fuerza ineludible. Los sistemas de la Germania fallaron, y las luces se apagaron.
Cuando el destino de la tripulación estaba sellado, la comandante Gabriela y el polizón se encontraron por última vez. Estaban claros que no había escapatoria. Todo lo vivido juntos, lo intenso y lo breve, culminaría.
Quizá en la eternidad, pensaron ambos. El fin los envolvió, solo levitó un último respiro en ese rincón desconocido del universo.
Todos los Derechos Reservados. © Copyright 2024 Germán Andrade G.
Contenido original, escrito para:
Quizá en la eternidad / Soloescribe concurso #08.
Mi invitación cordial para @getheenspring. Seguro nos regalará un texto maravilloso.
Imágenes editadas usando CANVA.
Es mi responsabilidad compartir con ustedes que, como hispanohablante, he tenido que recurrir al traductor Deepl para poder llevar mi contenido original en español al idioma inglés. También, hago constar que he utilizado la herramienta de revisión gramatical Grammarly.
English
The Germania spacecraft was crossing the infinite void, the mission was to transfer supplies and personnel from the International Lunar Station to another station on Europa, the moon Saturnina. Everything seemed to be going as planned, but deep inside the vehicle, there was something latent.
Gabriela, the second commander, respected and cold in appearance, held a secret that was beginning to bubble up. Her face, normally as serene as the stars, became agitated in moments of solitude. Hidden in the bowels of the ship was Leonardo, a stowaway whose mere presence on the ship was a sentence. He had come aboard driven, attracted by the beauty of the officer.
The encounter between the two had been casual and inevitable, like the destiny that drags two bodies to collide in the middle of a galaxy. The encounters became more intense, and more risky. Gabriela brought him rations and, in those exchanges of glances, a sexual attraction was born, as ardent as it was dangerous.
Commander Beltran, unaware of Leonardo's presence, began to notice changes in Gabriela. She seemed absent, and distracted, with prolonged silences. This made him suspicious. Beltran, leader of the mission, was a man of few words, but of great character. He had a weakness: Gabriela. At first, it was admiration, but it slowly turned into an obsession that ate away at him.
The sidereal space aggravates the most hidden fears, and for Beltrán, that fear was losing control. It was in his eagerness to keep the crew under his firm hand that he began to make mistakes, which led to the erratic course of the Germania. Alarms in the cockpit would go on and off, and the crew would warn him, but he would dismiss them. He was immersed in a distraction that was Gabriela.
The hours on the ship were endless, to the point of annoyance. During one of those moments, Beltran reviewed the security cameras, looking for a hint of what was troubling his officer. What he saw on those recordings made his blood boil. In an isolated compartment, Leonardo was with Gabriela. Sex, sex, and more sex. His heart raced, not because of the discovery of a stowaway on board, but because of what it meant. Jealous and furious, he began to act rashly.
Desperate to regain control, Beltran ordered the automatic navigation systems shut down, determined to confront Gabriela and bring her back into orbit. But in his emotional blindness, he failed to notice his big mistake in not correcting the ship's trajectory. The Germania began to drift much further off course heading into an unmapped sector of space, a region that all navigators avoided more out of superstition than scientific caution.
The days passed in a spiral of confusion. The crew began to notice the lack of direction, the stars no longer matched what they had seen before, and a nagging fear began to grip everyone on board. Gabriela, between the anguish of being discovered and her growing love for Leonardo, felt that everything was falling apart.
On one fateful day, the ship's radars picked up something. A dot on the horizon, beyond the nebulae. What appeared to be a distortion in space soon revealed its true nature. A colossal creature, impossible to describe in human words, hovered silently in the vast space. Its size was such that it seemed an extension of the universe itself, it was of cosmic proportions. Time in the ship froze as the figure advanced toward them.
Beltran, wrapped in terror and guilt, ordered to reverse course, but it was too late. The creature opened its immense mouth, like a black hole, and the ship was engulfed by an inescapable force. The Germania's systems failed, and the lights went out.
When the crew's fate was sealed, Commander Gabriela and the stowaway met for the last time. It was clear to them that there was no escape. Everything they had lived together, the intense and the brief, would culminate.
Perhaps in eternity, they both thought. The end enveloped them, only one last breath levitated in that unknown corner of the universe.
All rights reserved. © Copyright 2024 Germán Andrade G.
The original content was written for:
Maybe in eternity / Soloescribe contest #08.
My cordial invitation to @getheenspring. He will surely give us a wonderful text.
Images edited using CANVA.
It is my responsibility to share with you that, as a Spanish speaker, I have had to resort to the translator Deepl to translate my original Spanish content into English. I also state that I have used the grammar-checking tool Grammarly.
Los celos y un mal manejo de emociones puede cambiar el destino de los involucrados, totalmente encantada con el relato.
Admito que por un momento sentía esa música de fondo en modo suspenso y bueno al menos Gabriela logró vivir su momento.
Excelente relato.
Me hiciste reír con lo de la música de fondo. La soberbia, el enojo, los celos son causantes de muchos males y en mi concepto reflejan a una persona insegura.
Me alegra que te haya gustado mi historia espacial, mil gracias por la visita y comentario. Ahora me toca escribir una historia medieval, veré a qué comunidad lo asigno o tal vez se vaya directo a mi canal de historias en YouTube. Se llamará: Tenebris.
Me encantó la historia, me imaginé un amor prohibido pero dentro de una nave como al de Alien. Y bueno, el amor en su máxima expresión, al no ser correspondido puede llevar al límite del egoismo a quien no acepta un no por respuesta. Muy bueno, saludos! 💕
Hola Ivanna (@pannavi) tu comentario hermoso y fresco me llena de alegría hoy domingo, mil gracias por ello, por tu visita.
Que bueno que te gusto la historia.
Saludos desde este lado de la pantalla.
Mas finoooo! me alegro mucho, saludos! 😄