El gran Kierkegaard decía que el hombre (el ser) solía realizar uno de dos movimientos para mantenerse aferrado a lo deseado. El movimiento de la Fe, cuando se entrega a algo con la certeza de que algun día va a suceder; o el movimiento de la resignación absoluta, cuando se entrega de lleno a ese algo, aún sabiendo que nunca va a suceder.
Es difícil saber en cual de ellos se encuentra el personaje, pues no solo está lejos y perdiendo la memoria y hasta la razón, sino que es dependiente de alguien más. El destino parece ya no estar en sus manos.
Gracias por pasarte y aportar, como siempre, con tus buenos comentarios.