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Un saludo a todos. Esta es mi entrada para el Segundo llamado Concurso de relatos: “El humor nuestro de cada día”.

Clara había tardado más de una hora decidiendo el atuendo que llevaría. Finalmente, se había decidido por un vestido sencillo, pero elegante, no muy llamativo, pero tampoco anticuado, tenía una abertura que podía disimular la mitad de su pierna desnuda. Quizás era un poco atrevido, pero ya se había hecho tarde. Se subió a su pequeño Hyundai y activó el GPS.
No había arrancado aún y ya era la quinta vez que se veía en el espejo. No podía evitar sentir esa sensación de inquietud y expectación. Siempre le gustaba tener el control de la situación, ir por lo seguro, pero era su primera cita en años. Revisó los mensajes en su teléfono y miró la hora en el panel su carro. Tragó saliva. ¿Era calor o solo ella? Encendió el aire, lo apagó y luego lo encendió de nuevo. Sus manos temblaban como colegiala. Por Dios, ya era una mujer de “queteimporta” años de edad.
Echó un vistazo al perfil del chico en su WhatsApp. Se veía decente (por lo menos tenía cabello) y estaba agradecida que no usara fotos con filtro de perro.
Sus manos tamborileaban sobre el volante, a su lado, en el asiento del pasajero, había 3 lápices labiales, como si fueran opciones de destino.
“Melocotón Discreto”, un tono suave que decía soy simpática, pero no estoy desesperada.
“Rosa Cita Casual”, coqueta, pero segura.
Y por último, “Escarlata Atrevida”, rojo intenso, con nombre amenazante: Amor de Una Noche, atrevido, misterioso, con la promesa implícita de no pedir explicaciones por la mañana. Lo sostuvo unos segundos entre los dedos, como si pesara más que los otros dos juntos. Frunció los labios y lo intercambió por el primero.
“Vamos, solo es una cita. ¿Qué podría salir mal?”, se dijo, ajustando el espejo retrovisor mientras el labial cubría su boca rápidamente.
“En hora buena, has hecho una buena elección”, respondió el GPS con acento español y tono sarcástico.
“¿¡Qué!? ¿Desde cuándo hablas así?”
“Desde la última actualización, tía. Versión 12.6: Realismo emocional. Cuento con algoritmos para mejorar vuestra calidad de decisiones. O, al menos, intentarlo.”
Clara frunció el ceño.
“Lo que faltaba. Estoy teniendo una conversación con mi carro”
“Os recuerdo que no soy vuestro vehículo. Soy un sistema de posicionamiento global con inteligencia artificial”
Clara frunció el ceño.
“Solo llévame al café, ¿quieres?”
“Ubicación cargada: Café Florentino. Esperemos que el tal Daniel no sea otro tipete, con foto de hace ocho años y sea un poco más entretenido que ver una pintura secarse.”
Clara abrió sus ojos de par en par.
“¿Qué?”, preguntó el GPS. “Me lo ha dicho vuestra IA, Gemini, la del móvil. Tal cual, ¿eh? No os podéis fiar ni de vuestros propios cacharros ya.”
Clara rodó los ojos
“Y después dicen que no dominarán al mundo”, murmuró
De inmediato encendió el carro y arrancó.
El GPS continuo dando instrucciones
“Muy bien… Gira a la izquierda… o no, haz lo que quieras, como siempre. Total, tú y las señales de advertencia no os habláis. Igualito que con Gabriel, ese de los enormes brazos que pensabas que era profundo por saber abrir un vino sin romper el corcho. ¿Te suena, no?”
“¡Eso fue hace tres años!”
“¡Eh! Por lo visto, todavía lleváis su sudadera tirada en el asiento de atrás. ¿La robasteis o es parte del botín emocional, mi reina?”
“Dedícate a tu trabajo”, resopló enérgica
“Elegancia y venganza, un clásico”
“Ahora resulta que me reprocha mi propio auto”
Al acercarse a su destino, Clara comenzó a dudar.
“¿Y si no tengo química con Daniel?”
“Os recuerdo que hablasteis con él solo por mensaje. Dijo: me gustan los libros de Isabel Allende, y tú ya planeabas la boda en una librería con fotos entre estanterías. ¿Qué quieres que te diga? Eres humana, no se te puede culpar del todo.”
“¿Puedes simplemente... callarte?”
“Claro. Luego no vengas arrepentida“
Clara suspiró.
“Hemos arribado a vuestro destino”, comentó el GPS cuando llegaron al café.
Clara tragó saliva y volvió a ver su reflejo en el espejo.
“El chico de camisa azul leyendo El Principito parece ser el objetivo. Clásico cliché emocional. Disfrutad de vuestra velada”
Clara respiró profundo, bajó del coche y se acercó al chico agitando su mano… De pronto, el chico levantó la vista con sus ojos abiertos en su totalidad:
“¿¡Mamá!?”
Clara se detuvo en seco y arrugó el ceño. Detrás, apareció una señora mayor, unos años más que ella. Clara se puso pálida y muda al notar que la mujer llevaba el mismo vestido que ella.
Desde el auto, se escuchó:
“¡Uuuy! Debí haber buscado a Daniel con Google, era jodido distinguir su edad con la baja resolución de su foto de perfil”, dijo el GPS en acento venezolano.
Clara volvió al coche sin mirar atrás y se hundió en el asiento.
“Llévame a casa”, gimoteó
“Aún no tengo la capacidad de conducir el cacharro que manejas. Pero con gusto, puedo recomendar una buena app para citas o una tienda de helado para llorar con dignidad. Recalculando tu autoestima…”

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Qué cuento tan elocuente😁. No me extrañaría pensar que haya pasado algo similar con tanta IA y apps de citas sueltas.
Gracias🤭🤭🤭