El vicio de las palabras

in Literatos4 days ago




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Imagino que les ha pasado, que intentan encender la pradera, pero el chispazo no termina de explotar, como si las palabras rehusaran brotar sobre la hoja en blanco; y uno sabe que están ahí, a escasos centímetros de la superficie, pero haciéndose las duras, aunque nosotros sepamos que a las palabras les gusta que uno las mire y las lea mientras se van acomodando espontáneamente en los surcos de las líneas; uno las observa como semillas alineadas en la hoja y al mirar hacia atrás vemos un campo plantado, un arado cuyo fruto tendrá un sabor diferente para cada lector.

Imagino que les ha pasado, que acuden con sus herramientas frente a la hoja en blanco y se paralizan ante esa nada gigantesca que les traga la existencia. Benditas palabras que son como la vida, con sus propios temores y osadías; con sus complejidades y sencilleces; con su propio peso que al llevar nuestras firmas se vuelven el nuestro.

¿Qué hacer entonces para salir airoso de la resequedad?
Pues, leer.

En mi caso, si no me salen los escritos, si los poemas se rebelan porque las metáforas andan en modo reposo, leo; y ahora lo hago como el fumador contumaz que enciende el siguiente cigarrillo con las cenizas del que aún tiene en la boca. Desde que adquirí mi lector digital, mi Kindle, soy un lector modernizado, termino un libro y empiezo el siguiente; de Madame Bovary seguí con Las minas del rey Salomón, de Henry Rider Haggard; luego con Noches blancas, de Fiódor Dostoyevski; terminé y empecé los tres primeros tomos de El libro de la mil y una noches; me leí Annabel Lee, de Edgar Allan Poe; El lobo de mar, de Jack London; La marca del zorro, de Johnston McCulley, La Odisea y La Batracomiomaquia, de Homero; El maravilloso mago de Oz, de Lyman Frank Baum; Murió la CenicientaLos tres mosqueteros, del buen Alexandre Dumas., de @tomasjurado y antes de terminar enero debo darle la estocada final a

Y leo por pasión.
Segundo por conocimiento.
Y tercero porque al asumir el oficio de escritor estoy consciente de que debo usar, con el mayor respeto y de la manera más gustosa y profesional, el idioma.

Con la lectura aprendo a disfrutar del lenguaje, a sentirlo a través del escrito poético, de la prosa jugosa, del ensayo edificante; la literatura tiene, pues, sus reglas y misterios, su magia y sus formas básicas que deben conocerse, degustarse, asumirse en la práctica; no hay medio más eficaz para un escritor que la lectura para pulir su lenguaje, por lo placentero, por lo pedagógico y porque como afirmó en alguna oportunidad el poeta colombiano, Juan Gustavo Cobo Borda, leer y escribir son dos cosas indisociables de una misma persona; al menos para el que aspira dominar el comprometedor oficio de la escritura.

Es, pues, el vicio de la palabra del que sufro y aunque a veces me cueste convencerlas de que broten en el papel, (como sucedió con este escrito) no me imagino otro oficio en mi futuro inmediato ni en el presente en que vivo con el cual sufrir como sufro cuando no me salen los escritos o cuando un héroe de ficción está en apuros por la culpa tenaz del eficaz antagonista; estos sufrimientos son, por demás, desgarradoramente hermosos porque nutren.




Portada creada en Canva

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Te acompaño en tu sufrir, mi amigo. Coincido en el antídoto de la página en blanco: leer, leer, y más leer. Eso si, de todo un poco, siempre y cuando sea bueno, y si no, también. Para degustar lo bueno y dulce, es necesario probar lo amargo y malo.

Saludos.

Asimismo es, mi estimado amigo. Saludos.

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 3 days ago  

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