Imagina este panorama: Estás muy enfocado/a trabajando en algo (laboral, familiar, personal, social, lo que consideres), te sientes con la energía a tope y disfrutas del proceso, era lo que realmente querías hacer, y de pronto, llega un pensamiento. Al principio, logras "eliminarlo", y te fuerzas a ti mismo para enfocarte de nuevo. De pronto, ya lo que estás haciendo no se siente igual, los sentimientos de satisfacción y orgullo han sido reemplazados por otros, quizás un poco más confusos, que están empezando a aparecer pero que definitivamente no se siente nada bien tenerlos. Y entonces luego del pensamiento inicial aparece otro, esta vez no es tan "suave" como el anterior, este da un poco más duro, y cuando le has puesto atención, trajo consigo una decena de pensamientos quizás más pequeños pero igual de molestos, incómodos. Ya no estás más en la actividad que estabas haciendo, ahora estás completamente dentro de tu mente y quisieras evitar esto. Sin embargo, cuanto más te fuerzas a detener, disminuir o suprimir estos pensamientos, pareciera que causara el efecto contrario. Pierdes la sensación de control, detienes esa actividad que tanto generaba placer antes y haces todo lo posible por sentirte mejor, disminuir el curso de pensamientos, en este caso, revisar redes sociales parece ser lo que más estás acostumbrado a hacer en esos momentos. Curiosamente, hace sentir un poco mejor, pero el proyecto anterior quedó sin terminar, esto genera malestar y los pensamientos parece que no se apagan por completo. Se siente culpa, molestia, frustración. ¿Quizás esto te suena familiar?
Lo primero que hay que tener presente es que el control de la experiencia interna: recuerdos, pensamientos, emociones, sensaciones, lejos de ayudar, suelen generar más frustración y malestar. De modo que, esta no será precisamente la vía a tomar si queremos dedicar nuestra energía a lo que es realmente valioso para nosotros. En consulta, construimos diferentes estrategias para trabajar en estos pensamientos que generan sensación de incomodidad, tristeza o algún tipo de malestar. Una de esas estrategias, bastante sencilla pero eficiente, es invitar a la persona a ponerle nombre a su mente.
Sí, sé que suena muy extraño, y que quizás al inicio dudes de cómo esto podría funcionar, pero realmente ayuda a ver la situación en perspectiva, y a no identificarnos con nuestros pensamientos.
¿Qué nombre le podría poner? El que quieras, uno que sea similar a las historias que esa "vocecita" te cuenta, uno gracioso, un nombre de persona, un nombre corto, realmente lo que tú quieras. Con esta primera estrategia la idea es que puedas reconocer que esos pensamientos no te definen, y que, al contrario, solo se trata de tu mente (y el nombre que has escogido ponerle) intentando protegerte porque esa es su función, de modo que estará enviando señales de posibles amenezas todo el tiempo. Las escuchamos, las recibimos, las etiquetamos con el nombre que hemos escogido ponerle "Esto es fulanito diciéndome que soy un fracasado, es solo un pensamiento" y continuamos realizando aquello que es importante para nosotros.
¿Qué te parece si lo ponemos en práctica?
Imagine this scenario: You are very focused working on something (work, family, personal, social, whatever you consider), you feel full of energy and enjoy the process, it was what you really wanted to do, and suddenly, a thought comes. At first, you manage to “eliminate” it, and you force yourself to focus again. Suddenly, what you are doing doesn't feel the same, the feelings of satisfaction and pride have been replaced by others, perhaps a bit more confusing, that are starting to appear but definitely don't feel good to have. And then after the initial thought another one appears, this time it is not as “soft” as the previous one, this one gives a little harder, and when you have paid attention to it, it brought with it a dozen thoughts maybe smaller but just as annoying, uncomfortable. You are no longer in the activity you were doing, you are now completely inside your mind and you would like to avoid this. However, the more you force yourself to stop, diminish or suppress these thoughts, it seems to cause the opposite effect. You lose the feeling of control, you stop that activity that generated so much pleasure before and you do everything you can to feel better, slow down the course of thoughts, in this case, checking social networks seems to be what you are most used to do in those moments. Oddly enough, it makes you feel a little better, but the previous project was left unfinished, this generates discomfort and the thoughts don't seem to completely go away. You feel guilt, annoyance, frustration - maybe this sounds familiar?
The first thing to keep in mind is that the control of internal experience: memories, thoughts, emotions, sensations, far from helping, usually generate more frustration and discomfort. So, this is not exactly the way to go if we want to devote our energy to what is really valuable to us. In consultation, we build different strategies to work on these thoughts that generate feelings of discomfort, sadness or some kind of discomfort. One of these strategies, quite simple but efficient, is to invite the person to name his or her mind.
Yes, I know it sounds very strange, and maybe at the beginning you doubt how this could work, but it really helps to see the situation in perspective, and not to identify ourselves with our thoughts.
What name could you give it? Whatever you want, one that is similar to the stories that “little voice” tells you, a funny one, a person's name, a short name, really whatever you want. With this first strategy the idea is that you can recognize that those thoughts do not define you, and that, on the contrary, it is just your mind (and the name you have chosen to give it) trying to protect you because that is its function, so it will be sending signals of possible threats all the time. We hear them, we receive them, we label them with the name we have chosen to put on it “This is so-and-so telling me I'm a failure, it's just a thought” and we continue to do what is important to us.
What do you think if we put it into practice?
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Lo que describes se asemeja mucho a un fenómeno conocido como rumiación. La rumiación es un patrón de pensamiento repetitivo e intrusivo que puede interferir con nuestra capacidad para concentrarnos y disfrutar de las actividades. Es común que las personas experimenten una disminución en su bienestar y productividad debido a estos pensamientos persistentes y negativos.
La clave está en desarrollar estrategias que te ayuden a gestionar y superar estos pensamientos intrusivos, permitiéndote retomar tus actividades con renovada energía y enfoque.
No soy psicólogo, mi profesión es tan abstracta y diagonalmente opuesta a tu especialización. El análisis numérico y geométrico es mi fuerte; así que, en mi mente, fluyen multitud de datos y fácilmente se podrían confundir con “esas vocecitas” de las cuales haces referencia.
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