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RE: El dolor por lo que importa

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La vida es un baile de imprevistos. Un día planeas un paseo bajo el sol y, de pronto, una lluvia inesperada te moja hasta los huesos. O esa llamada que nunca imaginaste recibir, trayendo noticias que te dejan sin aire. Esos momentos en los que el miedo se hace realidad, o el futuro se nubla, son los que nos ponen a prueba.

Ante eso, es natural querer huir. ¿Cómo no refugiarse en la nostalgia de lo que ya no existe? En aquellos días en que todo parecía más claro, cuando el dolor actual no tenía cabida. O en la ansiedad por controlar lo que vendrá: *imaginamos escenarios, preparamos respuestas, como si adelantarnos al golpe fuera a amortiguarlo. Pero esa huida duele más. El pasado es un álbum de fotos descoloridas, el futuro, un mapa dibujado en la niebla. Solo el presente existe, aunque a veces arda.

Estar aquí, en medio del incendio, duele. La mente grita: “¿Qué hago? ¿Cómo seguir?” Sentimos que las manos nos tiemblan, que el pecho se aprieta. Pero es justo ahí, en esa fragilidad, donde está la clave. Porque el dolor no aparece por casualidad: surge cuando algo nos importa. Una relación, un sueño, una persona, un proyecto. Si no te importara, no dolería. Y esa conexión, por más amarga que sea, es lo que le da sentido a la vida.

No se trata de fingir que el sufrimiento es bello. Nadie celebra una herida. Pero sí de reconocer que, en medio del caos, hay algo valioso que merece ser abrazado —aunque nos cueste—. Como cuando cuidamos a un ser querido enfermo: la angustia duele, pero el amor duele más si lo abandonamos.

El presente no siempre es amable, pero es real. Y en esa realidad, por cruda que sea, está la posibilidad de encontrar fuerzas que ni sabíamos que teníamos. No para resolverlo todo, sino para respirar hondo y decir: “Estoy aquí. Esto duele, pero sigo”.

Porque la vida no se vive en los “hubiera” ni en los “quizás”. Se vive en los “ahora”, incluso cuando el ahora duele.

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Me quedo con todo, pero me quedo principalmente con esto:

No se trata de fingir que el sufrimiento es bello. Nadie celebra una herida. Pero sí de reconocer que, en medio del caos, hay algo valioso que merece ser abrazado —aunque nos cueste—. Como cuando cuidamos a un ser querido enfermo: la angustia duele, pero el amor duele más si lo abandonamos.

Pido prestadas tus palabras, para hacerlas mías, justo ahora que hacen falta.
Tiene mucho sentido para mi lo que nos compartes.
Gracias por tu sensibilidad y sabiduría.