One bonfire night in the Pantanito camp, where I had come at the invitation of a dear friend and teacher in the art of fluttering flies, another guest whom I did not know began to tell stories, he said, true but not reliably proven.
Among the stories that happened while the fire remained strong and burning to warm us from the cold of the Patagonian night, there was one particularly captivating for me, since I knew the gap that this man indicated as the place where the events took place.
In the north of the Neuquén province there are several lagoons and lakes, one more beautiful than another, but there is one in particular that is surrounded by mystery, some ancient inhabitants of the area, most of them indigenous or mestizo descendants of the Mapuche Indians and Tehuelches who once dominated these lands, call it "the greed lagoon".
They say that on the banks of this large body of water the Indian Gumelto lived with his beautiful wife Leuj, they were very poor and barely survived with their two young children in a precarious and semi-collapsed shack. Gumelto was determined to lift his family out of poverty and that is why he left for a ranch that was several days on the way home, looking for work.
There, working from sunrise to sunset, he was collecting some money, but he despaired when he realized that so little salary was not enough to return to his family to give them everything they needed, he was frustrated, angry. Thus the months passed, until one day he learned from the mouth of an old sage who worked in the ranch as a stallholder, a story that could change his life and that of his own.
The old man said that in the time of the conquest, the military man in charge of an expedition aimed at establishing a fort in what is now the city of Neuquén decided to extort money from the various tribes that at the time were freely roaming such vast territory, giving them He demanded that they deliver all the gold they had under pain of exterminating each town that refused to carry out their orders.
So it was that a military delegation went through each town and collected what little or much that the natives had of the noble metal, but the fate wanted a great storm of wind and snow to fall on the caravan just as they traveled a cornice path attached to the lagoon, an avalanche fell on the unfortunate soldiers and they all died, the wagon containing the treasure rolled down the side of the mountain and sank into the cold and icy waters. The treasure was never recovered and there was only a vague description of the lagoon, so the search could never be carried out on specific tracks.
Gumelto begged the old man to give him whatever description he had of the lagoon; Although the old man knew little and nothing about its location and characteristics, it was enough for the young Indian to convince himself that it was his lagoon, the same one in which his hut was located and where he raised his children.
From that moment on, all his efforts were focused on returning and looking for the treasure, it was the possibility that the gods of his ancestors offered him to achieve economic salvation.
He quit his job and returned as fast as he could, he worked with dedication and in two months he inspected every corner of the lagoon but found nothing, so the crazy idea occurred to him to drain it, to remove all the water. For this he began to dig a channel to lower lands, it was a titanic task and his wife was opposed, only wishing that her husband would be the same as before, a good and hard-working man, but Gumelco had changed, his greed and folly they had returned a stranger.
One clear spring night while he was working on digging the ditch that was already many meters away, the reflection of the moon on the surface of the water made him observe a golden flash in the center of the lagoon that emerged from the depths, Gumelco thought he understood that it was the gold that he was looking for so much and he threw himself into the cold waters to swim to the place, the cold and the fatigue made his strength and his heart failure, he was never seen again.
Years later, his widow and his grown children were forced to leave the house because someone rich and powerful bought all the surrounding land and closed the access, however they tell those who want to know that while they lived there, something unusual and macabre happened all the clear nights in which the Moon reflects its light on the surface of the water: noises and laments are heard, the next morning the ditch dawns more covered by stones that the spirit of Gumelco places as penance for having been greedy and miser.
Una noche de fogón en el campamento de Pantanito al que había acudido por invitación de un querido amigo y maestro en el arte de revolear moscas, otro invitado al que yo no conocía comenzó a contar historias, según dijo él, verídicas aunque no fehacientemente comprobadas.
Entre las historias que se sucedían mientras el fuego permanecía fuerte y ardiente para calentarnos del frío de la noche patagónica, hubo una particularmente atrapante para mí, ya que conocía la laguna que este hombre indicaba como el lugar donde se desarrollaron los hechos.
En el norte de la provincia de Neuquén existen varias lagunas y lagos, una más bella que otra, pero hay una en particular que está rodeada de misterio, algunos antiguos habitantes de la zona la mayoría de ellos indígenas o mestizos descendientes de los indios mapuches y tehuelches que alguna vez dominaron esas tierras, la llaman “la laguna codicia”.
Dicen que a orillas de este gran espejo de agua vivía el indio Gumelto junto a su bella esposa Leuj, eran muy pobres y apenas sobrevivían junto a sus dos pequeños hijos en una choza precaria y semi derruida. Gumelto estaba decidido a sacar a su familia de la pobreza y por ello es que partió hacia una estancia que se encontraba a varios días de camino de su hogar, en busca de trabajo.
Allí, trabajando de sol a sol fue juntando algo de dinero, sin embargo se desesperaba al comprender que tan poco salario no era suficiente para volver con su familia para darles todo lo que necesitaban, estaba frustrado, enojado. Así pasaban los meses, hasta que un día se enteró por boca de un viejo sabio que se desempeñaba en la estancia como puestero, de una historia que podría cambiar su vida y la de los suyos.
El viejo contó que en tiempos de la conquista, el militar a cargo de una expedición tendiente a establecer un fuerte en lo que hoy es la ciudad de Neuquén, decidió extorsionar a las diversas tribus que por ese entonces vagaban libremente por tan vasto territorio, les exigió que le entregaran todo el oro que tuvieran so pena de exterminar cada pueblo que se negara a cumplir sus órdenes.
Así fue que una delegación militar recorría cada pueblo y recogía lo poco o mucho que los indígenas tenían del noble metal, pero quiso el destino que una gran tormenta de viento y nieve cayera sobre la caravana justo cuando transitaban un camino de cornisa pegado a la laguna, una avalancha cayó sobre los desdichados soldados y todos murieron, la carreta que contenía el tesoro rodó por la ladera de la montaña y se hundió en las frías y gélidas aguas. El tesoro jamás fue recuperado y de la laguna solo se tenía alguna vaga descripción por lo que la búsqueda nunca pudo desarrollarse sobre pistas concretas.
Gumelto le rogó al anciano que le diera la descripción que tuviera de la laguna; si bien el viejo sabía poco y nada de su ubicación y características, fue suficiente para que el joven indio se convenciera así mismo que era su laguna, la misma en la que estaba emplazada su choza y donde criaba a sus hijos.
A partir de ese momento todo su empeño se fijó en regresar y buscar el tesoro, era la posibilidad que los dioses de sus ancestros le brindaban para lograr la salvación económica.
Renunció a su trabajo y regresó lo más rápido que pudo, trabajó con dedicación y en dos meses inspeccionó cada rincón de la laguna pero no encontró nada, entonces se le ocurrió la alocada idea de drenarla, de sacarle todo el agua. Para ello comenzó a cavar un canal hacia tierras más bajas, era una tarea titánica y su mujer se oponía, solo deseaba que su esposo volviera a ser el de antes, un hombre bueno y trabajador, pero Gumelco había cambiado, su codicia e insensatez lo habían vuelto un desconocido.
Una noche clara de primavera mientras desarrollaba su tarea de cavar la zanja que ya tenía muchos metros, el reflejo de la luna sobre la superficie del agua le hizo observar un destello dorado en el centro de la laguna que brotaba de las profundidades, Gumelco creyó comprender que se trataba del oro que tanto buscaba y se lanzó a las frías aguas para llegar nadando hasta el lugar, el frío y el cansancio hicieron que sus fuerzas y su corazón fallaran, nunca más se lo volvió a ver.
Años después, su viuda y sus hijos ya grandes se vieron obligados a abandonar la casa porque alguien rico y poderoso compró todas las tierras circundantes y cerró el acceso, sin embargo cuentan a quienes quieran enterarse que mientras vivían allí, algo insólito y macabro ocurría todas las noches claras en las que la Luna refleja su luz sobre la superficie del agua: se escuchan ruidos y lamentos, a la mañana siguiente la zanja amanece más cubierta por piedras que el espíritu de Gumelco coloca como penitencia por haber sido avaro y codicioso.
Las fotografías son de mi propiedad
The photos are my property
Héctor Gugliermo
@hosgug
Hermoso relato, tal vez bajo la forma de leyenda como sucede en muchos relatos patagónicos, donde se une lo ancestral con lo mítico y las creencias populares.
Saludos y buen finde.
Muchas gracias @hugo1954. Así es, leyendas, creencias. La mayoría tiene alguna base de realidad que se va transformando con el pasaje de boca en boca.