Enrarecer el lenguaje: no tienen que ser palabras rimbombantes ni edulcoradas para que se nos haga extraño. Lo que las hace extrañas es la disposición, el soporte. El saber que el poeta, que alguien las unió con otras para crear un ritmo, un sentido, un poema. El saber que están allí no por azar, sino porque es el vocablo preciso. Son raras cuando se las abstrae y se las desnuda, cuando las dejas allí en la hoja en blanco, cuando las aislas. Entonces comienzan a pensar en miles de cosas, en su historia, en la forma en que se relacionan entre sí, en la disposición, en el sonido...
¿Conoces a Rafael Cadenas?
Pronto haré un post sobre él. Usa muy pocas palabras, y las que emplea las podemos escuchar en nuestra cotidianidad, no son palabras barrocas (como los sonetos de Quevedo).
Por ejemplo, te regalo este un poema de William Carlos Williams jajaja y un abrazo. Seguimos en contacto :)
Esto es sólo para decir
Me comí
las ciruelas
que estaban
en la nevera
y que
probablemente
guardabas
para el desayuno
Perdóname
estaban deliciosas
tan dulces
y tan frías
¡Fernanda! No había visto tu respuesta. ¡Me gustó mucho el poemaaa! Qué bonito regalo.
Bueno, ahora enrarecer el lenguaje suena mucho más atractivo. Todavía no leo nada de Rafael Cadenas, será un placer que me lo presentes tú.
Te regalo yo un poema también, de Gustavo Pereira, poeta nacido aquí en mi isla amada, Margarita.
Cuenta con ello, Ale. Voy a preparar ese post para ti :)
Gracias por ese poema de Gustavo Pereira. No lo conocía, es precioso.
No sé que tienen las personas de allá (Margarita), pero su voz poética es poderosa.