Es bien sabido a nivel mundial que Venezuela está atravesando una crisis humanitaria, encabezada por los principales líderes de la izquierda, quienes atornillados en el poder cual tornillos de presión, roban y derrochan todo el presupuesto de nuestro amado país en quien sabe qué. El día a día de los venezolanos está repleto de frustración, culpa y en muchísimos casos, hambre.
Un día de la semana pasada, el miércoles si mal no recuerdo, decidí gastarme una buena parte de mi salario de la semana en ir a comer unas empanadas en uno de los lugares donde las empanadas son más sabrosas, aquí en Cumaná. Creo que no habré avanzado media cuadra cuando se me acercó una señora a pedirme que le diera un poco (no se veía una señora de la calle ni mucho menos…) yo, ni siquiera había probado mis empanadas cuando ya alguien me estaba pidiendo que se las diera, debo admitir que eso me molestó algo, ¿por qué? Porque para poder comprarme aquellas empanadas tuve que gastar unos 4 días de mi salario de la semana y realmente tenía mucha hambre, me hice el loco y con cierta amargura en el cuerpo seguí caminando.
Aproximadamente una cuadra más adelante, cuando ya me acercaba a la parada del transporte público, un niño comenzó a caminar detrás de mí y la verdad lo noté algo agresivo, con una actitud impetuosa, en determinado momento el comenzó a caminar a mi lado y mientras tanto me pedía que le diera las empanadas, le dije que no y aceleré el paso, de nuevo con cierta angustia y remordimiento dentro del cuerpo. Según yo, el hecho de llevar conmigo una simple comida callejera, parecía hacerme resaltar sobre el resto de los transeúntes y fue justo en ese momento cuando me di cuenta que lo mío era una pequeña luz entre el oscuro abismo de la pobreza y el hambre.
Seguramente ustedes en este punto creen que la situación no pudo estar peor, pero, si lo estuvo. Al bajar del transporte público, luego de aproximadamente una hora de viaje (de pie), noté que un señor de unos cuarenta años, bastante delgado y desarrapado me miraba con mucho interés y con cierto reflejo de envidia en sus ojos, mientras me acercaba a él (puesto que estaba en mi camino) el hombre estiro su brazo en un movimiento desesperado y violento por apoderarse de la bolsa en la cual tenía mis empanadas, no logró hacerlo, la bolsa se rasgó y una de las empanadas cayó al piso, el a duras penas logró sostener la otra y correr entre los vehículos que transitaban la vía rápida.
Aquel acto me rompió el corazón, solo me quedo soltar algunos improperios al aire con mucha rabia, las personas que por allí transitaban me miraban cual loco, quizás se preguntaban por qué hacía tanto escándalo por una empanada. Aunque no estoy seguro de lo que pasaba por sus mentes, de seguro pensaron que era un exagerado, pero, no sabían que lo que menos me afectaba era el hecho de que se llevara la empanda ¡NO!, lo que mas me dolía era el hecho de saber que el hambre y la necesidad nos están destruyendo como sociedad y que esto es cada día peor.
Como si ya no hubiese tenido suficiente por un día, al caminar hacía mi casa me encontré a un muchacho de no más de 17 años escudriñando entre la basura de un tráiler de comida rápido. Me sorprendió mucho el hecho de que el chamo parecía tener una cierta habilidad o reflejos desarrollados para agarrar en el aire cualquier cosa que la gente lanzara a la cesta de la basura, justo en ese instante pude presenciar como una chica se acercó a él y le regalo lo que parecía ser medio perrocaliente, la cara del muchacho se iluminó cual escenario de concierto. Eso que vi me hizo sentir un poco mal, comencé a preguntarme si aquel niño de las empandas había comido ese día o cuánto tiempo tenía con antojos de esos duros de comerse una empanada.
Estas son las cosas que día a día vivimos los pocos venezolanos a los cuales aún el sueldo nos alcanza para comprarnos dos empanadas. Es una historia que relata una pequeña parte de la realidad que día a día vivimos en mi país y que espero, cambie muy pronto.
Hola @dougnyx , muy triste, pero totalmente cierto todo lo que describes en este relato y pasa en mi querida y amada Cumaná y en muchas otras ciudades de nuestra querida Venezuela.
Un saludo desde mi cocina
Pronto saldremos de esto!
amén
Es tan triste ver como esta situación logra socavar tan profundamente la integridad de su pueblo y engorrar de esa forma tan vil tan hermosa patria, tan bella nación... un país que me acogió con tanto cariño, unas personas tan amenas a pesar de las adversidades... sin dudas el país más hermoso que he tenido la dicha de conocer y en el cual resido actualmente y que duele tan profundamente. ¡Fuerza criollos, fuerza!
Venezuela lives a real misfortune, thanks to the red plague that devastated the country and the highest oil revenues in its history. With electric power rationing of up to 18 hours a day in western Venezuela, taking expired medications as is my case due to the shortage and high cost thereof, limitations in food and constant weight loss, atrocious insecurity and problems everywhere , thanks to this so-called revolution that destroyed a country in 20 years and transformed it from a millionaire country to a country of beggars.
Venezuela vive una verdadera desgracia, gracias a la plaga roja que arrasó con el país y los mayores ingresos petroleros en toda su historia. Con racionamientos de energía eléctrica de hasta 18 horas al día en el occidente de Venezuela, tomando medicamentos vencidos como es mi caso por la escasez y alto costo de los mismos, limitaciones en la comida y pérdida de peso constante, inseguridad atroz y problemas por doquier, gracias a esta llamada revolución que destruyó un país en 20 años y lo convirtió de un país millonario a un país de mendigos.
Ojalá pronto podamos salir de esto y crecer como país.
Te sigo para leer tus post. Saludos.
ASI es nuestra realidad, a veces vamos a una feria de comida porque nos queremos dar un " gusto " y no podemos sentirnos bien, comiendo y saber que hay personas viendonos con hambre incluso acercandose a pedirnos la comida.
A mi me paso con un señor de 40 años, bien vestido, yo me encotraba con mi mejor amiga en un local de pizzas privado y el señor entro y nos pidio a nosotras, minutos antes mi amiga y yo bromeabamos porque la pizza no estaba par y ambas queriamos el ultimo pedazo. Cuando el señor nos pide el pedazo tambien sentimos rabia de que nosotras pagamos nuestra comida pero al final se lo dimos.
Es frustrarte sentir eso, es una mezcla de emociones entre rabia y lastima.
Si, la situación es tan crítica que hasta bolsas de comida le arrebatan a la gente en las calles, y bueno, creo que harían falta muchísimas palabras para describir la grave problemática por la que atravesamos. Realmente lo que vivimos daría para escribir muchos libros porque ocurren cosas tan insólitas en este país dignas de una nueva serie de "Nuestro Insólito Universo".
concuerdo contigo! espero que despues de todo esto, venezuela tengo un renacer como nunca antes porque damn! lo que esta sucediendo horrible.
Es muy triste pero hasta cierto punto te entiendo, ¿cómo puede ser posible que no seamos capaces de comer algo que con tanto esfuerzo hemos comprado? Así me pasó un día que fui a comer helado con mi novio, me molestaba el hecho que los niños se colocaran a la entrada de la heladería para pedir que le compraras un helado ¡y claro que molesta! uno se esfuerza tanto en poder comprarse al menos un helado, luego de una semana dura un pequeño antojo.... ¡Y ni eso podemos disfrutar porque nos miran con hambre en los ojos!
Lamentablemente hemos caído mucho como sociedad, las personas en la calle ya no te miran como un humano sino como un objeto al que le pueden sacar provecho, y con toda razón, si no han comido, si los padres los usan para buscar comida, ¿cuántas noches no se han acostado con hambre? Pero tenemos que ser conscientes de nosotros mismos también, ¿qué podemos darles si apenas tenemos para comer nosotros?
Lo que creo que es mejor es dar lo que puedas, si tu corazón se sintió tan mal por no haber dado, entonces en vez de una empanada completa dale media, pero no a todos, sino al que creas más necesitado. Si nos pasamos la vida pensando en el hambre de los demás entonces jamás comeríamos. Es muy triste, y en verdad lamento esas pobres criaturas solas y desprotegidas sin un calor en el hogar, sin poder ir al colegio, sin poder comer al menos una simple galleta. Por eso, lo importante es mejorar nosotros y dar lo mejor, si damos el ejemplo entonces otra persona podría darle otra mitad de su empanada y ese niño o esa mujer podrán dormir mejor esa noche. No podremos ser héroes, pero un granito de arena puede cambiar el peso de una balanza.
Espero que en Venezuela todos comencemos a dar aquel granito de arena para que podamos salir de este abismo sin fondo.
Totalmente, desde ese día me siento una persona distinta y realmente espero poder ayudar a quien pueda tanto como mi situación me lo permita. Muchas gracias por tomarte el tiempo de leerme!
Triste, muy triste nuestra realidad...
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