Indudablemente la crisis afecta diversas áreas, el transporte es una de ellas. En nuestro país, Venezuela, la crisis ha llegado a tal extremo que el valor de la moneda ha perdido tanto valor que ya se comercia en moneda extranjera, dólares americanos o pesos colombianos y en algunos casos hasta euros, ya que dichas monedas siempre mantienen su valor, más no así el bolívar.
Esto ha afectado al rubro de los repuestos, baterías, llantas, amortiguadores, todos son cotizados en dólares y negociados en dicha moneda. El transporte público, muchas veces asistido por el gobierno en proveerles de los repuestos más elementales como neumáticos y baterías en bs a un precio de cambio (Dicom) controlados, sin embargo, la burocracia y la corrupción ha impedido esta asistencia al transportista que no le ha quedado más remedio que estacionar las unidades de transporte colectivo (tanto públicas como privadas) hasta no encontrar estos repuestos a modos accesibles. (esto pueden ser días, semanas y meses, esperando que no sean años). Ello ha generado que salga a flote una serie de medidas, algunas gubernamentales y otras privadas, en las cuales personas con vehículos como camionetas y camiones salgan al ruedo a prestar este servicio y de paso ganarse el pan del día, ya que ven en ello un aporte a su crisis personal.
Esto ha traído secuelas, falta de unidades aptas para el servicio, accidentes por caídas y resbalones, y en algunos casos la muerte de algún incauto que por querer llegar a su trabajo o a su hogar y no hacerlo caminando, arriesga la vida al subirse en una de estas unidades.
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