Maravilloso. Me hiciste leer El frio del Papa, no conocía al autor. Me gustó.
Tengo una lectura viciada por mi repudio a la institución católica (por muchas cosas, pero encima de todas por la cochinada en torno a los abusos sexuales y el descaro conque se han sacudido el paquete--en todos los sentidos en los que se pueda leer esa frase).
De modo que el poema genera en mí imágenes de conmoción, escepticismo, perplejidad y a la vez el triunfo de la víctima que se sabe reivindicada en el tiempo por la raya que ahora se hace difícil borrar.
El báculo luce como símbolo fálico tristemente utilizado con la venia de los feligreses, quienes no ven la contradicción en protestar una clínica de abortos e ignorar las denuncias de abusos sexuales de los oficiantes de misas monótonas que poco dejan y mucho exigen.
Hemos puesto a su cuidado toda la fe, la esperanza y todos los niños que justamente encapsulan toda esperanza. La han mancillado y aún así, sin corregir la falla, exigen más fe, más sacrificio.
Y con esa misma boca su santidad le exige a los políticos que hagan las cosas bien.
No alcanzan las palabras, no hay manto de reyes que devuelva el calor al cuerpo gélido de la iglesia.
Quiero leer la segunda parte como una venganza. Decido ver en el cuerpo del viejo cubierto de hojas el cuerpo del agresor que recibió lo que merecía.
Consciente estoy que la misma doctrina, una vez internalizada, dicta en contra de tales sentimientos y promueve otro tipo de expiación. Se procede entonces a enterrar el recuerdo de la agresión y a perdonar al agresor porque en teoría eso libera y sana.
Amparados por la eficacia de tal idea, los agresores siguen violando la paz física y mental de la misma forma que el cristiano poluto va a misa el domingo y se vuelve a ensuciar de lunes a sábado.
¡Qué alentador saberse amado y perdonado no matter what!
Y después nos preguntamos por qué existe el mal.
Agradecido por tu comentario @hlezama! Sin duda apuntas un conjunto enorme de realidades en torno a la iglesia. En principio se dice que el cuento de Clarín apunta al terror de la iglesia frente a la consolidación de la ciencia. Hoy día después de las atrocidades del clero contra los niños y luego de la forma en cómo ella ha manejado los múltiples casos incluso de los confesos, como muy bien apuntas con tu frase final, queda completamente claro que existe el mal -entre otras cosas- porque existe la iglesia: Y no se merecen ni siquiera tu pregunta retórica.