Acoustic fulmen

A drum solo with accelerated tempo rumbles in the brain of the naïve passerby who senses that everything he looks at is for him alone. It is his call, his dreaded acoustic fulmen, his transfer to other planes entering a Norman castle.

Souls communicate through the heavy silence, attention hardens the countenance and the sound idiotizes, the task tightens the strong arms and the hand tools move nimbly as they show off their faded splendor before astonished eyes that observe how the hard and laborious work bustles without apparent hope of change.

A cannon points to the gray horizon. There is no respite. The animal tracks mark the entrance to the labyrinth of time. Everything leads to Noah, the game is perpetuated in a kind of blind obedience, the infinite cycle that expands.

A chain link fence repeats the intervals of the unveiled wall, the unsolved enigma of what makes us human. We can make the intervals shorter and more intense, but they are still there, life remains a long wait to die or a flash between two black abysses.

The ghost of the other woman appears with the wait. The phantasmagoric takes over the waiting, the muse that is not forced, but you have to prepare the ground for it, wait for the thoughts to arrive and be ordered... Will there be, somewhere, someone waiting for me?

Part of the charm and the raison d'être of the creative journey is that someone puts colors on it because waiting is monochromatic and usually leads us to an internal monologue that scares us and makes us vulnerable.

Prompt Options

drum solo

hand tools

animal tracks

chain link fence

ghost of the other woman

colors

Time battery by herb1979 in Pixabay

Fulmen acústico

Un solo de tambor con tempo acelerado retumba en el cerebro del ingenuo transeúnte que intuye que todo lo que mira es sólo para él. Es su llamado, su temido fulmen acústico, su traspaso a otros planos entrando a un castillo normando.

Las almas se comunican a través del pesado silencio, la atención endurece el semblante y el sonido idiotiza, la tarea apremia los brazos fuertes y las herramientas de mano se mueven ágiles mientras lucen su desleído esplendor ante ojos asombrados que observan cómo bulle el trabajo esforzado y afanoso sin aparente cambio.

Un cañón apunta al horizonte gris. No hay tregua. Las huellas de animales marcan la entrada al laberinto del tiempo. Todo conduce a Noé, el juego se perpetúa en una especie de obediencia ciega, un ciclo infinito que se expande.

Una valla metálica repite los intervalos del muro develado, el enigma sin resolver de lo que nos hace humanos. Los intervalos los podemos hacer más cortos e intensos, pero siguen ahí, la vida no deja de ser una larga espera para morir, o un relámpago entre dos negros abismos.

El fantasma de la otra mujer aparece con la espera. Lo fantasmagórico se apodera de la espera, la musa que no es forzada, pero hay que prepararle el terreno, esperar a que los pensamientos lleguen y se ordenen... Habrá, en algún lugar, alguien esperándome?

Parte del encanto y la razón de ser del viaje creativo consiste en que alguien le ponga colores porque la espera es monocromática y suele llevarnos a un monólogo interior que nos asusta y nos hace vulnerables.

Psychology by geralt in Pixabay