Los que tienen que vivir en la casa de sus padres o familiares no la pasan mejor. Aun cuando no tienen que pagar un alquiler mensual, tienen que respetar las normas y directrices del dueño de casa. Hay que caminar en puntillas para no molestar a nadie. Sobre todo, cuando se tienen hijos pequeños, esto se convierte en un desafío. Y si en la misma casa conviven más de dos familias juntas, como suele ocurrir, no es de extrañar que ocurran incidentes que alteran la paz mental y la tranquilidad de los residentes.
Junto con mi familia tuvimos que vivir ambas experiencias. Al principio viviendo en casa de mis padres; donde también vivía mi hermano, su esposa y dos hijos. Yo tenía para la época solo un hijo, pero siempre había inconvenientes que me hacían rabiar. Una de las causas principales eran las peleas de los niños, que luego repercutían en los adultos, que reclamaban quién hizo llorar a quién y por qué, y cuando uno llegaba del trabajo buscando tranquilidad y sosiego, encontraba situaciones conflictivas que resolver y eso coloca a uno al borde de un ataque de nervios. Otra era el uso del espacio dentro de la casa. No todos pueden usar la cocina y el baño al mismo tiempo. Y siempre se consigue uno con horas pico en esos lugares. Como pudimos, logramos los recursos necesarios para alquilar una casa y huir de esa agobiante situación.
Al mudarnos a una casa solo para nosotros, pudimos resolver el problema de la conflictividad y el del uso del espacio. Así que podíamos preparar nuestra comida para que estuviera caliente al momento de comer. El niño consiguió amigos en el vecindario y, gracias a Dios, nunca más hubo peleas o lloriqueos, ni reclamos por daños colaterales en el juego. Y por fin, cuando llegábamos a casa, veníamos a descansar del trabajo y del ajetreo de la calle. Pero como todo tiene su precio, nos quedaba la preocupación de sacar cuentas y ajustar nuestro presupuesto para tener el pago del alquiler listo para cada mes.
Cuando mi suegro le regaló a su hija un lote de terreno como herencia para que construyéramos una casa, lo celebramos con toda nuestra alma. Lo recibimos como la promesa de liberación de un cautiverio.
Comenzamos a sacar cuentas y a apartar todo el dinero posible para la construcción de la casa. Hicimos un plano nosotros mismos, con sus medidas precisas y luego le pedimos consejo a un albañil de la zona para que nos dijera que cantidad de materiales necesitábamos. Él nos hizo un presupuesto y nos indicó qué materiales debíamos comprar primero, porque no teníamos lo suficiente para construir de una vez. Así comenzamos comprando los bloques poco a poco, luego las cabillas y vigas, y con el tiempo la arena, las piedras y el cemento, que se comenzó a comprar cuando se inició la construcción.
A pesar de tener que pagar el alquiler de la casa donde vivíamos y todos los demás gastos de servicios y manutención nuestros, sometiéndonos a ciertas privaciones, pudimos ahorrar el dinero para terminar de comprar todo y pagar el trabajo del albañil.
La construcción de nuestra casa empezó casi dos años después de que recibiéramos el terreno. Luego tras dos meses de trabajo del albañil, ya la casa estaba en pie y solo faltaban los arreglos interiores. Entre mi padre y yo hicimos el cableado eléctrico y esto nos permitió economizar dinero. Luego, cuando la casa estaba casi lista, como una bendición del cielo, nuestra situación económica mejoró y con el dinero extra que nos estaba entrando, pudimos concluir nuestra casa y mudarnos a ella.
Cuando vimos nuestra casa propia terminada, el sentimiento que experimentamos fue indescriptible, es un gozo que no se puede expresar con palabras, nos sentimos verdaderamente agradecidos con Dios y con todos. Más aun, después de habernos esforzado tanto para hacer realidad ese sueño. El tener una casa propia nos hizo progresar más rápidamente. Nos libramos del pago del alquiler que consumía la mitad de nuestros ingresos y logramos esa sensación de tranquilidad y bienestar que solo te lo da la seguridad de que algo es verdaderamente tuyo.
Ya han pasado unos trece años desde que mi suegro nos regaló el lotecito de tierra y unos once años que disfrutamos de nuestra casita. Y tengo que reiterar que no hay bien más preciado para una familia que tener una casa propia, un lugar de refugio donde descansar y compartir con los seres más preciados que tenemos, donde disfrutar de momentos alegres y festivos. Yo estoy, muy agradecido con Dios y la vida, de que logramos como familia lograr lo que para muchos es todavía una meta: una vivienda propia.
Animo a todo el que esté en esta empresa a no desmayar y luchar para lograr este anhelo y seguridad para su familia.
Todas las fotos son de mi propiedad y prohíbo su uso, copia o reproducción. Fueron tomadas con una cámara digital Kodak Easyshare CD14 hace algunos años.
OUR HOUSE: A DREAM COME TRUE.
What a stressful situation! Yes, because not having our own home is a weight that we carry on our shoulders. It is like a sentence to leave us without a roof over our heads and homeless at any moment. It is a constant concern of setting aside resources to pay for the rent and ensure another month of refuge in a place that we know is not ours. It is the anguish of not obtaining the renewal of the contract, of receiving the unfortunate news that it is necessary to evict and having to start all over the tedious and heavy task of looking for a new place to go.
Those who have to live in their parents’ or relatives’ house do not have a better time. Even though they do not have to pay a monthly rent, they do have to abide by the rules and guidelines of the homeowner. You have to walk on tiptoe so as not to disturb anyone. Especially when you have young children, this becomes a challenge. Moreover, if more than two families live together in the same house, as is often the case, it is not surprising that incidents occur that alter the peace of mind and tranquility of the residents.
Together with my family, we had to live both experiences. At first living in my parents' house; where my brother, his wife and two children also lived. I had only one son at the time, but there were always inconveniences that made me mad. One of the main causes was the children's fights, which later had an impact on the adults, who demanded who made whom cry and why, and when one came from work looking for peace and quiet, one found conflictive situations to solve and that places people on the brink of a nervous breakdown. Another was the use of space within the house. Not everyone can use the kitchen and bathroom at the same time and you always are stuck at peak times in those places. As we could, we obtained the necessary resources to rent a house and escape from this overwhelming situation.
By moving into a house just for ourselves, we were able to solve the problem of conflict and the use of space. Therefore, we could prepare our food so that it was warm when we ate. Our son made friends in the neighborhood and, thank God, there were never any more fights or whining, or claims for collateral damage in the games they played. Finally, when we got home, we came to rest from work and the hustle and bustle of the street. However, since everything has its price, we still have the concern of taking accounts and adjusting our budget to have the rent payment ready for each month.
When my father-in-law gave his daughter a piece of land as an inheritance for us to build a house, we celebrated it with all our hearts and souls. We receive it as the promise of deliverance from captivity.
We began to take accounts and set aside as much money as possible for the construction of the house. We made a plan ourselves, with its precise measurements and then we asked a bricklayer in the area for advice to tell us how much materials we needed. He made us a budget and told us which materials we should buy first; because we did not have enough money to build the house in one fell swoop. Therefore, we started by buying the blocks little by little, then the bars and beams and over time the sand, stones and cement, which we should buy just when the construction began.
Despite having to pay the rent for the house where we lived and for public services and living expenses, subjecting ourselves to certain hardships and self-control, we were able to save the money to finish buying all the materials needed and pay for the bricklayer's work.
Construction of our house began almost two years after we received the land. Then after two months of masonry work, the house was up and running and only the interior repairs were missing. My father and I did the electrical wiring and this allowed us to save money. Then, when the house was almost ready, like a blessing from heaven, our financial situation improved and with the extra money that was coming in, we were able to finish our house and move into it.
When we saw our own house finished, the feeling we experienced was indescribable. It is a joy that cannot be expressed in words. We feel truly grateful to God and to everyone. Even more so, after having tried so hard to make that dream come true. Having a home of our own made us progress faster. We get rid of the rent payment that consumed half of our income and we achieve that feeling of tranquility and well-being that only gives you the assurance that something is truly yours.
It has been about thirteen years since my father-in-law gave us the little plot of land and about eleven years that we have enjoyed our little house. And I have to reiterate that there is no more precious asset for a family than having a home of its own, a place of refuge where to rest and share with the most precious beings we have, where to enjoy joyful and festive moments. I am very grateful to God and life, because as a family we managed to achieve that, which for many people is still a goal: a home of our own.
I encourage everyone who runs after this goal not to lose sight of it and fight to achieve that desire for safety for his or her family.
All photos are my property and I forbid their use, copying or reproduction. They were taken with a Kodak Easyshare CD14 digital camera some years ago.
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¡Qué bonito! Me alegra que hayas compartido con nosotros la maravillosa historia de tu casa, lo siento como una prueba de superación. Me alegra que hayas podido lograrla y que hoy en día puedas disfrutar de ella con tu familia. ¡Qué Dios los bendiga!
Agradecido por tus palabras, gracias.
Muchísimas felicidades. Una celebración de muchísimas más que vendrán. Gracias por compartir. Saludos.
Gracias por haber dedicado tu tiempo a leer. Ciertamente ha sido un logro.
Qué tremenda felicidad. Así es, poco a poco subiendo un escalón. Saludos.
Gracias por el comentario, ciertamente valió la pena el esfuerzo! Saludos!