¿Atrapado en el placer? (SPA-ENG)

in Holos&Lotusyesterday (edited)

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Este es un tema fascinante, y discutido desde la antigüedad hasta nuestros días. Filósofos como Aristipo de Cirene, Platón, Aristóteles y Epicuro disertaron sobre el valor del placer. Para algunos pensadores modernos, el placer, es uno de los elementos claves en las teorías sobre los comportamientos humanos, tal como lo propugnó Sigmund Freud, enmarcado en el psicoanálisis al principio del siglo XX.

La búsqueda del placer y la evitación del dolor le sonarán familiares y lógicas. Si bien recuerdo, son las dos pulsiones básicas de los seres humanos, según el célebre psiquiatra. No mentiré, como tú, también me inclino al placer, y me aterra el dolor. A sabiendas de que ambas padecen de lo efímero. Una gran fortuna, si me lo preguntas. Imagina la contraparte del placer, el dolor perenne que roce lo insoportable. Ni siquiera el héroe griego más fuerte, Heracles, pudo con ello. Optó por el suicidio al no poder quitarse la túnica que Deyanira, su esposa, envenenó con la sangre del centauro Nessus.

Sí, hay casos locos, donde las personas gozan del dolor. Creo los tildan de masoquistas, a quienes lo padecen, y sádicos, a quienes lo infringen. Claro, estos son patologías, y no la normalidad. En todo caso, hoy no pretendo divagar sobre el dolor, que, por cierto, también tiene su lado benéfico, puesto alerta de problemas en el cuerpo. Me pregunto, ¿cuál será la función fundamental del placer, más allá de los postulados freudianos de carácter reproductivo?

Y es que, disfrutar de un suculento y exquisito plato de comida, de un rico helado, del reconocimiento y la fama, de los logros de las metas, nada malo tiene. El problema es que, al contrario del dolor, uno propende en buscar repetir lo placentero, en virtud de la impermanencia de sus efectos, una especie de reseteo. Hoy, en los entornos especializados, hablan de la banda hedónica bajo el efecto de la dopamina, el químico cerebral de la supuesta felicidad. Escuchamos alertas sobre el cortisol, pero de la dopamina… No se ve con tanta reserva, ni muy perjudicial.


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Imagen de Pexels en Pixabay


No me malentiendan, no equiparo a la dopamina con el cortisol con la fuente del sufrimiento definitivo. Sí, el abuso de comer helados y dulces puede llevarte a la diabetes, el consumo excesivo del licor, al alcoholismo, solo por nombrar adiciones del paladar impulsado por el cese de los efectos de los químicos cerebrales. Ejerciten la imaginación para las otras adiciones sensoriales que involucran las necesidades y los deseos, aquellas que llegan con el vacío que demanda más satisfacción. Probablemente, te resuene, no. A mí, sí.

Además, quizás estés de acuerdo en que el mundo actual, materialista y capitalista, opera para generar y explotar nuestras necesidades y deseos sin el objetivo de satisfacerlos, al contrario, aumentándolas en una espiral insaciable, con mucho rédito para ensanchar las arcas de los negocios. No ha terminado de consolidarse un producto, cuando te venden la idea de adquirir otro mejor, con más características, signo de estatus, como, por ejemplo, en el mundo de la tecnología celular. El que tienes, satisface en exceso lo que necesitas, pero… ¿Por qué no? Si puede endeudarse para tener el nuevo. Has caído en la trampa por partida doble con el anzuelo del placer efímero. Estarás eufórico los primeros días hasta acostumbrarte y cese de la dopamina. La deuda seguirá allí, mientras no la pagues. He escuchado de casos, donde desquiciados (pues no se les puede llamar de otra manera) han vendido los riñones para adquirir el celular de moda. Incluso, muertos a posteriori por tal sandez.

En todo caso, la trampa del placer está servida para todos. Una, capaz de llevarnos por un ciclo interminable de insatisfacción y vacío, alejándonos de la felicidad para hacernos esclavos de los instintos y bajas pasiones. Escapar de la trampa, no significa negarse al placer sensual. Por supuesto, esto podría ser una opción válida, tal como la elegida por algunos ascetas y místicos, mas, no es el único camino. Recuerden o estudien a Aristóteles en su Ética a Nicómaco al referirse al justo medio, o también, al empleo de la templanza, enunciada por Platón en su obra prima La República como una de las cuatro virtudes cardinales. Aquí otro sendero, llevado de la mano de la ética y la moral. La idea versus la emoción, ¿cuál prevalecerá ante la trampa del placer? Sospecho una combinación de ambas.


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Imagen de jacqueline macou en Pixabay


En lo personal, suscribo la premisa sobre la elevación espiritual como antídoto a los placeres momentáneos, expuestas por algunos intelectuales modernos y contemporáneos. Tales como Tolstói, quien, hastiado de la fama, del reconocimiento, y la vida licenciosa (así lo cuenta en sus confesiones, palabras más, palabras menos), cayó en una profunda y dolorosa crisis existencial para descubrir lo relevante de darle real significado y propósito a la vida, sin temor a la nada derivaba con la muerte. En consecuencia, él, sin renunciar a la escritura (su gran pasión), se alejó de los grandes reflectores para volver a la sencillez y frugalidad de una vida compartida y pacífica con sus semejantes.

Me encantaría darte más ejemplos y otras estrategias eficaces para escapar de la trampa del placer, pero entiendo ahora que, por más que uno se esmere en ello, nadie aprende por experiencia ajena. El conocimiento llegará cuando se está preparado y presto a asumirlos. Además, la vida misma, es el campo donde la experiencia humana cobra sentido. Para ello, los obstáculos y trampas están servidos.

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Un breve ensayo original de @janaveda

Portada creada por mí usando Mac Keynote a partir de una imagen de Pixabay


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This is a fascinating topic discussed from antiquity to the present day. Philosophers such as Aristippus of Cirene, Plato, Aristotle, and Epicurus discussed the value of pleasure. For some modern thinkers, pleasure is one of the key elements in theories about human behavior, as advocated by Sigmund Freud, framed in psychoanalysis at the beginning of the 20th century.

Pleasure-seeking and pain avoidance will sound familiar and logical to you. As I recall, they are the two basic drives of human beings, according to the celebrated psychiatrist. I won't lie, like you, I am also inclined to pleasure and terrified of pain. Knowing that both suffer from ephemerality. A great fortune, if you ask me. Imagine pleasure's counterpart, perennial pain bordering on the unbearable. Not even the strongest Greek hero, Herakles, could handle it. He opted for suicide when he could not remove the tunic that Deyanira, his wife, poisoned with the blood of the centaur Nessus.

Yes, there are crazy cases, where people enjoy pain. I think they are called masochists, those who suffer it, and sadists, those who inflict it. Of course, these are pathologies and not normality. In any case, today I do not intend to digress about pain, which, by the way, also has its beneficial side, since it alerts us to problems in the body. I wonder, what is the fundamental function of pleasure, beyond the Freudian postulates of a reproductive nature?

The fact is that there is nothing wrong with enjoying a succulent and exquisite plate of food, a delicious ice cream, recognition and fame, and the achievement of goals. The problem is that contrary to pain, one tends to seek to repeat the pleasurable, by the impermanence of its effects, a kind of reset. Today, in specialized environments, they talk about the hedonic band under the effect of dopamine, the brain chemical of supposed happiness. We hear warnings about cortisol but about dopamine... It is not seen with so many reservations, nor very harmful.


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Image by Pexels on Pixabay


Don't get me wrong, I don't equate dopamine with cortisol as the source of ultimate suffering. Yes, abuse of eating ice cream and sweets can lead to diabetes, excessive consumption of liquor, and alcoholism, just to name additions to the palate driven by the cessation of the effects of brain chemicals. Exercise your imagination for the other sensory additions involving needs and wants, those that come with the emptiness that demands more satisfaction. It probably resonates with you, doesn't it? To me, it does.

Moreover, you may agree that today's materialistic and capitalistic world operates to generate and exploit our needs and desires without the objective of satisfying them, on the contrary, increasing them in an insatiable spiral, with much profit to expand the coffers of business. A product is not fully consolidated when you are sold the idea of acquiring a better one, with more features, a sign of status, as, for example, in the world of cellular technology. The one you have satisfies in excess what you need, but... Why not? If you can get into debt to have the new one. You have fallen into the trap twice over with the bait of ephemeral pleasure. You will be euphoric for the first few days until you get used to it and the dopamine stops. The debt will still be there, as long as you don't pay it. I have heard of cases where deranged people (because you can't call them otherwise) have sold their kidneys to buy the latest cell phone. They have even died a posteriori because of such foolishness.

In any case, the pleasure trap is there for everyone. One, is capable of taking us through an endless cycle of dissatisfaction and emptiness, taking us away from happiness to make us slaves of instincts and low passions. Escaping the trap does not mean refusing sensual pleasure. Of course, this could be a valid option, such as the one chosen by some ascetics and mystics, but it is not the only way. Remember or study Aristotle in his Nicomachean Ethics when he refers to the just mean, or also, to the use of temperance, enunciated by Plato in his first work The Republic as one of the four cardinal virtues. Here we take another path, hand in hand with ethics and morality. Idea versus emotion, which will prevail in the face of the pleasure trap? I suspect a combination of both.


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Image by jacqueline macou on Pixabay


I subscribe to the premise of spiritual elevation as an antidote to momentary pleasures, expounded by some modern and contemporary intellectuals. Such as Tolstoy, who was fed up with fame, recognition, and licentious life (as he tells it in his confessions, words more, words less), fell into a deep and painful existential crisis to discover the relevance of giving real meaning and purpose to life, without fear of nothingness derived with death. Consequently, without giving up writing (his great passion), he moved away from the limelight to return to the simplicity and frugality of a shared and peaceful life with his fellow men.

I would love to give you more examples and other effective strategies to escape the pleasure trap, but I understand now that, no matter how hard one tries, no one learns by experience. Knowledge will come when you are ready and willing to take it on. Besides, life itself is the field where human experience makes sense. For this, the obstacles and traps are there for the taking.

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A brief essay by @janaveda in Spanish and translated to English with www.deepl.com (free version)

The thumbnail was created by me using Mac Keynote on an image by Pixabay


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Placeres hay en satisfacer sencillas necesidades, como tomar un vaso de agua con sed. Difícilmente llegaremos al exceso que nos cause mal, las complicaciones nos vienen aparentemente de los refinamientos, como cuando cambiamos el agua por vino o peor por endulzada cola.
La trampa parece estar en no saciarnos y caer en el exceso y repetirlo hasta convertirlo en hábito.
Un escritor de autoayuda escribió: Puesto que somos esclavos de nuestros hábitos, elijamos buenos hábitos.
Si bien ser un sibarita y disfrutar del placer y el lujo es de lo más deseable, nos conviene estar conscientes de que las circunstancias pueden cambiar y en tal caso hay que estar dispuesto a enfrentar las dificultades, incomodidades y carencias con entereza.


(También los ascetas encontraban placeres en sus privaciones)Un abrazo fuerte @janaveda.