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Vivo en mi cabeza, y puede que la frase suene extraña a algunos y obvia a otros, pero no es tan sencillo como se escribe. Aquí las palabras se quedan cortas ante su significado, ante sus implicaciones. Siempre hablo (escribo), por no decir que critico pasivo-agresivamente, a los que no piensan, a los que viven por inercia (una frase muy mía), pero la verdad es que a veces les envidio.
Y lo mismo me pasa con la gente muy religiosa. Ellos nos ven a los no creyentes, con cierta condescendencia, por no decir que lástima, y nosotros hacemos lo mismo, seamos honestos. Bajo nuestro disfraz de tolerancia hay cierto desdén, y en algunos casos tal vez hasta cierto desprecio, pero en el fondo, les tenemos envidia, porque esa tranquilidad que les da su fe, fundada o no, real o no, a nosotros nos es ajena.
Es como si le hablaras a una ballena sobre lo que es correr, simplemente no podemos visualizarla, a menos que la hayamos vivido alguna vez, y nos gustaría tenerla, sentirla, para no tener que vivir en la incertidumbre, en el vacío que es vida para nosotros. El conocimiento duele, mientras que la ignorancia, o las certezas absolutas en las que elegimos creer, nos dan tranquilidad, nos dan paz.
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Vivo en mi cabeza porque no puedo evitar pensar todo el tiempo. Reflexionar todo el tiempo. Cuestionar todo, todo el tiempo. Y como consecuencia, sentir todo el tiempo. Los que son como yo no pueden vivir en la Matrix de Neo, Morfeo y Trinity, aunque queramos, nacimos sin esa capacidad de aceptar ciegamente las cosas, de creer sin cuestionar, sin analizar.
Vivo en mi cabeza y me gusta, porque es lo que soy, pero a veces me pesa, y quisiera poder desconectarme de mi mismo por un rato al menos, pero no puedo, al menos no de manera natural, y me niego a usar recursos artificiales para ello, o recurrir al autoengaño, ya caigo demasiado en él sin darme cuenta como para ahora hacerlo a propósito.
De repente me topo con frases alentadoras en Facebook, esas píldoras de sabiduría, que descontextualizadas y todo, nos hacen bien porque apelan a nuestro ego, y son como un bálsamo. Frases como la siguiente:
Es propio de las almas anchas y profundas atormentarse: las tempestades ocurren en el mar, no en los charcos. -Fernando Savater
O esta otra:
El agua que no corre se estanca. La mente que no trabaja, también. -Víctor Hugo
Fuentes: 1, 2
Pero también nos encontramos otras que nos muestran la otra cara de la moneda, lo negativo de la naturaleza "atormentada" de los que siempre estamos pensando, cuestionando todo a veces hasta las últimas consecuencias. Frases como esta:
La mente es como el agua cuando está calmada y en paz, puede reflejar la belleza en el mundo. Cuando está agitada, puede tener el paraíso enfrente y no lo refleja. -David Fischman
Coincido con ambas posturas. La clave está en el equilibrio. La pregunta es ¿Cómo lograrlo? Y me temo que para eso o hay fórmulas mágicas, solo ser agua y golpear la piedra hasta que se rompa. Yo he logrado ese equilibrio, el problema es que no es un estadio permanente, perenne, sino volátil y frágil.
Es una flor delicada que exige muchos cuidados a cambio de su belleza, y los vale, pero simplemente a veces son imposibles, y eso es algo que hay que aceptar y con lo que se tiene que vivir. A veces el equilibrio se rompe (o lo rompemos), y hay que luchar para recuperarlo, y eso puede llevar unos minutos, o días… o años.
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No es mi caso, no puedo compararme con muchas de las grandes mentes que perdieron la guerra, y acabaron en el reino de la locura o de la muerte anticipada, como Nietzche, Foucault, o incluso Van Gogh, que aunque fue más conocido como artista, también es considerado un pensador debido a su profunda reflexión sobre la vida y el sufrimiento.
Pero la batalla a veces se hace pesada, y quisiéramos poder escapar de ella, poder hacer una tregua con nosotros mismos para poder agarrar aire, y seguir viviendo. Que la superficie de nuestras aguas no tenga olas lleva tiempo, y su apariencia es tan hermosa como frágil.
Amamos lo que somos, no me malentiendan, pero a veces (como todos) quisiéramos que la vida fuera más fácil, más como en las historias de Disney con su final feliz y su todos vivieron felices para siempre. Pero la realidad no es así.
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Me sirve de consuelo que mi maldición es también mi bendición, porque al menos vivo en mi mente, y no en una ilusión, y si lo es, al menos es una que yo mismo construyo, no una en que me metieron sin que me diera cuenta, pero eso es harina de otro costal, y mi espalda ya tiene bastante con este por el momento, tal vez lo abordemos en otra ocasión. Por lo pronto gracias por leerme y hasta la próxima.
©bonzopoe, 2025.
Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.