Los Secretos de Freddy | Una historia para pensar

in Freewriters3 months ago

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Esta es la historia de un hombre grande y fuerte llamado Freddy, un padre de familia con un oscuro secreto.

Un día común y corriente, Freddy se despertó en su cama sin saber lo que le deparaba, la costumbre de una monótona rutina lo llenaba de paz y tranquilidad.

Él disfrutaba de hacerles el desayuno a su esposa y a su pequeña hija casi todos los días antes de llevarlas respectivamente al trabajo y a la escuela. La calma de los problemas simples le resultaban pacíficos, Freddy se hallaba muy cómodo y conforme con ese estilo de vida normal.

Ese día parecía común y corriente: El padre de familia llevo a su pequeña de 7 años a la escuela y posteriormente llevo a su querida esposa a sus diligencias de bienes raíces. Él la acompaño a todos lados, Freddy solo esperaba en el auto, él no se quejaba, disfrutaba de poder transportarla.

Los esposos regresaron a casa antes de que se hicieran las 11:00 Am: Mientras lavaba los trastos, la mujer no dejaba de hablar sobre lo feliz que estaba por haber llegado a tiempo a su trabajo. Sentado en la sala, Freddy estaba contento por haber sido de ayuda, observo su reloj y se dio cuenta de que ya era hora de recoger a su hija a la escuela. Cuando abrió el cajón de su escritorio para buscar la llave del auto, se quedó petrificado…
En el interior del compartimiento, junto a sus llaves, había una carta color carmesí.

Freddy palideció, se quedo atónito un instante. Rápidamente ladeo la cabeza para mirar su alrededor, como si temiera la presencia de un intruso en su morada. Con respiración agitada y sudor frio en su frente, él tomo la carta con suma cautela y la abre con delicadeza para verificar su contenido:
Era un expediente personal con información sobre un hombre llamado Ezequiel Grey, un joven de 26 sin antecedentes destacables.

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Esta ficha tenía instrucciones detalladas sobre una tarea que debía ser ejecutada con extrema discreción: Secuestrar a ese tal Ezequiel.

No había un porque, no había una razón personal, era una oferta de trabajo que Freddy no podía darse el lujo de rechazar.
Él examino el expediente minuciosamente y posteriormente procedió a ir a la cocina para quemar el documento en la hornilla de la estufa.

Su expresión facial se había vuelto seria. Su esposa se apareció de repente en la cocina para decirle:

— Cariño, creo que ya es hora de ir por Lisa a la escuela.

Freddy permaneció estático y solo contesto:

— Si, voy de salida. Por cierto, aprovechare la ocasión para ir de compras. Volveré más tarde. — dijo calmado.

Sin verlo de frente, su esposa solo se dio la vuelta y salió por la puerta directo a la sala.

— Esta bien, recuerda comprar leche. — dijo antes de retirarse.

En soledad, Freddy ojeo el reloj en su muñeca y se tomo un momento para pensar. Tenía responsabilidades que debían atenderse en cuestión de tiempo, tenía que ir a buscar a su hija a la escuela y tenía un encargo que atender en menos de una hora.
El tiempo corre y no se detiene, por su bien y por el de su familia, se debía actuar de inmediato.

Y dio inicio, con mucha calma y seriedad, Freddy subió a su habitación y tomo una gabardina color azabache de su ropero. Tomo las llaves del auto y salió por la puerta principal.

Freddy salió en su auto a una tienda para comprar cinta adhesiva y unos guantes de goma, luego fue a una ferretería a comprar una palanca de hierro, posteriormente condujo hasta un viejo almacén abandonado en el cual resguarda objetos de su propiedad: Todo con la intención de reunir las herramientas necesarias para su labor. Una vez que obtiene todo lo que necesita, empaca todo en el maletero de su auto y vistiendo su gabardina azabache, ingresa al auto para dirigirse en busca de ese tal Ezequiel Grey.

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Freddy condujo hasta la casa de un completo desconocido a las afueras de la ciudad, hasta un barrio urbano con buena pinta. Se estaciono frente a una casa en particular, la misma que pudo reconocer por la fotografía del expediente, estando ahí, antes salir del auto, se puso los guantes de goma para no dejar rastro y espero hasta que no hubiera nadie en los alrededores.

Una vez que se percato de que no había ni un alma a la vista, Freddy salió de su auto sosteniendo la palanca de hierro con la mano derecha, se acerco al pórtico de la casa y toco el timbre de la puerta.

— ¡¿Hola?! ¡Ezquiel Gray! — Exclamo desde el pórtico.

Freddy toco la puerta varias veces, se veía como un hombre grande y amenazante, un matón sin escrúpulos a punto de cometer allanamiento.
Detrás de la puerta, el hombre que buscaba temblaba de miedo, Ezequiel se asomo por la ventana y le pregunto:

— ¿Quién es? — dijo nervioso.

Freddy lo miro desde la ventana a un lado de la puerta y le pregunto:

— ¿Es usted Ezequiel Gray? — dijo dudoso.

El hombre temeroso al cual se dirigía tartamudeo y le respondió.

— Si, ¿pero quién pregunta? — dijo acongojado.

En eso, Freddy se quedo en blanco, de pronto no sabía que decir. Así que hablo con la verdad de forma pacífica.

— Escucha, no sé lo que hiciste o porque te buscan, pero nos ahorraremos muchos problemas si solo guardas la calma y me acompañas a dar una vuelta. — dijo con calma.

Ezequiel observo muy bien al hombre, y al fijarse que este carga consigo una palanca de hierro, retrocedió y le grito desde la seguridad del interior de su hogar:

— ¡Lárgate de aquí! ¡Voy a llamar a la policía! — dijo histérico.

Freddy intento ser razonable, pero no tenía otra opción, se le terminaba el tiempo y estaría en líos si ese sujeto llamaba a la policía.
Por lo que no tuvo otra opción.

— ¡Maldición! — dijo Freddy alzando la palanca de hierro.

Él forzó la entrada rompiendo la ventana y abriendo la puerta desde el otro extremo. Irrumpió en la morada.
Guiado por el pánico, Ezequiel trato de esconderse en el baño, pero una vez que ese hombre entro a la casa, perdió la oportunidad.

Frente a la puerta del baño, Freddy lo sujeto del pescuezo y saco del bolsillo de su gabardina un pañuelo húmedo.

— ¡No! ¡Por favor! — dijo Ezequiel ahogado en el pánico.

Freddy le puso el pañuelo en el rostro, el joven forcejeaba: lanzaba puñetazos y arañaba con sus manos, solo le encajo un golpe contundente en la nariz a su agresor antes de caer desmayado por el cloroformo.

Dentro de la casa, Una vez que las cosas se tranquilizaron, con el joven sometido y rendido en el suelo, Freddy siente un fuerte dolor en su nariz y se percata de que esta sangrando…

— Maldición… — dijo exhausto.

Al ojear su reloj, Freddy se da cuenta de que se le hace tarde para recoger a su hija a la escuela.

— ¡Maldición! — Exclamo.

Con mucha prisa, Freddy ato los brazos y piernas de Ezequiel con cinta adhesiva para posteriormente taparle la boca en caso de que despertase. Le cubrió el rostro con un saco y con suma discreción oculto su cuerpo en el maletero de su auto.

Inmediatamente el padre de familia partió hacia la escuela primaria, ahí le abrió la puerta de su auto a su preciosa hijita.

— Hola papi — dijo muy contenta.

La niñita ingreso en el auto y su padre le dio una gran sonrisa.

— Hola Cariño ¿Cómo te fue hoy? — dijo él.

Mientras la pequeña hablaba, Freddy arranco el auto con dirección a su hogar.

— Muy bien, mi maestra me felicito por entregar la tarea. — dijo ella muy contenta.

— Me alegro mucho. — dijo él mientras veía los asientos traseros por el retrovisor.

Al mismo tiempo, Freddy se apresuraba en llegar a casa por miedo a que se lleguen a escuchar golpes en el maletero. Él permanecía neutral por fuera, pero internamente estaba nervioso. Sin darse cuenta, un poco de sangre se escurrió por su nariz.

— Oye papi ¿Estás bien? ¿Qué te paso en la nariz? — le pregunto su hija de cara inocente.

Para disimular, Freddy inventa una mentira.

— Ahm… No es nada, no te preocupes, solo son alergias. — dijo espontáneamente.

— Oh, papi está enfermo. — dijo crédulamente.

— Si, así es. — dijo él algo aliviado.

— Mami dice que es mejor quedarse en casa cuando se está enfermo. — dijo ella ingenuamente.

La mirada de Freddy se enfocaba en la carretera, pero de un momento a otro, mirada el retrovisor temiendo que su víctima pueda delatarlo de alguna manera. Esa constante angustia hacia latir su corazón hasta hacerlo sonar como un tambor, el sudor frio se escurría de su rostro, la mente de ese hombre estaba perdida en sus preocupaciones; De pronto, la voz de su hija lo hizo reaccionar.

— Oye papi, ¿Qué estuviste haciendo antes de venir por mi? — le pregunto.

Freddy miro momentáneamente a su hija y le dijo dándole una sonrisa falsa que simulaba confianza:

— Es un secreto.

Una vez que llegaron a casa, Freddy le pidió a su pequeñita un pequeño favor mientras le abría la puerta del auto desde el interior.

— Cariño, ve a casa y dile a tu madre que ya regreso, es que olvide comprar leche. — dijo con vergüenza.

La niña se bajo del auto y volteo a ver a su padre para decirle:

— Ok. Lo hare. Vuelve pronto. — dijo alegre.

En lo que la pequeña cerró la puerta del auto, la expresión simpática que fingía el padre se desvanece dejando una faceta afligida y agotada.

— Lo hare querida, lo hare… — dijo sin ánimos.

En soledad, enciende el auto y le promete a su hija regresar lo más pronto posible. Puesto que tiene que irse para concretar un trabajo importante.

Freddy condujo de vuelta a las afueras de la ciudad, esta vez con dirección al desguace de la ciudad. Tras transitar la carretera varios minutos, llego a ese inhóspito lugar para realizar un intercambio.

Ahí, entre la chatarra vieja se hallaba estacionado una camioneta de último modelo. Freddy se estaciono frente a esta y al cabo de unos instantes, unos cinco hombres misteriosos salieron de esa camioneta para acercarse al auto.

Un hombre de mal aspecto se acerco a la puerta del conductor, Freddy bajo la ventanilla y solo le dijo a ese sujeto.

— Esta en el maletero.

Los hombres que lo acompañaban revisaron el maletero: Ahí se encontraron con el pobre Ezequiel, quien aun se encontraba inconsciente. Le quitaron el saco de la cabeza para comprobar su identidad y uno de esos delincuentes se acerco a Freddy con un sobre repleto de billetes.

— Tan efectivo como siempre, buen trabajo grandote. — dijo gustoso.

Le hizo entrega de su recompensa por su ardua labor. Pero en vez alegrarse, Freddy encaro a los malhechores para quejarse y dar por terminada su vida delictiva.

— ¿Por cuánto tiempo voy a continuar en esto? No puedo seguir arriesgo mi pellejo. Dile a tu jefe que ya no solicite mis servicios, estoy oficialmente retirado del negocio. — dijo molesto.

Pero al elevar el tono, uno de esos bandoleros saco un revolver de su pantalón y le apunta con el arma.

— No lo creo grandulón, si valoras la vida de tu esposa e hija, será mejor que te mantengas en la profesión por más tiempo. Eso no es negociable. Así que regresa a casa y espera nuestro próximo recado. — le dijo con ímpetu.

Freddy prefirió mantener la boca cerrada.

—… — guardo silencio.

Esos hombres le entregaron unos billetes y metieron al joven Ezequiel en su camioneta para nunca jamás volver a ser visto.
Freddy estuvo encerrado en el auto sin moverse como si estuviera paralizado por el miedo, por las preocupaciones, por la idea de poner a su familia en peligro si llega a cometer una estupidez…

Eran muchas cosas para pensar y tan poco tiempo.

Freddy ojeo de nuevas cuentas su reloj y recordó que se le hacía tarde para regresar a casa.

Así que encendió el auto y condujo hacia el supermercado más cercano para comprar leche.

Fin

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@tipu curate 8

Lástima que no estuvo presente, es que se lastima la herida si camina demasiado.

Lástima que no pueda considerar que una ausencia puede lastimar.

Es que, considerar «curacion» de parte del curador no es una opción